¿Qué es ser emocionalmente rico? Tres maneras para conseguirlo y alcanzar la felicidad
Según los últimos estudios en Psicología, buscar la felicidad en cosas superficiales, paradójicamente, nos lleva a la infelicidad
Permanecer abierto a nuevas experiencias y asumir que lo importante escapa de nuestro control nos hace emocionalmente ricos
Pensar que todo debe ir bien para estar bien nos aleja de la felicidad genuina, la que se consigue desde el interior
Aterrizados de las vacaciones, hacemos balance: ¿cómo de bien lo hemos pasado? ¿Cuánto hemos disfrutado? Y la gran pregunta: ¿hemos sido realmente felices en esos días en los que el único objetivo es estar bien? Puede que las respuestas no sean satisfactorias. Y no sería raro. Los últimos estudios sobre felicidad muestran que la búsqueda permanente de disfrute y bienestar no siempre da resultados.
Ni voluntad ni hábitos
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En esa búsqueda constante nos dicen que la felicidad es irradiar buenas 'vibras', estar al margen de emociones negativas y lanzar una y otra vez corrientes de energía positiva. Como si con la simple voluntad de ser feliz y la receta infalible de los famosos buenos hábitos -alimentación adecuada, ejercicio, descanso reparador, control del estrés- estamos encarrilados en la senda de la felicidad.
Incluso después de darnos un atracón de libros sobre cómo ser felices, repetir mantras bientencionados y desplegar toda nuestra capacidad compasiva, la vida puede seguir siendo dura. No es que lo estemos haciendo mal o que estos hábitos sean inútiles, es que no estamos dirigiéndolos en el sentido correcto. Según una investigación de la psicóloga Kristen Lee, profesora de Ciencias del Comportamiento y autora del libro 'El valor del riesgo', perseguir la felicidad y creer encontrarla en aspectos superficiales de la vida es un error en sí mismo. Dicho en su terminología, nos hace "emocionalmente pobres". Entonces, ¿se puede ser emocional o psicológicamente rico?
Una vida bien vivida
La investigación de esta experta muestra que en una vida bien vivida, plena, con proyectos, éxitos y fracasos, gran parte de todas esas dinámicas escapan a nuestro control. La psicología explica que las personas emocionalmente ricas están abiertas a crecer y pasar por las experiencias que van unidas a ese crecimiento. Y no siempre son buenas. En muchos casos, la felicidad se identifica con pasarlo bien y tener una vida cómoda y sin preocupaciones. Sin embargo, hay posicionamientos vitales más realistas y también más beneficiosos para el auténtico bienestar. La riqueza emocional no está marcada por una vida simplemente apacible ni está relacionada con las publicaciones agradables que muestran las redes sociales.
La riqueza emocional es un nuevo concepto que aúna curiosidad por la vida, alegría por lo que hacemos o experimentamos y apertura. La variedad es clave porque nos ayuda a encontrar nuevas perspectivas, incluso cuando no nos va bien y estamos alejados de la felicidad estándar o 'controlada', otro concepto de nueva creación que nos puede instalar en la rigidez, monotonía y resignación, precisamente los antónimos del bienestar.
¿Hay maneras de convertirnos en personas emocionalmente ricas? Según Kristen Lee, existen tres formas.
No tengas miedo a asumir riesgos
Tener el coraje de tomar decisiones incómodas o arriesgadas nos ayuda a desarrollar una trama profunda de experiencias que enriquecen nuestra visión de la vida. Cuando abrazamos la novedad y la variedad, evitamos caer en el riesgo de la monotonía y entramos en un campo de crecimiento interior. Es cierto que puede haber consecuencias indeseadas, pero también son valiosas como aprendizaje. Como se dice en algunas escuelas de negocio: "Unas veces se gana y otras se aprende".
Sé abierto y no te aferres al sufrimiento
El dolor, el sufrimiento o las decepciones son las cosas que más impactan en las vidas aparentemente perfectas. Nos escondemos entonces del mundo. Lamentamos que las cosas no vayan como deben ir, y, paradójicamente, nos aferramos a ese dolor. Para esta psicóloga, estamos desaprovechando la oportunidad de aprender de estas lecciones de vida y de afrontar los retos que nos harán ricos desde el punto de vista emocional. A través de las malas experiencias podremos poner en práctica la compasión, el desapego, la regulación emocional y la capacidad de interacción con los demás; es decir, la creación de vínculos fuertes con la comunidad, uno de los seguros de las personas realmente felices.
Evita la tiranía de las emociones positivas
Mostrarse siempre feliz es una de las señales de la positividad tóxica o de lo que algunos expertos llaman 'la tiranía de las emociones positivas'. Asumamos que la felicidad perpetua no existe. La tristeza, el dolor, el miedo o la ira son respuestas funcionales ante determinadas circunstancias. Las necesitamos para sobrevivir y para vivir bien. Sentirse mal por estar mal es inútil y es probable que dejemos de hacerlo al comprender que incluso ese momento cumple una función concreta en el delicado entramado del bienestar.
De hecho, según advierte Lee, la felicidad se escapa cuando creemos que todo tiene que ir bien para que estemos bien. La felicidad, señalan los expertos, emana del interior, cuando sabemos que respondemos a un propósito para el que habremos discurrido por un camino de experiencias buenas, malas, dolorosas, gozosas y siempre abundantes en sensaciones, las mismas que dan color, perspectiva y profundidad al viaje de la vida.