A vueltas con la edad y Tamames: ¿dónde está la línea entre la infantilización y poder poner en su sitio a un hombre mayor?
La moción de censura lanzada por el economista Ramón Tamames (90) y Vox ha provocado reacciones complejas del imaginario colectivo sobre la edad
Hablamos con un médico geriatra y una psicóloga sobre fronteras difusas: ¿Tiene derecho un hombre veterano a decir lo que quiera solo por serlo? ¿Por qué se interpreta que una réplica contundente (legítima en un Parlamento) de hombres más jóvenes no es adecuada?
José Antonio López Trigo, médico geriatra: "La capacidad no va de la mano de la edad, sino de lo que llamamos 'reserva cognitiva', un capital intelectual importante que hay que saber administrar"
¿Debemos tratar a una persona mayor como a un niño que se deba tutelar? La pregunta, de manera directa o subyacente, ha planeado y planea sobre la moción de censura que el economista Ramón Tamames ha planteado al gobierno de Pedro Sánchez. O lo que es lo mismo: ¿es edadismo o simple realismo que un hombre de 90 años con ciertas cualidades mermadas aspire a gobernar los destinos de un país? La cuestión pone en primer plano un tema relevante: cómo asimilamos los años propios y ajenos como sociedad. ¿No asoma cierta condescendencia si no se saca todo el arsenal dialéctico como se haría con cualquier otro político maduro? ¿Influye el género? ¿Dónde está la frontera entre ser 'abusón' o contestar de igual a igual? Hemos hablado con un médico geriatra y una psicóloga sobre las imágenes de la edad que no somos conscientes ni de que las tenemos... hasta que aparecen con toda su fuerza.
Asumir los años: la edad subjetiva
Empecemos por dejar claros algunos conceptos. Existe una edad cronológica, la que dicta nuestro año de nacimiento, y una edad biológica, la que marca nuestro estado de salud. A ambas se une la edad subjetiva: los años que 'sentimos' tener. Gestionar bien o mal esa edad subjetiva es clave para afrontar nuevos retos. "El espejo miente, pero no miente. Nos miente a nosotros, pero no a los demás. Siempre nos vemos menos imperfectos en cualquier sentido. La edad subjetiva tiene sus bondades: te permite seguir haciendo cosas que la sociedad rechazaría por criterio de edad, por ese edadismo que maneja la sociedad", afirma el doctor José Antonio López Trigo, ex presidente de la Asociación de Geriatras de España y responsable del área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Málaga.
La edad subjetiva, por tanto, logra extender la juventud o, al menos, las actividades que se relacionan con ella. ¿Pero se trata más del deseo de seguir siendo jóvenes o la realidad que nuestras capacidades pueden permitirse? "Se dice que la gente que se percibe con menos edad envejece más tarde, tiene más salud mental y va a ser más feliz", asegura Lara Ferreiro, psicóloga especializada en relaciones sociales.
La experta va más lejos: "Sentirse un poquito más joven es un predictor de bienestar y salud". Para el geriatra José Antonio López Trigo, el sentimiento de sentirse o no joven depende de los otros. "Realmente, son los demás los que tienen que asumir nuestras capacidades y no negarlas por una cuestión de edad; al menos, negarlas por una cuestión de edad cronológica. Hay personas con 80 o 90 años que son absolutamente brillantes mentalmente y personas con 50 que no dan para mucho más. Cuando envejecemos, tendemos a ser conscientes de nuestros cambios y no queremos hacer cosas que nos hagan sentirnos inseguros o incómodos. Una de las características del envejecimiento es que se nos pueden sembrar inseguridades realizando algunas cosas, pero eso no suele afectar a las tareas mentales o intelectuales. Ahí, la capacidad no va de la mano de la edad, va de la mano de lo que llamamos 'reserva cognitiva', que es tener un capital intelectual importante y saber administrarlo", señala López Trigo, para quien el caso de Ramón Tamames no ofrece dudas: "Ha demostrado y demuestra que intelectualmente es brillante".
¿Puede decir una persona con edad lo que quiera?
Cuando tratamos o convivimos con personas muy mayores, puede surgir una falsa amabilidad. Decimos, así, frases como "Déjale que haga o que diga lo que quiera". Bajo esa frase pueden esconderse actitudes negativas. "Yo creo que quien piense eso lo que muestra es desprecio a la edad. Si yo dejo que digas o hagas lo que quieras, es que me importa poco lo que digas o lo que hagas. Hay un cierto tono despectivo. Las personas son personas hasta que dejan de serlo y, por tanto, su comportamiento no tiene que ver con cómo lo interpretemos nosotros. Realmente, lo único que ocurre con el paso de tiempo es que perdemos algunas cortapisas sociales, se pierde el freno de no querer ser lesivos cuando hablamos, pero eso de dejarles hacer o decir lo que quieran denota un comportamiento edadista y cierto tono despectivo, cierta consideración despectiva por la edad", asegura este experto.
