Sánchez Vicario: auge, caída y redención de una saga que tocó la gloria del tenis

  • El apellido que aupó el tenis español a lo más alto en el mundo del deporte se vio de repente envuelto en una trama de graves acusaciones que partieron de Arantxa, la hija menor y número uno mundial

  • A sus 50 años está tratando de enmendar sus errores y reconoce que todo ocurrió por amar a quien no debía

  • Los hermanos siguen vinculados al mundo del tenis desde la Fundación que creó el mayor, Emilio

Arantxa Sánchez Vicario (Barcelona, 1971) era la más querida, las más internacional, la chica del ¡vamos, vamos! Era Aranchísima, la leyenda, la que todo lo que tocaba lo convertía en oro, la hacedora de éxitos, la mejor tenista española de todos los tiempos y el ojito derecho de su padre. En cada match point. Ella y sus hermanos Emilio y Javier auparon el tenis español a lo más alto en el mundo del deporte. Nadie imaginó que, veinte años después de la retirada deportiva de Arancha, se produciría el cisma familiar que trasladó el interés mediático por el apellido Sánchez Vicario a la prensa del corazón.

¿Cuál fue el detonante?

En abril de 2010, los padres de esta saga de tenistas, Emilio Sánchez y Marisa Vicario, reunieron a la familia para presentar su libro 'Sánchez Vicario. Forja de campeones'. Se trataba de poner en valor la mejor saga que ha dado el tenis español en toda su historia. Ellos eran los progenitores, pero también el factor indispensable y decisivo para la victoria.

Ese día, los dos autores del libro destacaron las cualidades que habían llevado a sus hijos a conseguir sus hitos deportivos, las mismas que habían conducido su modo de crianza como deportistas y como seres humanos: disciplina, respeto al ser humano, esfuerzo en la lucha por conseguir los objetivos y la satisfacción que ofrece el trabajo, más allá de los resultados.

Fue un acto muy emotivo, pero con una ausencia cargada de significado, la de Arantxa. La tenista, que se había retirado definitivamente del deporte en 2004, estaba en ese momento esbozando su propio libro, una especie de 'Yo acuso' que tituló tomando su grito de guerra en las pistas, '¡Vamos! Memorias de una lucha, una vida y una mujer'.

"Había llegado la hora de quitarnos las máscaras y demostrar que el mito de una familia Sánchez Vicario unida y feliz era eso: un mito", escribió en lo que se entendió como una carta abierta al mundo y absolutamente desgarradora para la familia Sánchez Vicario.

"El comportamiento de mis padres me ha hecho sufrir mucho. En los últimos meses he vivido situaciones tan duras que todavía hay momentos en los que pienso que es una pesadilla. Lo cierto es que la relación con mi familia no existe. ¿Cómo es posible que todo lo conseguido haya desaparecido, no exista?", continuó.

La número uno cayó a plomo

Se presentó como "víctima y engañada", dejando a un país atónito. Hasta ese momento, Arantxa era la española que más medallas olímpicas había ganado (dos de plata y dos de bronce) y con más Juegos Olímpicos en su carrera (Seúl'88, Barcelona'92, Atlanta'96, Sydney'00 y Atenas04).

Llegó a ser número uno mundial, además de ganar cuatro torneos del Grand Slam (tres Roland Garros y un Abierto de Estados Unidos) y un total de 29 títulos individuales y 67 de dobles. También su hermano Emilio dejaba atrás una carrera de éxitos deportivos: número uno en dobles, siete en individuales y plata olímpica. Javier, número 23. La hermana mayor, Marisa, aunque también jugó como profesional, su carrera deportiva fue breve y sin los resultados esperados.

Arantxa tuvo su primera raqueta a los cuatro años, a los 14 jugaba como profesional y a los 17 ganó su primer Roland Garros. A partir de ahí, todo lo que se pueda contar es meteórico. Hizo historia en el tenis y el deporte español en París frente a la alemana Steffi Graff en Roland Garros el 10 de junio de 1989. Tenía 17 años y seis meses.

