Llega el mes de julio y con él las esperadas vacaciones. Playa o piscina, cerveza, patatitas y una buena barbacoa, ¿o quizá eres más de paella? Prefieras una cosa o la otra, estas comilonas suelen dejarnos preparados para una buena siesta, y es que, aunque nos cueste admitirlo, comemos mucho más de lo que necesitamos. ¿Qué tendrán las mesas llenas que nos hacen quererlo todo? No es tu estómago el que crece, sino más bien tu ansiedad. Hablamos con el psicólogo José Martín del Pliego, responsable del área de psicología del Centro Médico Los Tilos, para que nos explique por qué ocurre esto y cómo controlar el hambre compulsiva a partir de los 50.
¿La ansiedad y la comida es un tándem perfecto que genera un círculo vicioso?
Podemos poner un ejemplo de cómo funciona, especialmente cuando llega el verano. La ropa asociada a las altas temperaturas pone de manifiesta la baja autoestima y esto puede hacer que necesitemos generar un interés extremo acerca del estado físico y el peso. Entonces nos empuja llevemos a cabo una dieta estricta, difícil de llevar y muy restrictiva. Ante la tensión que genera la dieta, aparece el atracón desmedido como forma de alivio a corto plazo. Eso vuelve a generar baja autoestima y empezamos otra vez.
¿Cómo comprender esa compulsión por comer cuando emocionalmente estamos bajos o eufóricos?
Con la evolución, al posicionarnos de pie, la pelvis se estrecha y tenemos que nacer prematuros para poder salir por el canal del parto. Tan pronto nacemos, que no podemos regular nuestro sistema nervioso solos. Eso lo hace nuestra madre, nos calma, durante casi los dos primeros años de nuestra vida. Un momento que genera muchísima calma en el niño es el momento de la lactancia. Aquí el bebé alivia el dolor del hambre y, además, se activa su sistema vago ventral que le hace sentir seguro y tranquilo. No hay lugar mejor en el mundo. Ahí es donde aparece y se graba en nuestro sistema esa relación entre alimento y seguridad y podemos entender ese vínculo antiguo y totalmente inconsciente que hay entre la alimentación y distintos procesos psicológicos que vivimos.
¿Es más difícil controlar la ansiedad por la comida a partir de cierta edad?
Cuando nos hacemos mayores de alguna manera se reducen nuestras defensas psicológicas y es más fácil ser vulnerables a problemas emocionales o a derivados de la ansiedad. Los cambios de esquemas físicos propios de la edad, pérdidas afectivas, divorcios o fallecimientos e incluso cambios en los papeles que hayamos podido llevar en la vida como padres, o en el trabajo, pueden derivar en una necesidad de adaptación, que nos desgasta y que puede desembocar en emociones negativas que tratamos de paliar con atracones o con alimentos poco saludables pero que generan alivio a corto plazo.
En general, ¿a mayor edad, más difícil es controlar los impulsos adictivos o vinculados con las emociones?
No creo que perdamos capacidad para controlar impulsos con los años, todo lo contrario, la edad nos puede llevar a tener más autoconocimiento y más herramientas para poder manejar el deseo. Eso no quiere decir que el impulso no aparezca, que sí lo hace y a veces con mucha fuerza, pero tenemos más capacidad de control cuando nos hacemos mayores.
Lo que sí que ocurre es que hay hábitos nocivos con los que llevamos muchos años, y esos sí que pueden resultar más difíciles de controlar, porque es lo que hemos utilizado toda una vida para regularnos; y ahora nos toca aprender algo distinto si vemos que nos está perjudicando.
¿Hay más obsesión por la comida por parte de las mujeres o es un mito?
Sí, realmente los problemas de la conducta alimentaria, estadísticamente, son más habituales en mujeres. Hay factores que predisponen a unas mujeres más que a otras y aspectos que hacen que el trastorno se precipite. Como todo en la conducta humana tiene que ver con la historia de la persona, con su vida emocional en la infancia y la adolescencia.
