Algunas paradas gastronómicas son casi obligatorias para todo aquel que visite Madrid alguna vez: los bocadillos de calamares en El Brillante, un cóctel en el Museo Chicote de la Gran Vía, unos churros mañaneros en San Ginés y una buena caña con embutido de aperitivo en el Museo del Jamón. Hay muchas más, pero estas son de las más emblemáticas y en las que el coronavirus está haciendo estragos por la falta de turistas. Si esta situación ya provocó el cierre temporal del mítico Chicote, ahora también se ceba con algunos de los locales del Museo del Jamón, que se ven obligados a echar el cerrojo.
Sus propietarios han informado en un comunicado en las redes sociales que "debido a la situación de estado de alarma en la que nos encontramos, nos vemos obligados a cerrar temporalmente cuatro establecimientos". En concreto, los Museos del Jamón que bajarán la persiana por el momento con los ubicados en la Plaza Mayor 17 y 18, calle Mayor 7, Carrera de San Jerónimo 6 y Paseo del Prado 66. Seguirán operativos los ubicados en Avenida de Córdoba 3,7 y 9 y en las Delicias del Museo, en la calle Poeta Joan Maragall 15.
Ya en marzo, con la primera ola de coronavirus en Madrid, el Museo del Jamón se adelantó un par de días a la activación del estado de alarma en toda España y decidió cerrar todos sus establecimientos "para preservar la salud de nuestros trabajadores y nuestros clientes". No fue hasta el 21 de abril cuando pudieron abrir el ubicado en la Avenida de Córdoba para, entre otras cosas, enviar 10.000 bandejas de jamón loncheado a los sanitarios del Hospital 12 de octubre.
El Museo del Jamón llegó a la capital cuando España aún se despertaba después de 40 años de dictadura y la ciudad comenzaba a hervir de una nueva ola de optimismo y libertad. Era 1978 y, en el Paseo del Prado, abría el primero de los seis locales con los que cuentan actualmente distribuidos por todo Madrid.
Su génesis, no obstante, estaba algo más atrás. En 1965, Marcelo Muñoz decide trasladarse desde la extremeña Cabezuela del Valle hasta Madrid, donde se encuentra en una ciudad sin trabajo y sin casa. Con el paso de los meses consigue su primer trabajo realizando la mampostería del río Manzanares y, tras ahorrar un dinero también vendiendo melones, abre una pequeña frutería en el sur de Madrid.
Con esfuerzo y dedicación la mantiene y pone a trabajar ahí a su hijo Francisco a quien más adelante le 'picaría' la vena emprendedora y, junto con su hermano, deciden abrir una tienda de ultramarinos. Al ver el éxito que adquieren con la sección de charcutería, se lanzan al vacío para inaugurar el primer Museo del Jamón.
Hoy en día, es Luis Alfonso Muñoz, sobrino e hijo de los fundadores, quien regenta la cadena de restaurantes. Una nueva generación que ha conseguido mantener el negocio en lo alto y seguir con el trabajo que comenzó el abuelo. Un éxito intergeneracional que ahora se ha visto en la obligación de pasar a estado de hibernación por culpa de la crisis del coronavirus.