El efecto psicológico de los incendios: "La profunda tristeza que producen es una cuestión de instinto"
Castilla y León, Extremadura, Galia y Cataluña son las comunidades más afectadas
Los incendios se cobran la vida de dos personas, una más sigue desaparecida y hay 25.000 hectáreas quemadas
Te explicamos, con ayuda de la psicóloga Teresa Terol, los mecanismos psicológicos que entran en juego en una catástrofe de este tipo.
España está en llamas y, desgraciadamente, es literal. Tras llevar más de diez días sumergidos en la segunda ola de calor de la temporada, con los termómetros superando los 40 grados en todo el país, los incendios se han convertido en los protagonistas. Castilla y León, Extremadura, Galia y Cataluña son las comunidades más afectadas y, también, las que tienen mayor riesgo. A la misma velocidad que arden praderas, montes y montañas, las redes sociales se llenan de mensajes de tristeza por la pérdida de nuestro patrimonio natural. Hablamos con la psicóloga Teresa Terol para que nos explique por qué tenemos una relación tan especial con nuestro entorno y los mecanismos psicológicos que entran en juego en una catástrofe de este tipo.
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La conexión especial con la naturaleza
El ser humano tiene una conexión especial con la naturaleza. Nos sentimos identificados con ella, atraídos por ella y eso se trata de un vínculo que va más allá de la lógica. “El mar o la montaña nos hace sentirnos conectados. Nos da paz, reduce el estrés y cuando la vemos dañada nos produce dolor. Al final tenemos que comprender que lo que nos pasa con la naturaleza es que tenemos un apego que no desaparece por mucho que vivamos en ciudades o a kilómetros del paraje más cercano”, explica Teresa Terol.
Esta relación inexplicable, similar a la que ocurre cuando tenemos una conexión muy especial con alguien cercano, varía en función de lo que vemos arder. No es lo mismo ver un incendio por la tele en otro país, que en España, que en nuestro pueblo. “Con los incendios entra en juego el tema del duelo. Y es que cuando vemos arder algo que queremos, es como si viésemos quemarse nuestra casa o como si perdiésemos algo que amamos”, añade.
Esto, para algunos, puede parecer exagerado, pero realmente los duelos los desencadena una pérdida y esta puede ser de muchas formas. “Se tiende a pensar que los duelos están muy relacionados con la muerte de seres queridos, pero se hacen mucho más allá. Lo que sí que varía es la magnitud de este. No está vinculado a la objetividad de la pérdida, sino a la sensación emocional de la misma. Por lo tanto, cada uno vamos a analizarlo de una manera, es totalmente subjetivo”.
Es una cuestión de instinto
El ser humano tiene determinados instintos que son innatos a él y que vienen dados por la evolución de la especie, el contacto con la naturaleza es uno de ellos. “El ser humano, ha vivido mucho más en la naturaleza que en las ciudades y eso es lo que nos lleva a amar tanto a nuestro entorno. Sin embargo, es cierto que alguien que ha estado siempre en la ciudad, puede tener este sentimiento mucho menos desarrollado, pero, si lo piensas, cualquier persona que se sumerge en el agua o que ve un pasaje natural siente paz, es una cuestión de supervivencia”, apunta la experta.
Tanto es así que, si lo extrapolamos a nuestro día a día, muchos de los salvapantallas que nos aparecen, por ejemplo, en el ordenador, son imágenes vegetales o animales. Nos dan paz, nos ponen de buen humor, es intrínseco al ser humano y al ver cómo eso se destruye por la evolución puede llevarnos también a la culpabilidad. “Aparece en relación a uno mismo o a los demás, a lo que deberíamos hacer y no con el planeta que nos acoge. Cada vez estamos más concienciados y por eso e sentimiento de frustración o enfado es muy común. Sentimos que no estamos haciendo lo necesario, sabemos que nos estamos cargando el planeta”.
De ahí que sea tan importante el enseñar valores a los más pequeños. El amor, el respeto, la protección no solo son con respecto a los demás, sino también con respecto al entorno. “Se sabe que hay muchísimas funciones cerebrales que mejoran en contacto con la naturaleza, la función cognitiva, la memoria, la creatividad… todo esto lo estamos potenciados cuando estamos conectados con la naturaleza, cada vez hay más evidencia y no debemos dejarla pasar”, concluye la psicóloga.