Llevaba una muñequera con los colores de la bandera española y las apuestas no le favorecían, a pesar de que un año antes se había convertido en la primera y única tenista de la historia en ganar el Golden Slam. Con cada trofeo mostraba gratitud. A sus padres, hermanos, entrenador, público. Se juró a sí misma que pensaría enla victoria de Roland Garros cada día de su vida.

Una ruina económica con muchas incógnitas

Según la WTA, el organismo regidor del tenis femenino, Arantxa ganó unos 17 millones de dólares en las pistas, una cifra que podría elevarse a los 45 millones si se suman los patrocinios en ese tiempo. En la presentación de su libro, confesó su ruina y acusó al padre de una mala gestión de sus ganancias: "Me han dejado sin nada, estoy endeudada con Hacienda (fue condenada a pagar 3,5 millones por tributar en Andorra mientras vivía en España) y mis propiedades son muy inferiores a las que tiene por ejemplo mi hermano Javier, que a lo largo de su vida ha ganado mucho menos que yo. ¿Puedo aceptar este abuso y quedarme callada? No voy a hacerlo".

En esa fecha ya había revocado los poderes de su familia para gestionar su fortuna. En su declaración, habló de una infancia desdichada, de la sombra agobiante de una madre que entendía la disciplina y la victoria por encima de cualquier otra consideración y de su falta de autoestima. Fue solo el inicio de lo que finalmente ella misma convirtió en un triste culebrón.

La madre respondió con un comunicado expresando su "sorpresa y dolor" por la voluntad de su hija de herir y humillar a la familia. "Esta situación sí que es una enfermedad que afecta directamente al alma y, aunque la intentaremos asimilar con dignidad, nos estamos quedando sin fuerzas", añadió.

La llegada indeseada de Pep Santacana

Enseguida se señaló al responsable de tanto desatino: Pep Santacana. Arantxa conoció a este empresario en la discoteca Pachá de Ibiza. A pesar del consejo de los padres, que nunca vieron con buenos ojos la relación, la extenista impuso su voluntad y se casó en segundas nupcias en 2008, vestida de Hannibal Laguna.

Santacana se coló en su vida como elefante en una cacharrería provocando una cadena de errores que le abocaron a sucesivas e inacabables batallas judiciales y la pérdida de su patrimonio.

El matrimonio lleva mucho tiempo roto, pero aún mantienen pendientes algunas querellas. "El gran error de mi vida ha sido creer en el amor", declaró recientemente. En los últimos meses, con motivo de su 50 cumpleaños, Arancha ha querido enmendar algunos de sus errores y ha reconocido que en sus manos se sintió una marioneta. "Mi amor era tan fuerte y mi cabeza tan frágil, que me dejé aconsejar para plasmar su odio hacia mi familia a través de mí".

Con la venda retirada de los ojos, ha asumido su culpa y ha pedido disculpas. También la relación familiar se ha recompuesto. Su hermano Emilio, según ha reconocido, sigue siendo su referente, su mentor y quien le ha aportado ayuda en los buenos y malos momentos. La familia sigue ligada al mundo del tenis.

Marisa, la mayor, está al frente de la Fundación Sánchez Casal, creada en 2010 por su hermano Emilio y Sergio Casal. Trabaja también en el negocio de repostería de la familia de su marido, Antoni Colomina, que falleció a causa de un infarto en 2013, en plena disputa familiar. Ha vivido siempre con absoluta discreción en Cabrils, en la costa del Maresme de Barcelona.

Emilio, aparte de su trabajo en la Fundación y en la academia que pertenece a ella, colabora como comentarista deportivo. También Javier apoya en la escuela del hermano y ejerce como entrenador de tenistas españoles. Arantxa pudo perderlo todo -familia, fortuna y amor-, pero va recuperando su vida con la confianza de que su legado deportivo siempre permanecerá invicto.