Todo lo que dicen de ti tus enfados: "No hay que negarlos, pero tampoco vivir ahí"
La coach Sonia Díaz Rois ha creado el Programa GTI (Gestiona Tu Ira), pensado para esas personas que quieren dejar a un lado sus exigencias, perfección y control, para recuperar su tranquilidad y mejorar sus relaciones
"El enfado, al igual que la alegría, es una emoción de aproximación que nos permite acercarnos a otras personas, compartir opiniones y preferencias"
"Dependiendo de cada persona, el enfado se puede manifestar en bruxismo, dolores de cabeza, molestias digestivas, problemas en la piel y agotamiento físico en general"
Sonia Díaz Rois dedicó 20 años de su vida a supervisar el trabajo de los demás. Según cuenta ella misma, la búsqueda del error ajeno y la posterior llamada de atención se convirtieron en una especie de droga. 'Dama de Hierro', 'Terminator' o 'Srta. Rottenmaier' fueron algunos de los apodos que recibió en aquellos años. Y ella, más que satisfecha. Pero un día, esta mujer cuestionó a dónde le llevaba esa vida basada en constantes recriminaciones a los demás. No le gustó el escenario y se formó para ser Coach y Mentora especializada en Gestión de la lra y Eneagrama.
Díaz Rois ha creado el Programa GTI (Gestiona Tu Ira), pensado para esas personas que quieren dejar a un lado sus exigencias, perfección y control, para recuperar su tranquilidad y mejorar sus relaciones. Uppers ha hablado con esta experta.
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¿Por qué es necesario expresar el enfado?
El enfado, junto al miedo, la tristeza, el asco, la alegría y la sorpresa, es una de las emociones básicas. La emoción es movimiento. Sin darnos cuenta, estamos todo el día transitando de una emoción a otra. El enfado, como emoción básica, es necesario para comunicarnos, para expresarnos, para reivindicar adecuadamente nuestros derechos y necesidades.
¿Sirve para poner límites?
La intención del enfado es cuidar de nosotros, proponiéndonos que en determinadas situaciones nos replanteemos establecer ciertos límites, de manera adecuada y adaptativa. El enfado, al igual que la alegría, es una emoción de aproximación que nos permite acercarnos a otras personas, compartir opiniones y preferencias. También nos permite abrir un diálogo para llegar a acuerdos y encontrar puntos intermedios.
¿Qué pasa si no expresamos nuestro enfado?
Si no escuchamos el mensaje que nos trae el enfado, si no cuestionamos eso que nos quiere decir, podemos estar tolerando ofensas, intrusiones o injusticias, experimentando una amenaza sin expresarnos y sin hacer nada al respecto.
Si no gestionamos esta emoción cuando aparece y postergamos demasiado, haciendo oídos sordos, puede adoptar la forma de rumiaciones. Esa música de ascensor que nos acompaña en nuestro día a día sin que lleguemos a escucharla realmente, pero que nos molesta, nos interfiere de algún modo ya que si a esta emoción, sin querer, le añadimos esas rumiaciones, esos pensamientos, estaremos dando forma a un sentimiento que puede acabar conectando con la carga emocional del enfado, que es la ira. Y esta se puede manifestar de muchas formas, perjudicando nuestro día a día, tanto el malhumor que la caracteriza como entorpeciendo reiteradamente nuestras relaciones, tanto con uno mismo como con las demás personas.
Si no escuchamos y gestionamos el mensaje que el enfado nos proporciona, podemos transformar esta emoción de aproximación en una emoción que nos aleja de los demás, ya sea porque no lo comuniquemos o porque lo comuniquemos inadecuadamente.
¿Puede afectar a la salud?
La gestión del enfado nos puede afectar tanto por defecto como por exceso. Es decir, a cada persona le puede pasar algún tipo de factura, tanto si reprime y contiene su enfado, como si lo expresa de manera reiterada y no adecuada. Si nos centramos en temas relacionados con la autoestima y la autorregulación, puede existir un gran sentimiento de culpa, por ejemplo, cuando se expresa desproporcionadamente.
Si hablamos de salud física, dependiendo del tipo de persona, se puede manifestar en bruxismo, dolores de cabeza, molestias digestivas, problemas en la piel y agotamiento físico en general. Tenemos que tener en cuenta que ciertos niveles de estrés se perciben como una amenaza y se puede entrar en un círculo vicioso en el que el estrés y el enfado se retroalimentan. A más enfado, más estrés y a más estrés más posibilidades de enfado e irritabilidad.
¿Por qué no lo hacemos nunca o nos enfadamos mucho?