Para la psicóloga Lara Ferreiro sí existe más permisividad con los mayores, lo que puede tener un lado positivo y otro lado negativo. "A los mayores los vemos más frágiles. La sociedad también suele relacionar la edad con la sabiduría; por tanto, los respetamos, pero hay que saber poner límites. Si no sabemos hacerlo, también estamos anulando nuestro auto-respeto y nuestro bienestar. No todo vale".
Emocionales, pero pensantes
En la otra cara de la moneda, al margen de la actitud paternalista, surge la tendencia contraria, la de quienes creen que si se responde a los mayores como a adultos en plenitud de sus facultades, de alguna manera se están aprovechando de personas vulnerables. "Lo primero es diferenciar si es una persona realmente vulnerable con una enfermedad física o un deterioro cognitivo objetivo. Y ahí sí se dan casos de abusos", señala Ferreiro antes de citar algunos de los cambios de comportamiento que pueden darse a edades avanzadas: "Explosiones de ira, episodios de tristeza, alegría o agresividad, muy habituales en los hombres".
Cuando no hay una condición objetiva de vulnerabilidad, ¿cómo actuar? "A las personas siempre hay que ponerles el respeto por delante. Con el paso del tiempo tenemos cierta vulnerabilidad física, cierta fragilidad cognitiva en algunos casos y cierta labilidad emocional. Por decirlo de alguna manera, nos hacemos más 'blanditos'. Pero realmente cuando estamos respetando lo que dice una persona, no podemos decir que estamos abusando de ellos. Yo creo que debemos plantearnos que a las personas en plenitud de sus facultades hay que tratarlas como a cualquier otra persona, sin mirar el criterio edad", señala López Trigo.
Buenas prácticas
Entre el paternalismo y el desprecio, ¿dónde está el punto virtuoso? La psicóloga Lara Ferreiro señala algunas buenas prácticas para implementar en el día a día: "Hay que mostrar nuestro interés para que no se sientan tan solos. Las nuevas tecnologías pueden ayudar mucho. Hay que dedicarles tiempo de calidad, eliminando toda la culpa para disfrutar de nuestros mayores. En terapia, las personas se arrepienten mucho de no haber atendido bien a los suyos. Es muy importante motivarles, hacer actividades con ellos, desde un simple paseo, y siempre reforzar lo bueno. También hay que pedir las ayudas que tengamos a nuestro alcance. Pero lo más importante es ofrecerles nuestro respeto y hacerles sentir personas dignas".
El gerontólogo José Antonio López Trigo también incide en el respeto: "Nuestro nivel de relación o de actuación con las personas mayores debe ser el mismo que con cualquier otra persona. Las consideraciones paternalistas, hablar del 'abuelito' o referirnos a ellos como lo que no son no mejora nada. Hay personas respetables a las que hay que tener en consideración y respetar sus opiniones, incluso, intentar aprender y extraer de su perspectiva vital. A mí me da coraje que desconsideremos a una persona por tener mucha edad y que queramos aparentar que la respetamos cuando lo único que oculta es un tratamiento paternalista. En el caso del señor Tamames no cabe esa consideración. Si está mayor o no no tiene nada que ver. Está asumiendo una función, podemos estar de acuerdo o no con ella, pero es un problema de él, de su libertad individual. No caben más análisis. Si lo hacemos, estamos denostando su condición precisamente por ser mayor. Y cuando, además, estamos en una sociedad entre iguales, no vale desigualar ni por edad ni por condición física ni por condición mental ni por género".
¿Perspectiva de género?
Lo cierto es que la perspectiva de género también ha surgido en la moción de censura. Yolanda Díaz, vicepresidenta del gobierno, le ha recordado a Tamames, el candidato, varios asuntos que tienen que ver con las mujeres. La cuestión surge inevitable: ¿las mujeres manejan otros códigos, especialmente en lo que respecta a sus roles tradicionales, como los cuidados, ya sea de mayores o niños? "Estoy convencido de que las capacidades no dependen del género, dependen de las personas. La señora Díaz es lo suficientemente capaz e inteligente para no tener que recurrir a argumentos de esa índole. Aplicar la cuestión de género -el hombre maltrata al mayor y la mujer no- aquí no tiene explicación. Otra cosa es la consideración histórica y cultural de que las mujeres cuidaban porque el guerrero salía a cazar. Ese es un planteamiento antiguo y ancestral que no creo que deba darse".
Lara Ferreiro está de acuerdo: "No debería importar el género. Yolanda Díaz está defendiendo su opinión como política, al igual que lo haría un hombre. Su adversario es un hombre mayor, en plenas facultades. No debemos utilizar el género para ganar debates de ningún tipo".