"Me ha dado ansiedad al empezar las vacaciones": cómo puedo manejarlo durante mi descanso cerebral
El cambio repentino en la rutina puede desembocar en un estado de angustia también conocido como estrés vacacional
La neurocientífica y piloto de helicópteros Ana Ibáñez nos ofrece las claves para cambiar nuestro tipo de energía
Ana Ibáñez o cómo entrenar el cerebro para transformar tu vida: "Desactiva el estado de emergencia"
Es posible que después de pasar todo el verano pensando en coger las ansiadas vacaciones y desconectar te haya ocurrido que cuando llega el momento, en vez de relajarte y disfrutar, te has visto atrapado por la ansiedad. Abandonar de golpe la rutina y el trabajo cotidiano a veces no es tan sencillo. Al cerebro le cuesta acostumbrarse a la nueva situación y necesita una adaptación. Además, el cambio de actividad radical puede desembocar en un estado de angustia también conocido como estrés vacacional. La ingeniera especialista en neurociencia Ana Ibáñez nos explica qué podemos hacer para controlar nuestros estados emocionales durante nuestro descanso cerebral.
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"Los estados de ánimo son la consecuencia de una emoción predominante que se ha quedado alojada en ti durante un tiempo", nos dice la autora de 'Sorprende a tu mente' (Planeta) y también piloto de helicópteros. El trabajo, las relaciones personales, las obligaciones familiares nos imponen un ritmo frenético en nuestro día a día que luego a nuestro sistema le va a costar cambiar.
Cambiar de estado de ánimo es posible
Pero cambiar de un estado de ánimo a otro es posible. Para ello, según Ibáñez, hay que fijarse "en la energía que sientes". " Mira si es pesada, si es ligera, si es lenta, si es fría, si es caliente. Suena un poco raro, ¿verdad? Pues te aseguro que es la manera más directa para que entiendas y cambies tu tipo de energía y, con ello, tu estado de ánimo".
"Es muy intuitivo. Si te sientes triste, estarás sumido en una energía lenta, pesada, oscura. Si tu cerebro y tu cuerpo generan energía más rápida, ligera y colorida, te sentirás mejor. Pero al principio no la generan ellos: eres tú quien tiene que generarla. Ellos están ocupados produciendo energía triste. Tienes que sorprenderlos y recordarles que también pueden generar otra energía más alegre, la energía propia de emociones más positivas", desarrolla la experta.
En definitiva, nuestro estado de ánimo es un fenómeno dinámico, que depende de las situaciones a las que nos exponemos, pero sobre el que somos capaces de influir. "Para salir de un estado de ánimo, lo primero es querer salir de ese estado de ánimo. Sé que cuesta, pero se es capaz de lograrlo", insiste Ibáñez.
Energías lentas, frías y oscuras
"Para salir de energía lenta tienes que generar energía más dinámica. ¿Cómo lo haces? Pues como sea. Muévete, salta, baila, agita los brazos. Acelera tu respiración con el método que te resulte más sencillo. Puedes forzarte a hacer respiraciones más rápidas con tu abdomen. Ponte en mente que tu misión es acelerar tu energía: el cómo lo vas a saber decidir tú intuitivamente", expone la neurocientífica.
Pero si nos sentimos apáticos o sentimos poca emoción, eso es síntoma de que nuestra energía es fría y es necesario calentarla. ¿Cómo? "Exponiéndote a luz cálida (no es un misterio que en los países con más sol la gente tiende a ser más pasional), dándote un baño caliente, estando cerca de un fuego, encendiendo una vela, dándote un masaje con aceites, lo que se te ocurra. De nuevo, en tu interior sabes cómo calentar energía", prosigue Ibáñez.
"Y si tu energía es oscura, pesimista, busca energía colorida. Mete color de alguna manera por tus sentidos: de nuevo, recurre a cualquier herramienta que te sirva. Vístete con color, mira cosas coloridas, recuérdate en tus momentos al sol o en un paisaje alegre de mar o montaña con colores bonitos, recrea el color en ti", añade.
"Por último, una gran manera de cambiar nuestra energía es a través de la postura corporal. Cuando nuestra postura es abierta, con los hombros bien abiertos, las piernas estiradas y la cabeza alta, generamos más energía que cuando estamos encorvados, con los hombros caídos y la cabeza baja", finaliza Ibáñez.