Primero, segundo, pan, vino y postre casero. Son los componentes del menú del día, uno de los grandes inventos del siglo XX que ni los cambios de dieta ni la comida rápida han conseguido destronar, aunque el coronavirus parece que, en parte, sí lo ha hecho. Con el teletrabajo, este ha sido un de los formatos más afectados por la pandemia y sus ventas se han desplomado un 13%, de acuerdo con AECOC, la Asociación de Empresas de Fabricantes y Distribuidores. Sin embargo, ahora que las empresas vuelven lentamente a los antiguos hábitos, se espera que las cifras se vayan recuperando poco a poco y vuelva a ser la opción elegida por cuatro de cada diez trabajadores, como ocurría antes de marzo de 2020. Pero ¿es realmente el menú del día la mejor opción nutricional para los días de oficina? Hablamos con Ana Puga, Profesora de Nutrición de la Universidad CEU San Pablo sobre este conjunto de preparaciones por las que pagamos entre 9 y 14 euros diarios y está presente en nuestro país desde 1964.
Por lo general, podríamos decir que las calorías que se consumen en un menú del día superan con creces las necesidades nutricionales de una persona que trabaja sentado en una oficina. Debemos entender que cuando nacieron, el estilo de vida era mucho menos sedentario que el actual y eso se traducía en preparaciones muy calóricas y raciones bastante grandes. Esto no significa que optar todos los días por esta opción sea necesariamente perjudicial para nuestra salud, pero debemos tener mucho ojo con lo que pedimos y no dejarnos llevar simplemente por lo que nos apetece.
"La clave con respecto a los menús de día es saber elegir bien. Es decir, si tu comes un menú de dos platos, pero eres capaz de escoger de primero una ensalada y de segundo una ración de carne magra, como puede ser pollo o pavo, un pescado o un plato de legumbres, no pasaría nada, sería totalmente correcto. Pero la realidad es que en la mayoría de los menús del día las verduras, legumbres y ensaladas o brillan por su ausencia o aparecen acompañadas por salsas que es muy importante que las evitemos, así como los rebozados, fritos, guisos… siempre optar por opciones a la plancha que tiene mucha menos grasa y evitarán la ganancia de peso", explica la experta.
Un menú del día medio aporta entre 500 y 700 kcal y debido a los trabajos poco activos que se tienen hoy día, la mayor parte de la población no tiene unas necesidades energéticas tan elevadas. "El problema viene cuando escojo un plato de pasta de primero con una nata o con una salsa y de segundo una carne con patatas. Esto es una bomba hipercalórica. No nos olvidemos de que deberíamos consumir al día dos raciones de verduras, es decir, que deberían ser la base de nuestro menú tanto en comida como en cena. También hay que tener mucho cuidado con los purés, que tendemos a pensar que son muy saludables, pero si llevan nata o mantequilla aportan calorías ocultas que nos hacen confundirnos".
España es uno de los pocos países del mundo en el que nuestra alimentación gira entorno a dos platos, un primero y un segundo. En la mayor parte de las culturas europeas, un solo plato es más que suficiente a medio día. "Todo depende de lo que comamos en cada plato y de las cantidades. Si nos comemos dos platos hasta los topes probablemente nos estemos pasando, lo mejor es pensar que la cantidad que comemos total debería entrar en un solo plato. Esa es la mejor forma de calcular lo que necesitamos", apunta la nutricionista.
Además, debemos tener en cuenta que las necesidades nutricionales no son las mismas para todos y por lo tanto las cantidades tampoco deben serlo. Sin embargo, los restaurantes en los que se ofrecen este tipo de opciones no se contemplan diferentes raciones por comensal, así que la nutricionista nos recuerda que no es necesario comerse todo lo presente en el plato ni llegar a una sensación de saciedad plena.
El postre es otro de los puntos más conflictivos de los menús del día. Las natillas, el arroz con leche suelen ser algunas de las opciones que se encuentran para finalizar la comida y la dietista alerta de que la mejor opción siempre debe ser fruta y preferiblemente entera. "En muchas ocasiones se ofrecen zumos de frutas o incluso macedonia porque se suele acompañar de zumo y tienen mucho azúcar. Al final le estamos añadiendo muchas más calorías que a una pieza de fruta entera o a una rodaja de melón o de piña".
Antes de terminar debemos hablar de otro de los complementos presentes en todo menú del día que se precie, el pan. Atraviesa una época complicada, está demonizado nutricionalmente y si es blanco, mejor no hablar, ahora los integrales y de diferentes harinas están de moda. "Si el panecillo es pequeño no pasaría nada. Para hacernos, podemos comer unos tres o cuatro dedos de pan de acompañamiento, realmente no aporta tantas calorías como se cree. Pero claro, el problema viene cuando lo utilizamos para mojar en salsas en lugar de para acompañar una ensalada”, concluye la experta.