Sabemos que, durante generaciones, la mujer ha sido mucho más exigida y maltratada en distintas áreas y el peso que ha tenido lo estético como forma de imagen social adecuada. En la actualidad, podemos ver entre niñas de corta edad, la necesidad de ajustarse a esos patrones de imagen corporal tan negativos para ellas. La comida deja de ser simplemente algo que nos nutre o produce placer para convertirse en una herramienta que nos regula o genera control.
¿Qué consejos o técnicas nos puede sugerir para controlar el hambre compulsiva?
El hambre compulsiva trata de llenar ese vacío interno que no podemos llenar de otra manera. Hay que distinguir por lo tanto lo que es el hambre física, que tiene una función para nuestra supervivencia, del hambre emocional, que es una forma de buscar la comida como regulador del estado de ánimo.
Trataremos de conectar con mi tipo de hambre, saber cuál es la que estoy sintiendo y tratar de controlarla. Si es emocional, sabes que no la vas a tapar comiendo. Sentir donde siento el hambre, respirarla, aprender técnicas que nos calmen pueden amortiguar la señal y generar alivio.
¿Sería necesario ir al psicólogo?
Si queremos sanar el problema de forma más profunda, necesitarás la ayuda de un psicólogo que disponga de herramientas para trabajar tus emociones desde que aparecieron en tu vida para poder liberarlas y procesarlas.
Por eso yo trabajo con técnicas como hipnosis o Brainspotting, que nos permiten conectar con aquel dolor profundo, al que no tengo acceso con mi memoria convencional, pero que está causando ese malestar interno, que trato de tapar comiendo y que está afectando a mi vida presente.
Acceder tú solo o sola a todo esto puede resultar complicado, por eso te diría que si tu historia con la comida te está causando problemas importantes en tu vida cotidiana, busca ayuda lo antes posible.
Puedes darnos unas pautas para controlar la comida y que ella no nos controle?
Cuando vas a la compra:
A la hora de comer:
¿Los trastornos alimentarios devienen de la ansiedad?
En efecto. Por así decirlo, los trastornos son una forma de no conectar con un dolor emocional, a veces muy antiguo, infantil o adolescente que se activa por algún motivo en la vida de la persona. Aquí, lo que llamaríamos un problema alimentario, tiene la función de generar alivio si hablamos de atracones o vómito u ofrecer algún tipo de control si hablamos de restricción a la hora de comer. Aparentemente tendrían una función protectora que trataría de alejarnos de un malestar emocional, aunque luego se convierte en un problema en sí mismo y en una adicción en el que todo gira alrededor de la comida de una manera u otra.
¿Sería un buen ejemplo de lo que estamos hablando el trastorno por atracón? ¿Qué posibles pautas podemos seguir?
El atracón, como consecuencia de estresores personales, busca generar una percepción de alivio a corto plazo. Puede estar horas o incluso días rondando por la cabeza hasta que se lleva a cabo. Se llama atracón porque la cantidad de ingesta es totalmente desproporcionada y, muchas veces, requiere de gran cantidad de hidratos de carbono. Sienten que no pueden parar de comer. Una vez que empieza no se puede detener.
A veces la sensación de llenado en el estómago, es tan incómoda, que aparece el vómito como alivio a corto plazo o se usa algún tipo de laxante. Si no aparece la purga se usa otras conductas compensatorias al atracón, como ayuno o ejercicio muy intenso.
Pautas a seguir:
-Autoobservación: sentir qué me está pasando con la comida en ese momento de mi vida. Cómo me estoy relacionando con la comida.
-Plan de comidas: decidir qué forma de comer es la adecuada para mí y cumplirla.
-Aprender a intervenir: qué me está pasando cuando noto que necesito el atracón y qué puedo hacer para prevenirlo.
-Solución de problemas: ver qué problemas son lo que me llevan al atracón y tratar de resolverlos.
-No hacer dietas restrictivas: si te hace falta acude a un dietista que te ofrezca una dieta equilibrada que trataremos de cumplir.
En general, es necesario aprender herramientas que ayuden a manejar esa fuerte emoción, que pide el atracón, como forma de regular eso que siento.