Cómo pasar ocho meses en un velero me ayudó a vivir mejor: "El mar te enseña el momento de arribar y disfrutar"

  • Laura Ribas, experta en marketing digital, pasó ocho meses navegando y descubrió en cada tormenta y en cada dificultad una lección de vida que ha convertido en método de crecimiento personal y empresarial

  • Su último libro, 'La vida que quiero', se dirige especialmente a gente mayor de 50, cuando más difícil es empezar de cero o, por el contrario, detectar que has cumplido tus expectativas y toca disfrutar

  • La empresaria María Talavera (51 años) nos cuenta cómo, siguiendo la alegoría del velero, dio el empujón digital que necesitaba para crecer profesionalmente

Cuando María Talavera (51 años), conoció a Laura Ribas (42 años), conferenciante y experta en estrategia empresarial, estaba atravesando un momento de incertidumbre profesional. "Di con ella en la red, aunque no recuerdo cómo ni qué buscaba exactamente. El caso es que me hipnotizó y pedí una sesión de diagnóstico con ella. Necesitaba asesoramiento sobre estrategias de marketing digital para la escuela de calidad de vida que había creado. Gracias a su empuje, lancé mi proyecto".

Tras estrellarse profesionalmente, pasó ocho meses en alta mar

El método que utilizó Laura para ayudarla lo descubrió de manera casual durante los ocho meses que pasó navegando en un velero por las islas griegas después de estrellarse profesionalmente y atravesar algunas crisis personales. "Tanto tiempo en alta mar dan mucho de sí y fui haciendo un curioso juego de paralelismos de la navegación en velero con cualquier proyecto vital, tanto a nivel personal como profesional.

El destino que marcas en el mapa es tu objetivo y para llegar a él tienes que ir superando corrientes, tempestades y vientos en contra. Cada dificultad te marca el reto de vencerla, exactamente igual que en la vida. El timón es la voluntad y la brújula es esa de tu ser esencial. Igual que en alta mar, tienes que echar mano de cualquier recurso interno o externo para sortear los problemas y llegar al punto elegido".

Siguiendo este guion, María no solo sentó las bases para remontar sus proyectos, sino que dio con las pautas para crecer a nivel personal y saber cómo disfrutar de la vida. Lógicamente, el cambio fue progresivo. Antes tuvo qué detectar por qué su empresa no terminaba de funcionar y hasta dónde deseaba llegar. Testimonios como el suyo le han servido a Laura para validar su método, especialmente entre personas que superan los 50 años.

"A partir de esta etapa, la gente tiende a pensar que ya no es momento de emprender o de romper con todo y empezar de nuevo. Sin embargo, siguen teniendo necesidad de cambio, de crecimiento, de satisfacción vital en todos los ámbitos. La vida que deseas no llegará nunca si antes no te desprendes de aquello que no funciona".

Insaciables en expectativas e incapaces de disfrutar

Una de las dificultades que más se repiten es no saber en qué punto se encuentra uno mismo y esto lleva a muchas personas a ser insaciables. "A pesar de haber llegado a un punto en el que han cumplido e incluso superado sus expectativas, bien en el amor, en la familia, en el trabajo o en cualquier otra tarea, no saben parar y son incapaces de disfrutar de esos logros o éxitos.

Todo esto, incluidos los testimonios de quienes han trabajado su método, lo ha recopilado en su último libro, ‘La vida que quiero’, una suerte de manual en el que, al contrario que ocurre en otro tipo de libros de autoayuda, garantiza que se aleja de "los cuentos del éxito inmediato para hacer hincapié en la perseverancia, el esfuerzo constante y la acción focalizada en aquello que uno quiere".

Atrapada en las islas griegas

Recuerda aquellos meses navegando por las islas griegas como una agonía. Se sintió absolutamente atrapada. "Un día te despiertas queriendo ir a determinada isla, pero los vientos no son favorables y tu barco no tiene capacidad para enfrentarte a semejante fuerza. Otro día, en plena travesía, el motor se estropea y sabes que no podrás llegar solo a vela a la bahía a la que te diriges. Te toca desviarte de la ruta, desviarte hacia otra isla y comerte siete horas más de navegación. En otros casos te toca retroceder porque algo no funciona bien y pierdes varios días. En el fondo sabes que es la decisión más prudente".

Tuvo días de vientos maravillosamente generosos y el barco navegaba como si estuviera flotando sobre un dragón. Pero otros el viento desaparecía durante días y creía volverse loca. "El aire era asfixiante y te pondrías a remar con tus propias manos". Son metáforas de la vida en las que cualquiera puede verse identificado. "En ocasiones, un temporal te desvía y de repente te encuentras en una isla que no estaba en tus planes, pero descubres que es bella y más interesante que tu destino". Lo más sorprendente, dice, es que siempre acabamos llegando. "Incluso milagrosamente vivos".

Cuánto y cuándo es suficiente

Identificar esto requiere mucho valor. "Decir he llegado, aquí me planto es un acto lleno de coraje y soberanía, algo liberador", asegura. Cree que estamos tan acostumbrados a la lucha, que nos cuesta reconocer la victoria. "Esto -puntualiza- no significa pensar en pequeño y vivir de forma austera. Querer cosas no envilece a nadie. Es el desequilibrio y un excesivo foco en lo de fuera y en lo que hacen y piensan los demás lo que nos hace infelices. Te hará feliz cuando viene de ti".

Una vez que nos ha avanzado su método, Laura nos propone imaginar ese viaje en barco que empezará por trazar una ruta en la que, antes de nada, debemos excluir las expectativas ajenas o erróneas. Nos advierte que no es una ruta para hacernos rico, sino para crear la vida que realmente queremos. "No importa que sea grandiosa o modesta, llena de grandes gestas y proezas o tranquila y predecible. Lo que importa es asegurarte de que tus anhelos y objetivos nacen realmente de ti, y que caminas en la dirección correcta, sin desviarte".

Hoja de ruta en cinco etapas

Aconseja bajar el volumen de fuera e iniciar esta aventura siguiendo las siguientes fases:

  1. Ruptura. Olvida aquello que no te funciona.
  2. Ideación. Es una etapa de turbulencias. Tu identidad y tu realidad se derrumban, pero se impone una llamada a la acción.
  3. Plan de acción. Perfila al detalle la vida que te hará más feliz, considerando todas las rutas posibles. Más que tener el trayecto trazado, importa que sepas tu destino y la primera parada. Es suficiente para arrancar. Saldrás de esta etapa sabiendo lo que quieres.
  4. La espera. En la era de "rápido y fácil" y los pedidos en 24 horas, reconoce que la perseverancia y el esfuerzo no venden. Sin embargo, quien ha alcanzado los 50 conoce el esfuerzo de ir a una agencia a comprar el billete de avión, viajar con un mapa o buscar información en la enciclopedia de casa.
  5. La arribada. Entras en la bahía que elegiste como destino. Ve bajando velas y ponte en posición para soltar el ancla. Es un buen lugar para fondear. Bajarás del barco y harás tuya la isla.