No es capaz de permanecer sentado, cambia de juego constantemente, se le olvida la mochila en clase, interrumpe, no atiende, es impulsivo, parece que no escucha… Esta puede ser la lista de quejas sobre el comportamiento de un niño hasta que los adultos se percatan de que algo pasa y un profesional lo diagnostica con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH.
Al principio asusta, pero no es sinónimo de fracaso escolar, social o profesional, sino bien tratado todo lo contrario. En Uppers hemos tomado nota de qué famosos tienen TDAH: Bill Gates, Steve Jobs, Luis Rojas Marcos, Magic Johnson o Michael Jordan. Su éxito es la prueba que demuestra que quienes lo padecen son capaces de poner el cien por cien de su atención precisamente en aquello que les hace destacar.
El mismo significado de las siglas TDAH da información suficiente para saber lo que supone. Es un trastorno de carácter neurobiológico, afecta al neurodesarrollo, y se origina sobre todo en la infancia. En los niños se cumple un patrón de conducta porque presentan: déficit de atención, hiperactividad e impulsividad. Además, este trastorno es heterogéneo ya que cada paciente padece estos síntomas con diferente intensidad a lo que se añade la posibilidad de que pueda tener todos a la vez o solo uno de ellos.
Lo que sí sucede es que los síntomas se desencadenan en cualquier ámbito, en casa, en la escuela, en la calle… Así, a veces es muy difícil de diagnosticar porque se puede llegar a pensar en que tales síntomas los ha provocado algún episodio o experiencia determinada o simplemente que el niño es así. Es más, pacientes que hoy son profesionales sanitarios reconocieron su trastorno durante su época de estudio universitario. Incluso muchos afectados han sido diagnosticados siendo ya mayores, con 30 o 40 años. El problema es que cuando no se reconoce ni se trata los niños se enfrentan al fracaso escolar y tienen problemas con sus amigos, compañeros, familiares, profesores…
Lo normal es que los adultos empiecen a sospechar que algo no encaja en el comportamiento del niño cuando las exigencias académicas toman mayor relevancia y para ello se ve obligado a mantenerse quieto y atento o a frenar su impulsividad, lo que le puede resultar imposible. Por ello el diagnóstico suele obtenerse a partir de los 7 años, en el cole no se juega tanto y ya hay que atender más en clase. Según los datos publicados, entre el 3% y 7% de la población infanto-juvenil tiene TDAH, lo que podría suponer entre uno o dos niños por aula.
En ese momento del diagnóstico es imprescindible ponerse en manos de un especialista que recomiende un tratamiento. Lo habitual es que sea individualizado y multimodal para abarcar todos los ámbitos, desde casa a la escuela sobre todo teniendo en cuenta al paciente y a su familia.
La finalidad de estos tratamientos que no se rigen por un estándar es controlar los síntomas para que en consecuencia disminuyan las complicaciones que provocan. El hecho de ser excesivamente activos, impacientes e hiperactivos o al contrario de que parezcan tan “pasotas” termina impactando negativamente en el día a día, de cara a sus amigos, la familia y los profesores. El caso es que también puede haber un diagnóstico de déficit de atención, pero sin hiperactividad (TDA).
De este modo, desde la profesión sanitaria se suele asignar la pertenencia de los afectados a uno de estos tres grupos: predominante con falta de atención, predominante hiperactiva impulsiva o combinada. Por otro lado, lo que puede complicar aún más la situación es que en el 70% de los casos el TDAH se presenta junto a otros trastornos psiquiátricos como el trastorno de conducta, trastorno del ánimo, trastorno negativista desafiante, trastorno de ansiedad, tics o trastorno del aprendizaje.
En cuanto a las causas, existe un componente genético muy elevado. Por otra parte, muchos estudios destacan que la convivencia en un hogar desestructurado o un entorno social conflictivo incrementan los síntomas, pero no provocan el trastorno.
Múltiples personas que han demostrado su valía y han destacado en su profesión siendo conocidos en todo el mundo han desvelado que tienen TDAH. El desconocimiento por parte de la sociedad sigue siendo bastante acusado, incluso se tiende a creer que tales personas tienen limitaciones, son perezosas e irresponsables o tienen un mal comportamiento. En general, no se tiene una buena imagen.
En aquellos casos en los que no se le pone nombre al trastorno, los padres y los profesores del niño a veces ni le entienden ni le apoyan, de modo que de forma continua escucha frases negativas y críticas que no son constructivas como "eres mal estudiante", "eres un perezoso", "eres un rebelde", "eres un niño malo"... Con el tiempo se cree todas esas calificaciones que van minando su autoestima.
Sin embargo, los diagnosticados con TDAH pueden poner en marcha las acciones necesarias para mejorar, son capaces de sacar todo su potencial, demostrar su inteligencia y ser exitosos en la vida. Aunque, como suelen apuntar los afectados, una de las claves está en el apoyo de la familia y el colegio en su conjunto en los primeros años. Así lo declaró Steve Jobs, que fue cofundador y presidente ejecutivo de Apple y máximo accionista individual de The Walt Disney Company. En alguna ocasión ha explicado que sus padres se adaptaron a sus necesidades y tomaron la decisión de estimular su creatividad cuando era pequeño. Así también se lo pidieron a los profesores, aunque no fue una tarea fácil ya que se metía en problemas con asiduidad.
Luis Rojas Marcos, el conocido psiquiatra y director de servicios psiquiátricos públicos en Nueva York, reconoció que le “salvó la vida” la actitud positiva y comprensiva de su madre ante su comportamiento inquieto y problemático. Precisamente, él mismo se autodiagnóstico cuando estaba estudiando y lo confirmó con una de sus profesoras. En su caso necesitaba el doble de tiempo que sus compañeros para sacar adelante las materias, pero lo aceptaba porque se veía con capacidad para ello.
Al nadador de élite Michael Phelps, con 28 medallas olímpicas, le diagnosticaron TDAH de pequeño. Su infancia fue complicada por sus problemas de déficit de atención. Con 7 años comenzó a nadar y le apasionó de tal modo que ha dedicado su vida a ello con un éxito incuestionable.
Hay muchos otros deportistas que están diagnosticados de TDAH como Magic Johnson o Michael Jordan, ambos jugadores de la NBA, o el tenista Fernando Verdasco. También lo tienen el actor Will Smith, el presentador de televisión Pablo Motos, los cantantes Dani Martín o Justin Timberlake. Otro magnate de los negocios y filántropo con este mismo trastorno es Bill Gates, que fundó Microsoft junto con su difunto amigo de la infancia Paul Allen.