Los bocazas están arruinando el mundo: los beneficios de cerrar el pico
El exceso de ruido y la sobrecarga de información impacta de forma negativa tanto en nuestra salud física como mental
Aprender a callar y escuchar en vez de enfrascarse en discusiones interminables puede ser una solución a muchos problemas del día a día
El poder de mantener la boca cerrada: cuando callarte te hace prosperar, caer mejor y estar más sano
Vivimos en tiempos de cháchara infinita, de urgencia por llenar cada silencio con un ruido atronador que normalmente tiene un único protagonista: nosotros mismos. Según un estudio de la Universidad Rutgers, en una conversación solemos pasar el 60% del tiempo hablando de nuestras cosas, porcentaje que puede subir al 80% en una red social. Nos encanta sentirnos el centro de atención, incluso aunque en realidad nadie nos esté escuchando. Es la época más ruidosa de la historia pero dialogamos entre nosotros menos que nunca, como denuncia Dan Lyons en su libro 'Cállate. El poder de mantener la boca cerrada en un mundo de ruido incesante' (Capitán Swing).
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El ensayista era uno de esos adictos a la charla compulsiva o 'talkaholics' incapaces de contenerse verbalmente hasta que terminó descubriendo que tenía un problema y se afanó en ponerle solución. Aguantar la presión social y no intervenir o salirse del parloteo global requiere de un entrenamiento, pero aprender a callar y escuchar en vez de enfrascarse en un debate interminable, discutir y ponerte nervioso puede ser la solución a muchos problemas del día a día.
Niveles más bajos de estrés
El exceso de ruido, la sobrecarga de información a la que estamos sometidos diariamente, impacta de forma negativa tanto en nuestra salud física como mental. Demasiados estímulos sensoriales forman un cóctel de perjuicios para nuestra mente y cuerpo. "A más hipersensibilidad de la persona o más volumen del estímulo, más riesgo habrá sobre nuestra salud auditiva, cardíaca o mental”, explicaba Mireia Cabero Jounou, directora de Cultura Emocional Pública y profesora de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), en Cuídate Plus. El silencio disminuye el estrés al reducir los niveles de cortisol y adrenalina. Y vivir con niveles bajos de estrés va a favorecer la salud del sistema inmunológico.
Lidiar con nuestro yo interior
El silencio ayuda a vivir con una mente consciente, ordenada y que puede lidiar mejor con nuestro yo interior, con menos distracciones, según apunta la profesora de la UOC. Al callar y escuchar es posible conectarte mejor contigo mismo y con todos los que te rodean, porque no estás teniendo la necesidad de hablar y de decir todo lo que se te antoja, sin pensar bien las cosas. Callar te posibilita un mayor autoanálisis e identificar los patrones y tendencias que están afectando negativamente en tu manera de ser.
Solidaridad con nuestro interlocutor
Hablar sin parar suele ser un mecanismo de desahogo, una catarsis, pero también un acto egoísta, porque no se le da la oportunidad a la otra persona a ser escuchada con atención y profundidad. En vez de estar atento a lo que uno quiere decir, hay que concentrarse en lo que la otra persona quiere comunicar, y quitarse de encima la tentación de interrumpir.
Regeneración neuronal
Según con un estudio publicado en la revista Brain Structure and Function en 2013 con ratones, se probó que el silencio fue el único estímulo que ayudaba a largo plazo a la neurogénesis, es decir, al proceso por el que se generan nuevas neuronas a partir de células madre y progenitoras. Es decir, que el cerebro se sirve de los periodos de reposo para deshacerse de los subproductos metabólicos tóxicos que genera la hiperestimulación. A menor impacto de estímulos externos, menos esfuerzo necesita hacer el cerebro.
Cómo disfrutar del silencio
Permanecer en silencio puede parecer una tarea sencilla, pero requiere de tiempo. Para disfrutar de sus beneficios, Cabero sugiere primero buscar un espacio para estar callado, tanto de día de noche, “en momentos productivos de trabajo e, igualmente, cuando estemos relajados”. La especialista sugiere llevar a cabo el ejercicio de reflexionar acerca de qué emociones positivas y negativas nos provoca. Ese silencio debe ir acompañado de quietud. Por ello, es importante relajar el cuerpo y respirar conscientemente. Aprovechar ese tiempo de relajación ayuda a encontrar tranquilidad y armonía interior, un reposo que va a ser mucho más productivo que enzarzarse en discusiones y polémicos debates.