Cada persona es un mundo. Esta frase, que a menudo utilizamos para describir nuestra discrepancia ante una situación compleja, no es exactamente así desde el punto de vista de la psicología. Aunque las circunstancias personales, la experiencia y el estilo de vida son intransferibles, no hay tantas personalidades como personas. Aunque a nuestro ego le duela, cada uno de nosotros encajamos en un tipo de personalidad. No somos tan distintos como creemos y 'cabemos' en una serie de clasificaciones predeterminadas. Pero antes de ver cuáles, veamos qué se entiende por 'personalidad'.
Según explica la psicóloga Laura Rojas-Marcos en el libro 'Convivir y Compartir', la personalidad es la suma de cualidades y rasgos que forman nuestra manera de ser y que nos permiten diferenciarnos de los demás. Nuestros rasgos de personalidad son características relativamente estables a lo largo de la vida, aunque pueden evolucionar a partir de las experiencias vividas. La personalidad se manifiesta a través de nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes, hábitos y comportamientos. En definitiva, es la unión del carácter, del temperamento y de los aprendizajes culturales y ambientales, más la conducta.
Mientras que la personalidad puede variar según determinadas experiencias, el temperamento viene 'de serie', está condicionado por la genética. El temperamento puede verse desde que somos muy pequeños. Los bebés sonrientes, sociables, tranquilos y con capacidad de adaptarse a las circunstancias tienen un temperamento fácil. Son lo que los ingleses llaman 'easy going', personas con las que es sencillo convivir. Por el contrario, los bebés llorones, poco sociables, inquietos y nerviosos, probablemente, tendrán en la edad adulta un temperamento difícil.
Hay numerosos estudios sobre la personalidad, aunque el modelo más reconocido logra estructurar los rasgos de nuestra manera de ser en 'Cinco Grandes' (The Big Five Model). Esta clasificación fue desarrollada por los psicólogos Paul Costa, Robert McCrae, Warren Norman y Lewis Goldberg con datos de más de 10.000 personas obtenidos a lo largo de los años.
Según los investigadores, la personalidad evoluciona con el tiempo y no se detiene en los 30 años, con el desarrollo de la corteza prefrontal, la parte más evolucionada de nuestro cerebro, la que consigue pensar a largo plazo, elaborar estrategias, posponer o crear modelos jerárquicos.
Ahora sabemos que la personalidad se moldea con el tiempo, aunque haya rasgos importantes y estables que, de alguna manera, impongan un filtro a nuestra experiencia. Para este modelo, hay cinco principales dimensiones o atributos de la personalidad: extraversión, neuroticismo, amabilidad, apertura y responsabilidad. Para saber a qué tipo se pertenece, el cuestionario de los 'Big Five' puntúa los diferentes grados cada atributo. El resultado mostrará cuál es nuestro tipo de personalidad predominante.
Aquí se mide el grado de sociabilidad y disponibilidad en las relaciones sociales. ¿Te gusta salir y participar en eventos? ¿Hablar de ti en público? También se mide la introversión, las habilidades sociales, la asertividad y la proactividad. ¿Tomas la iniciativa en tu grupo de amigos? ¿Eres el que propones los planes? ¿Expresas tus necesidades sin hacer daño? Las personas que puntúan alto en sociabilidad son sociables, abiertos a los demás, optimistas, saben disfrutar de la vida y suelen ser afectuosos.
Las puntuaciones bajas, por su parte, corresponden a individuos reservados y retraídos.
El modelo mide aquí la estabilidad emocional y la gestión de las emociones negativas, el estado de ánimo y el nivel de estrés. Si puntuamos alto en este apartado, somos personas preocupadas, nerviosas, inseguras e hipocondríacas. Las personas con una puntuación baja se caracterizarían por ser más tranquilos y relajados, seguros, resilientes y con la autoestima alta.
En este caso, el modelo mide el grado de cordialidad, simpatía, afecto, cooperación y compasión. Las personas que puntúan alto en empatía son confiadas, atentas y no guardan rencor ante los que les juegan una mala pasada. En cambio, las puntuaciones más bajas suelen corresponder a personas cínicas, suspicaces, competitivas, despiadadas y manipuladoras.
El gusto por aprender y experimentar cosas nuevas, hacer uso de la imaginación, la creatividad y la capacidad de relación son los principales atributos de este perfil. Suele corresponder a personas curiosas, con amplios intereses, creativas, originales y con un punto alternativo. Por contra, si la puntuación es baja, es probable que estemos ante alguien convencional, pragmático y ceñido a sus intereses más básicos e inmediatos.
En este caso, se evalúa el grado de organización, persistencia y motivación para la conducta dirigida metas o a la consecución de objetivos. Cuando se puntúa alto en responsabilidad, estaremos ante personas resolutivas y de confianza, perseverantes, organizadas y ambiciosas.
Las puntuaciones más bajas corresponden a personas poco organizadas, perezosas, descuidadas y, en general, con poca voluntad.
Ahora que ya conoces cuáles son los cinco grandes tipos de personalidad, quizás estés interesado en conocer qué rasgos predominan en la tuya. Para ello, puedes entrar de manera gratuita en 123 Test de personalidad, o en el modelo desarrollado por Myers-Briggs. Es importante conocer nuestra personalidad para saber la compatibilidad que tenemos con otras personas en entornos concretos. Los más extrovertidos, por ejemplo, serán más felices en un trabajo en el que tengan que relacionarse con mucha gente.
Sin embargo, con independencia de nuestros rasgos dominantes, siempre podremos disfrutar de una vida satisfactoria si optamos por ser agradables y educados, dos cualidades que facilitan enormemente cualquier tipo de convivencia.