Existen tantos tipos de enfados como personas hay en el mundo. Esto es debido a que no hay enfados, hay personas que se enfadan. Lo que tanto le enfada a uno, puede no enfadarle a otro y viceversa. El enfado está directamente conectado a nuestra propia persona, a nuestra experiencia de vida, a nuestro desarrollo personal, a nuestros valores, a nuestras creencias y al mismo día en cuestión, ya que es posible que un día tengamos más paciencia que otro, dependiendo de lo que hayamos experimentado y de cómo lo hayamos reinterpretado y asimilado.
Algunas personas pueden gestionar adecuadamente su enfado y por ese motivo no parece que se enfadan. Otras personas puede estar intentado controlar su enfado, conteniéndolo y reprimiéndolo, y explotan menos veces pero de una forma más intensa y más desproporcionada porque lo maceran hasta que alcanza su expresión de carga emocional, la ira, y este se manifiesta en formato iracundo.
Existen otro tipo de personas que parecen estar constantemente enfadadas por casi todo y lo hacen de una forma más reiterada, pero menos explosiva. Estas son las personas que están entre el enfado y la ira, las personas cabreadas, a las que casi todo les parece mal y viven con un constante goteo de malhumor, que no llega a ser tan grave como para prestarle atención, pero si les resta calidad de vida.
¿Es posible explicar bien un enfado a la persona con la que tenemos una discrepancia?
Explicar el motivo de nuestro enfado debería resultar sencillo siempre y cuando partamos de la base de que nos conocemos y disponemos de cierta soltura a la hora de comunicarnos. La empatía y la asertividad nos abrirán muchas puertas a la hora de expresarnos, ya que estaremos haciéndonos respetar, a la vez que respetamos a esa otra persona con la que nos estamos comunicando, teniendo en cuenta y en consideración su punto de vista.
Ciertas herramientas y técnicas, como hablar desde uno mismo y concretar el tema específico sobre lo que se habla, evitando las generalizaciones que no llevan a solución alguna, son fundamentales para salir airoso en una conversación que esté basada en el enfado.
Además de enfadarnos ante una situación injusta, ¿también tenemos que escuchar a la otra parte?
Además de querer que se nos entienda y hacer todo lo posible para que esto ocurra, escuchar a la otra parte es igual de importante. Es crucial poner foco en lo que queremos conseguir, partiendo de la base de querer llegar a un acuerdo, buscar una solución. También será clave fundamental no esperar el mismo resultado que estamos ofreciendo nosotros, ya que no siempre lograremos que nos comprendan. Este último punto es importante ya que la frustración de no sentirse comprendido cuando estamos enfadados, puede generar más enfado y lo que queremos evitar sí o sí, es echar más leña al fuego.
¿Por qué hay gente que nunca se enfada?
Si se ha logrado alcanzar un estado de iluminación y aceptación suprema, posiblemente esa persona no se enfade. Pero estos casos son contados ya que estaríamos hablando de un nivel supremo que pocas personas experimentarán.
Lo más habitual suele ser que la persona no se enfade porque:
- Pasa de todo y experimenta una pereza o desidia existencial.
- Tiene una alta tolerancia a la frustración y expresa su enfado de manera tan adecuada que no conecta con la ira.
- Reprime y contiene esta emoción.
Me atrevo a decir que todos nos enfadamos, pero lo expresamos y manifestamos a nuestra manera. Algunas hacia adentro y otras hacia afuera, ya sea de manera más o menos adecuada o adaptativa.
¿Por qué hay gente que siempre está enfadada?
Además de que nuestro tipo de persona puede tener una tendencia más acusada a esta emoción, también se puede dar por patrones de conducta adquiridos, ya sea en nuestra infancia o en relaciones adultas. Puede tratarse de un mecanismo de defensa que se incorpora como habitual para defenderse y sentirse fuerte, ya que así se van salvando obstáculos. Si sentimos miedo, si detectamos una amenaza, pueden ocurrir tres cosas básicamente: salir corriendo, quedarse bloqueado o decidir enfrentarse si se considera que uno cuenta con recursos suficientes para hacer frente a esa supuesta amenaza. La opción de lucha es la que nos conecta con el enfado.
Las personas más idealistas y que se generan unas altas expectativas a futuro, respecto a la realidad por ejemplo, también pueden mostrar una tendencia mucho más acusada cuando no se cumple lo que habían previsto imaginado. Básicamente, cuanto más distancia hay entre lo que esperamos y lo que finalmente ocurre, puede ocasiones la gran mayoría de nuestros enfados: esa realidad que se esperaba, no se está cumpliendo.
Tres tips que ayuden a mostrar su enfado entre las personas demasiado complacientes.
