La regla del minuto para tener tu casa ordenada y tu vida, más ligera
El orden es inherente al ser humano, pero, a veces, un exceso de tareas hace que nos resulte difícil mantenerlo: la regla del minuto permite acabar con eso
Hacer cada día las cosas que podemos resolver en un minuto ayuda a mantener el orden y a rebajar la carga mental
La principal ventaja de este método es que corta de raíz la procrastinación
Incluso las personas menos organizadas del mundo se consideran ordenadas a su manera. El orden es inherente al ser humano. Casi todos tenemos que priorizar tareas, empezar por un sitio y acabar en otro. Pero, a veces, especialmente desde la llegada de la famosa multitarea, los quehaceres se van sumando hasta crear una montaña de obligaciones por la que es difícil ascender y, mucho menos, llegar a la cumbre. Lo malo de todas esas tareas que quedan en la columna del 'debe' van tejiendo una red de falta de control. Eso es, ni más ni menos, la famosa carga mental con la que viven la mayoría de las mujeres y cada vez más hombres.
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La buena noticia es que podemos poner coto a este universo de tareas incesantes de una manera sencilla, tan sencilla que es revolucionaria. No se trata de levantarse a las cinco de la mañana u honrar con ceremonias todas y cada una de las obligaciones que tenemos que hacer a lo largo del día. Se trata de hacer en su momento las cosas que podamos resolver en un minuto. Has leído bien: un minuto o dos como máximo.
No más de 60 segundos
A esta estrategia se le conoce como la regla del minuto. Evidentemente, se refiere a aquellas tareas que pueden resolverse bien en ese tiempo. Por tanto, no incluye cosas complejas ni deberes que necesiten tiempo y concentración. Sin embargo, nos asombraríamos al ver todo lo que puede resolverse en un espacio de tiempo tan corto.
La principal ventaja de este método es que corta de raíz la procrastinación. Muchas veces, no se hacen ciertas cosas porque tenemos la idea equivocada de que lleva un tiempo que, en realidad, no llevan. En un minuto pueden hacerse muchas cosas y no pueden hacerse otras tantas. Lo principal es saber cuáles sí porque aunque se trate de una regla extremadamente sencilla de cumplir no significa que no requiera de ciertas condiciones y criterios.
Clasificar: qué puede o no hacerse
Como decimos, es lo principal. Debemos tener claro qué puede o no puede hacerse en un minuto. ¿Planchar la última lavadora? No. ¿Hacer la presentación de resultados? No. ¿Limpiar la encimera de la cocina? Sí. ¿Mandar el mail contestando a la invitación que te hicieron hace un par de días? Sí. El truco es no postponer lo que sí se puede hacer; de esa manera, iremos aligerando la carga mental. Especialmente, durante la semana laboral, también es bueno acotar las actividades a lo esencial: cuanto más se cargue la agenda, más posibilidades habrá de tareas incumplidas.
La primera tarea esencial, por tanto, es pensar qué no es necesario; es decir, separar lo imprescindible de lo que no necesitamos y desechar todo aquello que no nos sirva. Solo hay que dejar aquello que es útil y, totalmente esencial para nuestro día a día.
Ordenar: primero, lo de mayor uso
En el caso de los objetos, priorizarlos es lo más importante. Los que tengan mayor uso deben estar a la vista o en lugares fácilmente accesibles. Lo ideal es llevar a cabo la máxima "un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar". De esta manera, somos más eficientes, tardamos menos en hacer las tareas, nos lleva menos tiempo organizarnos y evitamos el desorden, un 'ruido' mental que incide en nuestro bienestar.
Crear hábitos
Una vez que tengas implementadas las rutinas anteriores, conviértelas en hábitos e inclúyelas en la agenda diaria. Por ejemplo, en un minuto por actividad siempre ordenas la encimera de la cocina, pones orden en el salón o arreglas el dormitorio y siempre lo haces antes de salir de casa. Además, convierte también en hábito dejar las cosas ordenadas después de su uso. Todo esto facilitará el orden y la limpieza de la casa y contribuirá a eliminar el estrés. ¿Hay algo que dé más bajón que llegar tarde a casa después de una larga jornada laboral y encontrarse la cama sin hacer y la casa desordenada?
Regularidad: el poder de la disciplina
La regla del minuto también establece que es mejor poner una hora concreta para hacer todas esas minitareas con el objetivo de que se conviertan en un hábito prácticamente automatizado. Quienes practican esta regla explican que es muy buena cuando se tiene hijos, ya que los más pequeños tienen el ejemplo de lo que se puede hacer siendo diligente y no dejando que las pequeñas tareas se acumulen.
Además de los beneficios concretos de hacer las cosas al momento, la regla del minuto deja otras enseñanzas. La primera es el poder de concentrarse en lo real y posible, con el mensaje de que si queremos cambiar algo, podemos hacerlo. La otra gran enseñanza es que lo perfecto no siempre conviene si nos impide actuar. Dicho de otro modo, seguro que hay muchas maneras de ordenar la mesa del desayuno, pero si esa es la que te conviene a ti, ¡adelante! No es necesario que esté perfecta, basta con que esté limpia, ordenada y funcional. ¿Quién no se acuerda de que "Lo perfecto es enemigo de lo bueno"? O como se dice en inglés: "Done better than perfect". Hecho, mejor que perfecto. ¿A quién le vale la perfección que nunca tiene lugar?