El filósofo rockstar que ayuda a vivir con los recuerdos dolorosos: "Cuanto más lo evites, más efecto rebote"
Charles Pépin, uno de los pensadores más leídos del mundo, sorprende con una manera diferente de vivir con nuestros recuerdos, incluso los más dolorosos
Su último libro, 'Vivre avec son passé', aún no se ha traducido al español, pero avanzamos sus propuestas
Queramos o no, lo que fuimos y vivimos nos define. El intelectual nos sugiere cómo convivir con ello para alcanzar la felicidad
A Charles Pépin no le vale el discurso del aquí y el ahora. No cree en ese arte de vivir el presente como si no hubiese un pasado que nos han vendido durante décadas. No será él, por tanto, quien corrobore lo que decía, por ejemplo, Oscar Wilde, de que si nunca se habla de una cosa, es como si no hubiese sucedido. Ni el tiempo ni la distancia traen consigo el olvido. Lo sabe y lo remarca en 'Vivre avec son passé', el libro que acaba de publicar y ya está triunfando en las librerías francesas. Con él en la mano, nos permitimos compartir qué propone hacer con esos recuerdos que nos amargan la vida, condicionan o impiden avanzar.
Una estrella de rock en la filosofía
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"El pasado forma parte de la vida, nos define como humanos y podemos descifrar en él las pistas que nos permitirán ser felices. La felicidad depende de esa capacidad de reconstruir, en lugar de ignorar, esos pensamientos que nos asaltan, a veces de forma violenta. Debemos mirar a él para no quedar atrapados en nuestros recuerdos", dice. Autor de bestsellers como 'La confianza en un mismo', 'Las virtudes del fracaso' o 'El reencuentro', Pépin está considerado casi una estrella de rock en el mundo de la filosofía y ha sido traducido a una veintena de idiomas.
Para escribir su última obra, el filósofo, periodista y novelista, nacido en 1973, ha convocado a los grandes pensadores de la historia y junto a su gato Hermes, con el que convive en el distrito parisino de Marais, uno de los más bohemios y auténticos de París, ha elaborado un manual de gran utilidad. "El pasado -dice- sintetiza lo que fuimos y lo que nos dio o no confianza en nosotros mismos. Los éxitos y fracasos nos llevaron a ser como somos. El pasado está en nuestra percepción del mundo, en el modo de sentir, vivir, pensar y avanzar hacia el futuro". Si todo quedó grabado a fuego, ¿qué más se puede entonces decir?
El ejemplo de Semprún después de su vivencia en Buchenwald
Pépin cita a Jorge Semprún. Este intelectual y político, ministro de Cultura en España durante el gobierno de Felipe González (1988-1991), pasó un tiempo en el campo de concentración de Buchenwald, uno de los primeros utilizados por los nazis en territorio alemán. Durante años, trató de ignorarlo y hablaba de una especie de amnesia voluntaria, necesaria si quería seguir viviendo. "Tengo que olvidar lo que pasó", pensaba. "Igual que le ocurre a algunas mujeres después de ser violadas, lo que Semprún mostraba es que a veces necesitamos olvidar para seguir adelante. Pero, cuidado, llega un momento en el que hay que afrontar este pasado y tratar de identificar qué paso. Son episodios que debemos aceptar, reprocesar y recomponer para no quedarnos estancados con nuestro pasado", explica el filósofo.
Escribir en el momento habría sido su suicidio
¿Cómo hizo Semprún? Al político se le planteó el dilema de escribir sobre un pasado que inevitablemente le llevaría a Buchenwald, o limitarse a vivir el presente. Reconoció que, de no haber mediado el paso del tiempo, lo primero le habría llevado al suicidio. Su cabeza arrastraba permanentemente el olor más importante de un campo de concentración, el de la carne quemada. Era un olor vivo. "¿Qué haces con el recuerdo del olor a carne quemada?", se preguntaba en una entrevista para El País.
