Catalina Hoffmann, experta en neurofitness: "El cerebro tiene la misma capacidad a los 20 que a los 80"

  • Entrevista a Catalina Hoffmann, experta en entrenamiento cerebral: "Es una forma de conocer y entrenar el cerebro"

  • "No es fácil llegar a felicidad porque el 70% de nuestros pensamientos diarios son negativos"

  • "Asumimos que con la edad el cerebro pierde facultades, pero si se cuida se evita el deterioro"

Nuestro cerebro debe entrenarse para mantenerse en forma al igual que vas al gimnasio o sales a correr para fortalecer tu cuerpo. El problema es que en muchas ocasiones no cuidamos al de ahí arriba como deberíamos y nos olvidamos de él y de la importancia que tiene en nuestro día a día. Para saber cómo entrenarlo hablamos con Catalina Hoffmann, experta en neurofitness que acaba de publicar su libro ‘Neurofitness Aplicado. Técnicas para cuidar y mantener en forma tu cerebro’ y cada año imparte clases en la Universidad de Harvard. ¿En qué consiste exactamente este método? ¿Cómo lo podemos aplicar a nuestra rutina? ¿Nos ayudará a ser más felices?

Iniciarse en el neurofitness

PREGUNTA: ¿Qué es el neurofitness?

RESPUESTA: El neurofitness es una forma de conocer y entrenar el cerebro. Tenemos muy asumida la idea de que, con la edad, el cerebro pierde facultades. Sin embargo, si cuidamos el cerebro con buenos hábitos de ejercicio, descanso e hidratación y hacemos ejercicios que estimulen nuestras habilidades cognitivas, podemos evitar buena parte de ese deterioro.

P: ¿En qué aspectos del día a día nos puede ayudar (trabajo, casa, relaciones)?

R: Podría decir que, si no en todo, en casi todo. El neurofitness nos ayuda con habilidades como la memoria, la concentración o el aprendizaje, que son importantes para muchos aspectos de la vida. Pero también nos invita a conocernos mejor a nosotros mismos y a ser más conscientes de lo que pensamos y sentimos y de por qué lo pensamos y sentimos. Además, trabajamos mucho las técnicas que nos ayudan a dejar atrás todas esas ideas negativas que son tan frecuentes en nuestro día a día y que tanto nos limitan.

P: ¿Cuál es la mejor forma para iniciarse?

R: Lo mejor que tiene es que comenzar es sencillo. Basta con dedicar 10 o 15 minutos al día a realizar ejercicios que supongan un pequeño esfuerzo para nuestro cerebro. También es importante empezar a tener en cuenta a nuestro cerebro en hábitos diarios y ser muy conscientes de que lo que nuestro sueño, alimentación y niveles de estrés afectan a la salud de nuestro cerebro, que es tan importante como la salud del corazón o de nuestra piel.

P: ¿Cómo se puede saber qué técnica te va mejor para según las necesidades de cada momento?

R: Es un hábito que tiene que estar presente las 24 horas del día, porque es vivir teniendo en cuenta la salud y el potencial de nuestro cerebro. La técnica que escojamos dependerá de nuestras necesidades de cada momento. Para eso es muy importante el autoconocimiento y la sinceridad con uno mismo. Esto último puede parecer extraño, pero las personas tendemos mucho al autoengaño. Por eso es importante que estemos dispuestos a identificar y reconocer nuestras emociones y aquello en lo que no estamos tan bien como nos gustaría, para poder buscar una técnica que nos ayude exactamente con eso.

P: ¿Es posible llegar a la madurez sin conocerse a sí mismo? ¿El proceso es diferente a partir de los 50?

R: No solo es posible, sino que es muy habitual. Vivimos acelerados y muy pendientes del exterior y no nos dedicamos tiempo a nosotros mismos, y mucho menos a profundizar en nuestro interior. El proceso no tiene por qué ser diferente a partir de los 50. El cerebro tiene la capacidad de mejorar a los 20, a los 50 y a los 80 porque la neuroplasticidad es innata y permanente en nuestro cerebro. Lo que sí ocurre es que, en torno a los 30 años, nuestro cerebro empieza a volverse “vago” y quiere pasar el resto de la vida recurriendo a lo ya aprendido. El neurofitness nos permite sacar a nuestras neuronas de ese estado de comodidad y ponerlas, de nuevo, a trabajar como cuando teníamos 25 años.

