Los recuerdos son uno de los grandes tesoros del ser humano. Vivencias que nos llevan a momentos felices de nuestra vida, también a otros más complicados que nos han marcado tanto que es imposible que se borren de nuestra cabeza. Qué nos lleva a reterner unos recuerdos y no otros puede que sea una pregunta que te hayas hecho en más de una ocasión, y tiene explicación. Eso es lo que el pintor, pedagogo y escritor Carles Bayod intenta explicar en su libro 'Cómo retener los recuerdos'. Sin embargo, también ocurre lo contrario, que por traumas o enfermedades, recuerdos que siempre han estado, de repente, un día desaparecen. ¿Se pueden retener o recuperar?
¿Por qué es importante retener nuestros recuerdos?
Los recuerdos configuran nuestro ser, la persona que somos; única y diferente a todas los demás, y esto nos da identidad y seguridad.
¿Qué importancia tienen los recuerdos en las personas?
Son las piernas con las que nuestra mente avanza. Sin recuerdos somos como una barca perdida en el mar sin brújula ni timón.
¿Vamos perdiendo recuerdos con la edad?
Nuestro cerebro con la edad pierde neuronas y con ellas recuerdos, aunque conserva mejor los que estuvieron vestidos con sensaciones o emociones.
¿Se pierden primero los de la infancia y juventud? ¿O no va por orden cronológico?
Normalmente los recuerdos que se pierden con la edad son los más recientes: Vas a buscar algo y de pronto no recuerdas qué ibas a buscar. O no recuerdas cómo se llama tal persona.
Se cree que a los 25 años de edad una persona empieza a perder células cerebrales, pero puede compensarlo con actividades que creen un mayor número de conexiones entre neuronas.
¿Qué importancia tienen las sensaciones en nuestros recuerdos?
Son fundamentales. Son como la piedra angular que los sostiene, por esto propongo los sensojuegos, porque a través de ellos podemos expresar la sensación de cualquier vivencia con otra sensación. Al tener que expresar lo que se vive con otro medio expresivo, necesitamos sentir lo que estamos viviendo, que ya es importante, y luego, al expresarlo, fijamos la sensación de lo vivido y la archivamos como sensación en diferentes áreas de nuestro cerebro. Con lo que el archivo de la memoria es mucho más amplio y emocional, cosa muy necesaria para la fijación de los recuerdos. Todos hemos experimentado que cuando hemos vivido algo cargado de sensaciones o emociones, se nos ha quedado para siempre fijado en la memoria. Un ejemplo es el olor de una casa o de una persona u otro objeto que hace que, cuando sentimos aquel olor, este arrastre un montón de recuerdos relacionados con él. Lo mismo sucede con los demás sentidos, y si utilizamos todos los sentidos para vestir un recuerdo a través de los sensojuegos, como se propone en el libro, el archivo sensológico es mucho más amplio. Por lo tanto, que retengamos mejor un recuerdo dependerá de cómo los hayamos vestido con sensaciones. Esta es la propuesta que se hace en el libro así como la forma de conseguirlo.
¿Qué hace que una vivencia quede marcada como recuerdo?
El cerebro elimina los recuerdos no importantes, pues no le cabrían todos, y crea rutinas para ahorrar espacio. Pero cuando una vivencia es importante para la supervivencia de algún aspecto del individuo y este la carga con sensaciones o emociones, el recuerdo pervive.
¿Se puede recuperar un recuerdo que habíamos perdido?
Muchas veces un recuerdo que creíamos perdido; por un estímulo sensorial, un olor, un sabor, un sonido, etc. acude a nosotros como rescatado del olvido. Es por este motivo que en los sensojuegos no se incide en querer comprender o rescatar el recuerdo traumático, sino que se incide en el momento real con dos simple preguntas ¿Cómo te sientes? y ¿Cómo te gustaría sentirte? Pero la peculiaridad está en que la persona no debe describir cómo se siente o cómo le gustaría sentirse. Tiene, simplemente, que expresar con otro medio expresivo la sensación que está sintiendo. Para expresarla tiene que sentirla, por lo que le hace un juego al cerebro y este crea la sensación de cómo le gustaría sentirse. En este momento el cambio está en marcha. La persona se está sintiendo bien. Ha rescatado su sentirse bien, cosa que no hubiera conseguido simplemente describiendo cómo le gustaría sentirse. Aquí la conclusión sería: que nosotros somos capaces de rescatar y modificar los recuerdos de forma que sean beneficiosos para nosotros. Pues un mal recuerdo, si no es actualizado y purificado, puede producir mucho sufrimiento a la persona que lo revive.
¿Es más probable olvidar un buen o un mal recuerdo?
Depende de lo cargado de sensaciones o emociones que esté y del refuerzo que haya tenido. Cuando una acción del pasado reaparece repetidamente en nuestra vida hace que el recuerdo de dicha acción se refuerce. Nosotros somos responsables de nuestra vida y por lo tanto también de nuestros recuerdos. De cómo los tratemos depende de cada persona. Hay quien goza de los buenos recuerdos y quien se retuerce con los malos. Pero unos y otros forman parte del pasado y hemos de actualizarlos para liberarnos de un sueño que ya pasó, o redimirnos de un pasado que nunca debió ser. Al actualizarlos nos liberamos de los adjetivos que nos atenazaban en lo bueno y en lo malo y podemos asumir la libertad y dársela a los demás.