Desde niños hemos consumido ideas en torno a la búsqueda de la media naranja, el amor verdadero y eterno que traerá de la mano la felicidad. Nos han hablado en cuentos con príncipes azules, hombres perfectos, que llegarán en caballo para dar un beso a una princesa y despertarla. Este modelo, más o menos sutil, se repite en muchos libros, series y películas aún en nuestros días, aunque la realidad ya esté cambiando. Entrevistamos a Anna Plans Colomé, madre y activista pro-derechos del menor, experta en hipersexualización y autora del libro 'Respeta mi sexualidad: Educar en un mundo hipersexualizado' (Nueva Eva Editorial) para que nos dé unas claves de cómo comunicarnos mejor con los adolescentes en este sentido.
Todo está cambiando, pero aún se vende a las niñas y jóvenes que algún día llegará un 'príncipe' a 'salvarlas': ¿Cómo se pueden erradicar estas concepciones?
Hay mucho trabajo por hacer, pero las familias son el primer nivel de prevención. Hay que escuchar, guiar en el autoconocimiento, la empatía y las emociones... Resulta imprescindible desmontar esos mitos. A mis hijos siempre les he dicho que en lugar de buscar a sus medias naranjas esperando que las otras personas cumplas sus expectativas, elijan una naranja entera y estén juntos porque se quieran, no porque se necesiten. Tu felicidad depende de ti, no de la pareja que elijas.
Como padres suelen escuchar frases cliché aún hoy: "A ese niño ya le gustan dos niñas. Es un campeón. Va a ser un ligoncete"
A estas alturas creo que a nadie se le escapa el panorama sexualizado que podemos ver en la publicidad, la música, los videojuegos como 'The Witcher o Beyond: Two Souls', en redes sociales o en la televisión. La neurociencia habla de las neuronas espejo: muchos padres y madres en ese entorno, a veces por ignorancia, sexualizan a sus hijas, las tratan como adultas, con códigos de vestimenta muy precoces. El valor estrella son sus atributos físicos, quedando relegado al más absoluto ostracismo sus capacidades o competencias. La idea que niñas y jóvenes van interiorizando es que para ser mujer debes ser bella, dulce, dócil o nadie te querrá. Aunque no podemos olvidar que el padre es la figura masculina de su hija. Por lo tanto, si él no cosifica a la mujer, ya será un gran avance. Los niños y niñas deben ser solamente eso: ¡Niños y niñas!
¿Es clave dejar a un lado esos estereotipos el 'terror de las nenas' o 'femme fatale'?
Si las personas adultas seguimos los modelos de nuestros ancestros que, aunque “blanqueados” siguen anclados en el pasado, es lo que y acabamos transmitiendo a nuestros hijos. Entre los varones hay un estereotipo muy potente en publicidad y televisión que tiene que ver con un hombre fuerte, marcando bíceps y abdominales y muy “ligón”. Esa promoción del estereotipo, hombre o mujer, lo que logra es que seamos tratados como meros objetos. Quizás ya es momento de tomar conciencia y cambiar esa dinámica. Y este cambio, solo será posible si lo fomentamos tanto en niños como en niñas.
¿Cómo se debe charlar con una adolescente sobre el amor, el sexo, la pareja y el autoconcepto?
Es importante escuchar a nuestros hijos y también contarles nuestros deseos, necesidades, sentimientos…. Si tú eres ejemplo, si te comunicas y compartes tu intimidad, les capacitarás para que se relacionen no solo contigo sino con sus amistades. Este aprendizaje es la semilla para sus futuras relaciones de amistad y pareja. También preguntarles sobre el entorno (series, publicidad, redes...), por cómo muestran las relaciones, que visión tienen ellos al respecto y compartir también la tuya y proponerles lecturas y contenidos audiovisuales de calidad apropiados a su edad. No hay que olvidar resaltar el peligro de obsesionarse con su imagen corporal. También recomiendo compartir un ocio saludable que les sirva para su crecimiento personal. Y, por supuesto, la implantación de límites, que no debería ser negociable en todo lo relacionado con la salud y el desarrollo. La adolescencia es una etapa de descubrimiento y como padres hay que saber acompañar y asesorar.
¿Qué significa comunicar a los hijos desde la honestidad y no edulcorar el amor, la pareja, la familia?
Para educar en la honestidad es indispensable como adultos ser coherentes entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Podemos ayudarles valorándoles por lo que son, resaltando sus habilidades y quitando importancia a sus atributos físicos. Si, además, durante el camino de aprendizaje que va desde la infancia hasta la adolescencia, les guiamos en su desarrollo interno para que descubran sus talentos y su misión, seguramente estaremos contribuyendo a que desarrollen una sana autoestima. Todo ello repercute no solo en su propio beneficio, sino en el de la sociedad que les rodea. Me gusta especialmente esta frase de Fuencisla Clemares, madre de tres hijos y directora general de Google España y Portugal: "Hay que ser dueña de tu destino, debemos liderar nuestra vida y no dejar que las circunstancias sean las que la lideren".
¿Cómo es el mejor modo de hablar con ellos de igualdad de derechos hombre-mujer?
Resulta fundamental educar el cerebro social, vendría a ser el “meternos en los zapatos de la otra persona” (empatía). Diferentes investigaciones han demostrado la importancia del desarrollo temprano de la empatía en los niños y las niñas para poder aspirar a una vida social saludable. Un adulto que haya desarrollado esta aptitud desde su infancia poseerá una estabilidad emocional y seguramente destacará por conductas cooperativas y altruistas.
Además, es muy fácil llevarlo a cabo, los niños pueden comenzar de pequeños colaborando en casa, cuidando a los abuelos y a partir de la adolescencia formando parte de alguna ONG, por ejemplo. Cuando puedan decidir por sí mismos, y rechacen compartir una imagen o vídeo sexual de alguien, pueden valorar cómo afectará al protagonista.
El aprendizaje y el cambio en cuestiones educativas siempre están ahí y eso beneficia no solo a los hijos, también a los padres.