Según datos de UNICEF, uno de cada siete adolescentes tiene un problema de salud mental diagnosticado, con la ansiedad y de depresión como trastornos de mayor prevalencia. Saber tratarlos, con un lenguaje que tenga sentido para ellos es crucial en cualquier terapia. En este sentido, aprovechar el metaverso y la realidad virtual puede ser un recurso de primer orden. Así lo ha entendido el el proyecto que desarrollan dos universidades catalanas.
En la primera sesión, el paciente explica qué visión tiene de su mundo, lo que más le importa y las personas que son más importantes para él. Comparte su propio ecosistema, un mundo que a través de la Inteligencia Artificial adquiere tres dimensiones, según explica a EFE el profesor e investigador de los Estudios de Psicología y Ciencia de la Educación de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC) Adrián Montesano.
"El espacio tridimensional creado en la aplicación EYME tras la conversación es como una constelación donde interactúan las personas y los valores que tienen significado para la persona. Es como un planetario. Es una foto de la mente de la persona que él ve desde las gafas de realidad virtual y el psicólogo, al mismo tiempo, desde otra pantalla", afirma el experto.
Personalizar la terapia y hacerla a imagen y semejanza del paciente es clave para que la persona afectada se involucre en su proceso. El compromiso con el paciente es fundamental, pues se calcula que en el 35% de las ocasiones, los afectados abandonan las sesiones antes de terminar el tratamiento.
Una encuesta realizada por la Agencia de Salud Pública de la Generalitat en la que se hicieron más de 37.000 entrevistas a mayores de 15 años en Cataluña ofrece datos poco esperanzadores. Según se deriva de sus datos, desde el confinamiento se triplicaron los síntomas de depresión y malestar general y aumentó el uso de tranquilizantes y somníferos.
Los datos menos esperanzadores corresponden al grupo de estudiantes. En este grupo, el 54,7 % refirió síntomas de depresión. El 44,8%, de ansiedad y el 91,5%, de malestar general.
Las mejoras diagnósticas que pueden dar los avances tecnológicos en la salud mental ya son tangibles, según los especialistas en psicología clínica. Junto a la realidad virtual, sobre la que destaca su aplicación en casos de bullying o de síndrome de abstinencias, se están desarrollando otros softwares que mejoran trastornos más difíciles de diagnosticar, como el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Hasta ahora, se diagnosticaba por criterios definidos en un manual y la realización de pruebas psicométricas. Sin embargo, existen instrumentos de Inteligencia Artificial que facilitan el diagnóstico a través de un videojuego que mide el rastreo ocular de los pacientes.
En este caso, los algoritmos tienen un impacto positivo, ya que ayudan a evaluar los datos aportados por el paciente, reduciendo los falsos positivos de TDAH y ayudando a que el diagnóstico sea más fiable.
Montesano explica que la realidad virtual ya se ha utilizado en terapias psicológicas como las fobias, pero no así para otras patologías como la depresión, en la que se centra este proyecto que se espera finalice en el verano de 2023 con la participación de más de 220 voluntarios y la colaboración de la UOC y la Universitat de Barcelona (UB) y fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Aunque la terapia de realidad virtual puede usarla cualquier persona para curar su depresión, tiene "especial enganche" con los adolescentes, quienes tras la covid se convirtieron en los protagonistas de la epidemia de salud mental en el mundo.
"Si bien la pandemia, con el confinamiento y las restricciones, nos ha afectado a todos, nuestros adolescentes y jóvenes se vieron encerrados en casa en un momento crucial para la formación de la personalidad y de la socialización. No podía no afectarles", explica Jordi Royo, el director del centro de asistencia terapéutica para jóvenes Amalgama 7 y autor de "Sos Adolescents" (Columna).