Trampas del cerebro para no ahorrar
El dinero que entra y sale de tu cuenta bancaria está regido por la lógica matemática; o eso crees, pero la realidad es que depende de tus emociones
La compra emocional ha existido siempre, pero ahora nos vemo expuestos a mayores estímulos a través de los dispositivos móviles
De manera consciente o inconsciente, todos nos comparamos con nuestros semejantes y asociamos el éxito a los bienes materiales
Nada más racional que la economía. El dinero que entra y sale de tu cuenta bancaria está regido por la lógica matemática. ¿Y si te decimos que no es así? Tus decisiones de compra, las que finalmente hacen que tus finanzas personales estén en mejor o peor estado, responden a mecanismos emocionales y por algunas 'trampas' que te tiende tu propio cerebro. Te contamos cuáles son para que sepas identificarlas y, por tanto, poner las bases para que puedas ahorrar.
Comprar de manera emocional
El estado de ánimo influye en la decisión de compra. Para algunas personas, comprar procura un bienestar inmediato. Las compras emocionales nos hacen generar endorfinas y serotonina, moléculas relacionadas con la felicidad. Pero es un bienestar pasajero al que sigue un 'bajón' en forma de arrepentimiento.
La compra emocional ha existido siempre, pero ahora nos vemo expuestos a mayores estímulos a través de los dispositivos móviles. El primer paso para superar este impulso es no depender tanto de estos dispositivos. Y tener claro que las necesidades que nos muestran no son necesidades reales, sino propuestas de un mercado que no siempre hay que satisfacer.
El efecto halo: la falsa compensación
Para algunas cosas, el cerebro es perezoso. Prefiere quedarse con lo último que hayamos hecho, si nos conviene, y pensar que siempre va a ser así. A esto se le llama efecto halo. Técnicamente, es convertir en general algo que ha ocurrido solo una vez.
Este efecto halo nos puede llevar a consideraciones erróneas: por ejemplo, si un fin de semana no hemos salido y no hemos gastado nada, creeremos que siempre vamos a comportarnos así. Una posible derivada es gastar ese dinero que creemos que vamos a ahorrar. Pero la realidad, es que sigues saliendo, has gastado y el ahorro no es tal.
La trampa de costes hundidos: no reconocer los fallos
Para algunos expertos, la educación financiera debería enseñarse en el colegio. La realidad es que esta falta de educación hace que tomemos decisiones equivocadas. Hasta aquí, algo lógico. ¿Qué hace que no corrijamos el rumbo? A eso se le llama la trampa de costes hundidos, cuando se piensa que el fallo ya está cometido y es irremediable. A todos nos ha pasado alguna vez: ver que una compañía telefónica, por ejemplo, es mucho más cara que otra y seguir en la misma. ¿Por qué? los expertos achacan este comportamiento a una mezcla de orgullo, autodefensa o simple pereza.
Esta trampa está relacionada con el efecto de la contabilidad mental. Esta trampa nos hace gastar cuando recibimos una cantidad de dinero imprevista, ya sea por cobrar una deuda o haber ganado un juego. El valor del dinero siempre es subjetivo y solemos deshacernos de él de manera fácil cuando llega de forma inesperada.
Pérdida de oportunidad
Creer que estamos ante una oportunidad que no va a volver a darse es otra trampa habitual. ¿Cuándo pasa esto? Por ejemplo, cuando ves ese viaje rebajadísimo, esa prenda que no podrías comprarte si no está de súper rebajas... El miedo a perder eso que parece una oportunidad hace que caigamos en la compra precipitada.
La realidad es que existen unas estrategias de marketing pensadas para que creamos que estamos ante una oportunidad que no debemos dejar pasar, aumentadas, además, por el alcance de las redes sociales, una combinación perfecta para gastar nuestros ahorros.
El presitigio social
De manera consciente o inconsciente, todos nos comparamos con nuestros semejantes. Creemos que el compañero que acaba de comprarse una casa tiene más éxito que nosotros, por poner un solo ejemplo. El entorno social ejerce cierta presión, de manera que siempre tiene que parecer que nos va bien.
Analiza cuántas de las compras que has hecho últimamente responden a necesidades reales o, en realidad, son el reflejo de esa competencia que mantienes con los otros. Cuando lo pienses, piensa también si el éxito debe estar asociado a cosas materiales o a la existencia de una vida más conectada con tus auténticos valores, al margen de los metros de tu casa o de la cilindrada de tu coche.