Poco después de que el psicólogo Rafael Santandreu publicara 'Sin miedo', un libro dedicado a sintetizar un método para superar la ansiedad y sus muchas variantes, empezó a recibir una serie de respuestas alentadoras por parte de sus lectores. Estos le contaban cómo, siguiendo sus pasos, habían logrado vencer al miedo. Santandreu decidió entonces abrir un canal de Youtube en el que, a día de hoy, hay más de 150 testimonios de pacientes y lectores que afirman haber ganado la batalla a la ansiedad.
Es así que decidió recopilar 20 de esos testimonios en 'El método para vivir sin miedo'. "Son casos hermosísimos. Por ejemplo, el de María José de Alicante, que llevaba 30 años con ataques de ansiedad diarios. Tomaba 7 u 8 tranquilizantes cada día. Tardó tres años en ponerse completamente bien. Pero ella misma dice: “¡Mi cerebro es diferente! Ya no siento ansiedad!”, afirma Santandreu, satisfecho.
¿En que consiste exactamente el 'método para vivir sin miedo' del que hablas en tus libros?
Son cuatro pasos: afrontar, aceptar, flotar y dejar pasar el tiempo.También se llama “terapia de exposición” y consiste en ponerse voluntariamente en situaciones de ansiedad (afrontar), todos los días, de forma gradual, aceptando todo lo que estamos sintiendo. En el caso de los ataques de pánico, se trata de sentir el corazón a tope, la sensación de ahogo y decirse: “Está bien; necesito sentir esto con calma para poder desensibilizarme”. Es muy duro, pero a medida que nos acostumbramos a esas sensaciones, les perdemos el miedo y desaparecen. Antes, por supuesto, hay que ir al médico a que nos asegure de que todo lo que tenemos es sólo ansiedad.
En el libro recopilas una serie de testimonios personales sobre la ansiedad. ¿Dirías que cada vez estamos más abiertos a hablar de ella?
Hemos mejorado mucho en eso. Hace veinte años, nos daba mucha vergüenza admitir tener un problema emocional. Ahora ya entendemos que admitirlo es la única forma de aprender y hacerse más fuerte. En 'El método para vivir sin miedo' sale una deportista profesional, dos actrices, dos médicos especialistas, un empresario… es decir, gente exitosa que no tiene empacho en reconocer el gran trabajo que han hecho.
¿Qué tan estrecha es la relación entre el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y la ansiedad?
El TOC es un tipo de trastorno de ansiedad. En él, la persona entre en bucle con una duda-amenaza y no puede salir de ahí. Es como cuando uno tiene que firmar una hipoteca y te pasas la noche antes sin dormir dándole a la cabeza: “¿Haré bien o será una ruina?”. La persona TOC tiene eso cada día de su vida. No puede salir de determinadas dudas. Su cerebro se queda encallado.
¿Nos das algún ejemplo?
El TOC de dañar a los demás: a la persona le entra la duda absurda de si podría atacar a alguien. Por ejemplo, a un hijo pequeño. Se asusta de su propio pensamiento absurdo y entonces se queda enganchado en él. “Si lo he pensado, quizás podría ser capaz: ¡qué horror!” Se pasa todo el día luchando contra esa idea.
¿La hipocondría es un TOC?
En la mayoría de los casos, sí. La duda-amenaza es: “Tendré una enfermedad que no me ha detectado el médico?” Y esa duda les persigue cada día. Por increíble que parezca, no hay forma de pasar página y descansar de esa duda.
¿Y se trata con el mismo método que los ataques de ansiedad?
Sí. Con los cuatro pasos. La persona tiene que exponerse hasta dejar de tenerle miedo a ese pensamiento.
Aunque haya experiencias comunes, todas las personas somos diferentes: ¿tú dirías que el miedo es el mismo para todos, es una experiencia común, una sensación universal?
Sí. El miedo es el mismo para todos: una herramienta maravillosa que nos avisa de peligros. Pero a todos se nos puede desconfigurar. Y, entonces, es como la alarma del coche que suena a cualquier hora del día o de la noche y con un volumen brutal. La buena noticia es que se puede volver a configurar.
¿Cuál es la situación o las situaciones que más ataques de pánico nos generan según los testimonios que has recogido?
Cuando estás sensibilizado sueles evitar coger el tren o el avión porque piensas que si te da el ataque y no puedes escapar de la situación, sería horroroso. Si la cosa aumenta, dejas de ir a espacios con mucha gente como el centro comercial o al restaurante. Si progresa más, ya no quieres salir de casa. Todo porque tienes un gran miedo a esas sensaciones.
¿Y la más insólita?
No hay ninguna insólita: todas son comprensibles cuando estás muy sensibilizado. Por ejemplo, muchas veces la persona evita ver la televisión o leer periódicos porque las malas noticias podrían provocar el ataque.
En tus libros le das mucha importancia al trabajo personal de cada uno ¿significa eso que debemos saltarnos el paso de ir al médico o incluso de tomar medicación?
No. Ir al médico es lo primero que hay que hacer para descartar cualquier problema fisiológico. Y la medicación también puede ser de utilidad, pero entendiendo que la cura estará principalmente en la psicoterapia.
Entre los testimonios que recoges, hay varios en los que se habla de curaciones en dos o tres meses… entiendo que no siempre es así… ¿Ha hecho un promedio de tiempo de curación?
En los 150 casos que tenemos colgados en Youtube, sería de 7 meses: algunos 3 meses y otros, como el de María José, tres años. Pero es muy importante no tener prisa porque la impaciencia producirá un efecto indeseado: no estaremos aceptando los síntomas y tardaremos más en recuperarnos.
¿Dirías que los ataques de pánico son síntomas de algo o son un problema en sí mismos?
Estar muy estresado puede hacer más fácil caer en los ataques de pánico, que son una trampa mental. Pero una vez en la trampa del miedo al miedo, el problema es independiente: tienes que desensibilizarte y punto. Hay gente muy estresada que nunca tendrá un ataque de pánico y otros, con vidas apacibles, que caerán en él. Hay una relación, pero no totalmente directa.
¿La ansiedad tiene una raíz genética?
Depende del tipo de ansiedad. Por ejemplo, en el TOC parece ser que hay una vulnerabilidad fisiológica. Pero en el caso de los ataques de pánico esa raíz es mucho más débil. Yo creo que a todos nos puede coger un ataque de pánico si tenemos la mala suerte de cogerle miedo a una sensación interna, como que el corazón te vaya deprisa o te duela el pecho.