- Habla desde ti, es tu opinión.
- Exprésate, posiblemente otras personas estén interesadas en saber qué piensas y así tendrán la oportunidad de conocerte.
- Está bien poner límites adecuadamente y expresar lo que piensas, de vez en cuando es necesario decir que no.
Tres tips para regular los enfados de quien siempre está enfadado.
- Piensa que quizás no siempre tienes la razón y escuchar otros puntos de vista y observar otras formas de hacer puede ser bien interesante.
- Relativiza y párate a pensar de vez en cuando si todo ese despliegue de energía es necesario, quizás podría resolverse de otra manera.
- Recuerda que la gente no amanece pensando en fastidiarte el día y evita depositar tantas expectativas en los demás.
¿Qué hay que decirse cuando uno nota que se está enfadando?
Es habitual que, sin un entrenamiento previo, no dispongamos de este margen para decirnos algo. El mejor resultado que se obtiene es trabajar el enfado sin estar enfadado para crear memorias futuras y alternativas, y generar más distancia entre lo que sucede y la propia reacción. Cuando se empieza a trabajar el enfado, el primer paso es darse cuenta de que está ocurriendo y a partir de ahí es cuando se puede empezar a trabajar sobre todo lo que no se ha observado hasta ese momento.
¿Sirve eso de contar hasta cinco?
Bajo mi punto de vista, experiencia y lo que he observado hasta ahora, no. Yo no lo recomiendo. Si ya se ha trabajo el enfado previamente, entonces sí es posible que funcione igual de bien como puede ser optar por retirarse para respirar y recuperar la calma.
¿En qué se diferencia un enfado, un acceso de rabia, con la ira?
Mi diferenciación básica parte de comprender la diferencia entre ira, cabreo y enfado. El enfado ya hemos visto que es una de las emociones básicas y es neutra, ni buena ni mala. Nos trae un mensaje y nos anima a que lo cuestionemos para hacer algo con ello de manera consciente. Algunas veces no será necesario ni enfadarse y en otras ocasiones quizás sí sea necesario conectar con la ira para salvar el propio pellejo.
El cabreo sería como una transición entre ira y enfado. Es ese hábito que se ha adquirido en el que se vive no estando conforme con casi nada y nos pasamos media vida refunfuñando por casi todo. Puede ser por patrón adquirido o desconocimiento emocional, ya que pensamos que no se puede hacer de otra manera y vivimos sin danos cuenta bajo los efectos del estrés, la autoexigencia, la idealización… El cabreo es lo que marca el punto de retorno o no en el que podemos volver a conectar con la neutralidad del enfado, sin ir más allá. Si el punto de retorno ha sido superado, acabaremos conectando con ataque de ira. Ese momento en el que se pierden los papeles y decimos cosas de las que luego nos arrepentimos. Ese instante en el que se nubla la razón.
¿Qué ocurre en nuestro ánimo para pasar de la rabia a la ira?
El cabreo puede transformarse en ira cuando se sostiene en el tiempo. Cuando hace ya demasiado tiempo que esas rumiaciones nos acompañan. Ese sentimiento (recordemos el hilo musical que está ahí, pero que no somos capaces de detectar), se transforma en carga emocional y cuando llega esa gota que colma el vaso, se explota de mala manera. La ira se produce cuando el pensamiento alimenta a la emoción durante un tiempo prologando y la predisposición a la ira es mayor.
Tres frases que decirle a tu pareja cuando está enfadado para que pueda regularse.
Poco se puede decir a alguien que está cabreado si antes no se ha pactado y acordado este momento.
- No le digas que se calme y evita ser condescendiente.
- Escúchale, permite que se exprese y haz lo posible por comprenderle. El enfado lo que busca es ser escuchado y comprendido.
- Si tú eres la persona que 'recibe' ese cabreo, enfádate de manera adecuada y pon tus límites, pero cuando esa persona ya esté calmada (no durante), hablándole desde tus necesidades y desde lo que tú necesitas, sin acusar para evitar que se ponga a la defensiva y deje de escucharte.
Es muy interesante acordar este momento antes de que se inicie el estallido para anclar el momento a una palabra o frase, pero tiene que acordarse entre los dos y entrenarse poco a poco.
¿Qué les dirías a esas personas que nunca se enfadan?
Aprender a comunicarte de manera asertiva te puede abrir las puertas a una nueva forma de relacionarte con los demás y contigo.
¿Qué les dirías a esas personas que viven enfadadas?
Aprender a delegar, a confiar en la vida y en otras personas, te permitirá vivir de una manera más relajada y con mejores relaciones. Ahí es donde verdaderamente encuentras esa calma y ese control que tanto persigues.