Como cada 21 de septiembre, se celebra el Día Mundial del Alzhéimer, una enfermedad que, solo en España, afecta a alrededor de un millón de familias. Se trata de una de las enfermedades con más investigación, pero ante la que no se ha llegado aún a una cura ni a un tratamiento eficaz que revierta su progreso en las personas afectadas. Pese a ello, hay otro punto en el que sí que existen mayores avances: en su prevención.
Sí, la demencia puede llegar a prevenirse, pero en cuestión de una serie de factores que promueven su aparición y sobre los que se puede actuar. Sin embargo, existen otros que, por mucho que queramos, no podemos cambiar, como la edad o el sexo. Al igual que a partir de los 65 años existe un mayor riesgo de padecer demencia, las mujeres son las principales afectadas por el alzhéimer, por encima de los hombres. Y eso, claro, sin olvidarnos de los factores genéticos.
Entonces, ¿cuáles son los principales factores que sí que podemos trabajar para prevenir la aparición del alzhéimer? Pues uno de ellos es la educación, pues algunos estudios han apuntado como un nivel educativo bajo puede ser un factor que predispone la aparición de demencia. Por ello, mantener el cerebro activo le aporta protección cognitiva, especialmente a partir de determinadas edades, por lo que se aconseja estar siempre en constante aprendizaje.
No obstante, hay otros factores que quizá nunca se han asociado al alzhéimer, como el riesgo cardiovascular. Un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) confirmaba el vínculo que existe entre ellos, sosteniendo que controlar la hipertensión, el sedentarismo, la diabetes, el consumo de alcohol o el colesterol no solo protegen la salud cardiovascular, sino que también la demencia.
Derivado de esto, para controlar que todos esos factores se mantengan en unos índices favorables es necesario llevar una buena alimentación. Se ha demostrado que la dieta mediterránea hace que la diabetes, la obesidad o la hipertensión estén controlados. Por su parte, también entraría el ejercicio físico, que actúa como protector ante algunos factores que pueden favorecer la aparición de demencia.
Ante tal evidencia, los expertos señalan que llevar un estilo de vida saludable y adecuado puede ser de ayuda para evitar gran parte de los diagnósticos de alzhéimer. Además, avisan que, debido al aumento de la esperanza de vida y ser una enfermedad asociada a la edad, son más los casos diagnosticados y las personas afectadas.
En todo caso, existen factores psicológicos a los que hay que prestar especial atención, como la depresión. Pese a ser un factor de riesgo, lo cierto es que todavía no se ha llegado a una conclusión sobre este caso al no haber comprobado si es una causa o efecto. A ello también se le suma el aislamiento social, muchas veces asociado a la soledad no deseada en la vejez. Debido a su asociación a un mayor riesgo de demencia, se recomienda promover la interacción social, especialmente a partir de determinada edad o en personas con algún tipo de problema, como puede ser la sordera.
A lo largo de estos años no son pocas las investigaciones que han logrado dar con fármacos o suplementos que podrían ralentizar su aparición o su progreso. Este mismo verano la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó un medicamento contra el alzhéimer por su eficacia probada para ralentizar el curso de esta enfermedad que destruye la memoria.
También hace un año las farmacéuticas Eisai y Biogen presentaban un nuevo fármaco experimental contra el alzhéimer que frena el deterior cognitivo en las fases iniciales de la enfermedad, bajo el nombre de Lecanemab. Pese a la esperanza, en Europa todavía no se ha aprobado su uso. Además, pese a que se produjese su comercialización, en principio su aplicación en España sería complicada al ser unas terapias costosas.
Otro punto en contra, al menos en nuestro país, es el fracaso del Plan Integral de Alzhéimer y otras Demencias que llegó a ser aprobado por el Consejo Interterritorial de Salud, pero que sigue sin salir adelante. Entre sus problemas principales, el económico, sin presupuesto alguno para su ejecución real pese a la demanda de las más de cinco millones de personas afectadas en nuestro país entre enfermos y familias.
Precisamente los familiares y los cuidadores también sufren los efectos de la enfermedad debido al estrés que provoca o los problemas que se pueden llegar a tener para conciliar los cuidados con el trabajo y la vida familiar.
Una tarea que suele recaer en los hijos, que son ahora los que deben cuidar de sus progenitores debido a su dependencia y que puede crear problemas entre familiares, para lo que es esencial una buena organización entre todos para acompañar a la persona si se quiere evitar cualquier disputa. Pero no solo eso, también aprender sobre la enfermedad o adaptar bien las estancias de la casa.
El diagnóstico no siempre se recibe fácilmente, ni por el afectado ni por su entorno cercano, por eso es esencial saber cómo actuar y qué hoja de ruta seguir una vez se tiene el diagnóstico: