Sentir tristeza o experimentar poco interés por la vida puede ser normal en algunos momentos, especialmente si coincide con etapas de cambio, de incertidumbre o de circunstancias adversas. Lo más habitual es que nuestros propios recursos emocionales y el paso del tiempo nos hagan superar los momentos de 'bajón'.
Sin embargo, cuando ese malestar que nos hace sentirnos tristes se produce de manera sostenida y sin un motivo aparente, puede que estemos bordeando la depresión. Entre los síntomas más habituales, precisamente esa sensación de tristeza y, lo más obvio, las ideaciones suicidas. En ese caso, es urgente acudir a ayuda profesional.
Pero la depresión no solo tiene esta cara manifiestamente triste. Existe, de hecho, la depresión sonriente, aquella en la que la persona afectada no muestra signos de pesar en sus hábitos ni en su comportamiento diario. Sus ganas de ser aceptada por el entorno le hace fingir una situación de bienestar que realmente no disfruta.
Estos pacientes esconden sus sentimientos de angustia en la esfera pública, y a veces también en la privada, pero se sienten desapegados de la vida. La sensación de tristeza interior aumenta de manera exponencial cada día. También requieren ayuda profesional, cuanto antes, mejor, para poder salir de ese bucle de desesperanza.
En los últimos tiempos, la depresión puede expresarse de otras maneras, además de las ya mencionadas. Aparece a través de síntomas que nadie relaciona con la depresión, sino, en muchas ocasiones, con la edad o con circunstancias vitales.
Uno de los expertos que más sabe de esta depresión inadvertida es el psiquiatra americano Daniel Gregory Amen. En este reel de Instagram, @doc_amen señala las señales menos obvias de que se puede estar sufriendo una depresión.
Si de repente te olvidas de cosas, como una cita o algo que era importante, no es que los años estén mermando tu memoria. O quizás sí. Pero si se combina con estado de ánimo bajo y con poco interés por cosas que antes te gustaban o te interesaban, puede ser un indicio de depresión.
No tener ganas de comer, comer menos y bajar de peso, cuando no hay ninguna razón médica ni se está intentando adelgazar, es otro indicio de que hay un desarreglo emocional. La pérdida de apetito también puede venir acompañada de otros trastornos estacionales, como la astenia primaveral o la invernal.
Comer a todas horas, arrasando lo que hay en la nevera, es otra señal ignorada que señala hacia la depresión. El placer de la serotonina que ofrecen ciertos alimentos, especialmente los carbohidratos y los azúcares, hace que comer (no siempre lo más sano) se convierta en un refugio de las personas que se sienten tristes. Cualquier apetito desaforado, que no responde a una causa lógica, es indicio de un desarreglo emocional.
Un buen descanso es imprescindible para la salud mental. De hecho, una mala calidad del sueño está relacionada con algunos tipos de deterioro cognitivo. Las personas deprimidas suelen despertarse por la noche con pensamientos negativos en la cabeza. Este tipo de rumiación les impide volver a dormir y suele dar como resultado un mal descanso. Se produce, entonces, un círculo vicioso: dormimos mal porque no nos sentimos bien, y no nos sentimos bien porque dormimos mal.
Tener una atención disipada, sobreestimulada o, por el contrario, atónica, puede ser otra señal de depresión. Los problemas de concentración, con pensamientos intrusivos que nos impiden acabar las tareas son típicos de algunos estados depresivos.
Según explica en sus redes el doctor Amen, conviene diferenciar esta incapacidad para concentrarse del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). En el primer caso, la falta de atención suele estar asociada a otros síntomas, como son dormir mal, y desaparece cuando el estado de ánimo mejora. En lo que respecta al TDAH, la imposibilidad de focalizar en una tarea se da durante todo el día.