Semprún pudo finalmente recuperar esa memoria con la perspectiva que le dio la edad. "En el crepúsculo -confesó en esa misma entrevista- la memoria se hace más tensa, pero está más sujeta a las deformaciones". Lo único que no pudo explicar y lo más terrible fue el recuerdo del olfato. "Ese olor se va a ir conmigo como ya se ha ido con otros".
La pretensión de Pépin en 'Vivre avec son passé' es que el pasado sirva de impulso para seguir adelante. Y dice que la gran trampa que deberíamos evitar es la ilusión de dejarlo ir, como si con ello pudiésemos soltar lastre. "Sería iluso pensar que las cosas se olvidan o que podemos hacer algo para que desaparezcan. La psicología ha demostrado que existe un efecto retorno. Cuando tratas de evitar algo, vuelve involuntariamente".
Intenta no pensar en este oso
Recuerda la teoría de los pensamientos no deseados que avanzó Dostoyevski en su libro 'Apuntes de invierno sobre impresiones de verano': "Intente imponerse la tarea de no pensar en un oso polar y verá al maldito animal a cada minuto", escribió este autor. "Cuanto más lo evites, más efecto rebote habrá. Lo peor es que funciona, sobre todo, a largo plazo, provocando que el regreso a ese pasado que antes se evitó sea aún más violento".
Con las reflexiones de pensadores como Semprún, Henri Bergson, Nietzsche, Marcel Proust o Jacques Brel, expone un planteamiento muy vitalista de sobrevivir a nuestro pasado sin necesidad de olvidar. Incita a cuestionarlo, analizarlo e intervenir en él para hacer algo nuevo a partir de los recuerdos. No se vale solo de la filosofía, sino que echa mano de algunas terapias que está utilizando la neuropsicología con pacientes que vivieron hechos especialmente traumáticos. "La posibilidad de intervenir en ellos, aunque sea doloroso, es una promesa de felicidad", indica.
Tres maneras de deconstruir el pasado
Expone, por ejemplo, la técnica llamada reparenting, que consiste en reconstruir el pasado para reparar el momento que nos hizo daño. En lugar de insistir en que agua pasada no mueve molinos, invita a conectar con aquello que nos lastimaba de niños para darle una forma diferente que nos permita confiar de nuevo en nosotros mismos. Esta terapia enseña cómo trabajar cada herida emocional de la niñez, incluso las que a simple vista parecen irrelevantes.
Otra de sus propuestas es tratar de almacenar nuevos buenos recuerdos que, aunque no borren los malos, permiten que vayan al fondo de la conciencia. "Aprovechemos la capacidad de devolver a la vida las cosas hermosas. Tomémonos un tiempo para imprimir fotos y mensajes y almacenarlos en cajas. Si no en la nube, pero dejando que se mantengan en caliente para recuperarlos". Reconoce que las redes sociales y las nuevas tecnologías no nos lo ponen demasiado fácil por el almacenamiento inaudito de datos e imágenes. Deberíamos seleccionar qué archivar y ordenar, en lugar de dejar en manos de nuestros móviles inteligentes la decisión sobre qué archivar o eliminar.
La tercera de sus terapias consiste en hacer una recapitulación creativa, repensar el pasado para recomponerlo. "La neurociencia nos enseña que, al contrario de lo que pensábamos, la memoria es dinámica y está en movimiento. Nuestros recuerdos no son como una partitura a la espera de ser interpretada, sino que debemos repensarlos.
Pépin advierte que no pretende hace metafísica erudita, sino que su voluntad, expresada en muchas ocasiones, es ayudar a las personas con el convencimiento de que cabe la posibilidad de una vida mejor. Por eso presenta su nueva obra como un manual práctico para provocar momentos positivos a lo largo de nuestra existencia e insiste en que nuestra felicidad depende de nuestra capacidad de vivir bien con ese pasado registrado en nuestras células.