¿Alcanzar la felicidad?

P: ¿Cómo nos puede ayudar el neurofitness a ser más felices?

R: Hay muchas cosas que nos aporta y que nos pueden ayudar en ese camino a la felicidad. Para empezar, el autoconomiento que conseguimos con esas técnicas y que, a mi entender, es imprescindible para ser feliz. Además, el entrenamiento de nuestras habilidades cognitivas hace que mejoren y que nos sintamos más capaces y útiles, lo que es muy importante a la hora de alcanzar ese bienestar pleno. Por último, creo que ayudan mucho todas las técnicas enfocadas en liberarnos de asociaciones, emociones y pensamientos negativos o que ya solo sirven para lastrarnos en nuestro crecimiento. 

P: En el libro cuentas que conectar con la sensación de felicidad no es fácil, ¿por qué?

R: Porque nuestro cerebro tiende a la negatividad. El 70% de nuestros pensamientos diarios son negativos y no siempre estamos preparados para gestionarlos. Además, generalmente tenemos un ritmo de vida que no nos ayuda en absoluto, ya que no nos enseñan a gestionar esas ideas y emociones, sino que nos invitan a reprimir todo lo que nos aflige y a centrarnos en trabajar de “puertas para afuera”, en lugar de fomentar el trabajo interno, que es lo que nos ayuda a ser felices y a conectar con ese estado de felicidad. Porque esa es otra. Muchas veces somos felices pero no lo sabemos, porque estamos tan centrados en lo de fuera que ni nos paramos a observarnos a nosotros mismos.

Combatir la ansiedad

P: Se ha normalizado vivir con estrés o ansiedad, ¿cómo puede ayudar el neurofitness a que nuestro cerebro aprenda a gestionar estas situaciones cada vez más presentes?

R: Es muy complicado porque vivimos de tal manera que nuestro ritmo de vida no empuja a eso. Ahora bien, el neurofitness cuenta con técnicas que nos pueden ayudar a no entrar en esa vorágine de estrés constante y a identificar esas emociones. Por ejemplo, en este libro, explico detalladamente una de esas técnicas, que es la de medición de estrés en el cerebro. Esta técnica nos ayuda a identificar los momentos de estrés y a determinar, también, cuál es la causa de ese estrés. Todo ello, anotándolo. Dejarlo reflejado nos permite tener una idea más clara sobre el nivel de estrés que soportamos y su origen y ese es el primer paso para tomar acción y empezar a reducirlo.

P: ¿Y a alcanzar momentos de calma y serenidad?

R: Sí. Yo siempre digo que la palabra calma es mágica para nuestro cerebro. De hecho, algo que yo hago mucho, y que también recomiendo, es reaccionar a un momento de agobio cerrando los ojos, respirando profundamente y diciendo en voz alta la palabra calma. Esta acción, que puede parecer algo menor, ayuda a transmitir al cerebro el mensaje de que no estamos en peligro, sino a salvo y nos ayuda a calmarnos.

P: ¿Existen técnicas que hagan a nuestro cerebro más productivo y creativo?

R: ¡Desde luego! Existen muchas técnicas que nos pueden ayudar a ello. Un ejemplo sería la lectura en voz alta, que es algo que hacemos mucho cuando empezamos a leer pero que luego dejamos de practicar. Esta práctica pone a trabajar distintas áreas cerebrales y ayuda mucho a la productividad.

En cuanto a la creatividad, recomiendo mucho el diario de intenciones creativas, que consiste en escribir sueños realizables e irrealizables, describiéndolos con todo lujo de detalles. Esta técnica pone a trabajar nuestra creatividad, no solo para imaginar ese sueño o proyecto, sino porque nuestras neuronas se ponen a trabajar inmediatamente para tratar de hacerlos realidad. En la creatividad el “no” no existe y tenemos que aprovechar eso a nuestro favor.

P: ¿Existe de verdad la eterna juventud para el cerebro?

R: Absolutamente. El cerebro es un órgano maravilloso que, salvo que haya alguna patología, tiene la misma capacidad a los 20 que a los 80 años. El problema es que hemos interiorizado que el cerebro debe envejecer a medida que pasan los años, cuando eso es una tendencia, pero no una obligación. Nuestro cerebro no se vuelve viejo, se vuelve “vago” y cuando conseguimos sacarlo de ese estado, descubrimos que es capaz de mucho más de lo que pensábamos.