Los hábitos atómicos o cómo pequeños cambios en tu día a día pueden transformar tu vida
Adoptando algunos pequeños cambios en nuestras acciones cotidianas podemos obtener unos resultados sorprendentes
Cualquier hábito puede asimilarse si se reduce a una acción que pueda completarse en menos de dos minutos
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Todo el mundo en algún momento la necesidad de darle un gran cambio a su vida. Está en nuestra naturaleza hacer borrón y cuenta nueva, pero transformarse es un proceso individual que no necesariamente tiene que ir de la mano de una metamorfosis drástica y radical. Muchas veces no somos conscientes de que nuestras rutinas diarias moldean nuestra existencia de una forma muy poderosa. Y simplemente adoptando algunos pequeños cambios en nuestras acciones cotidianas podemos obtener unos resultados sorprendentes. Son los denominados 'habitos atómicos'.
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James Clear, especialista en formación de hábitos de larga duración, explica en su libro 'Hábitos atómicos' (Diana Editorial) que el éxito no viene de grandes momentos de cambio, sino de minúsculas decisiones diarias. Las acciones mínimas e invisibles que ejecutamos automáticamente tienen el poder de generar un impacto considerable en nuestra vida. Por tanto, adoptar pequeñas prácticas y mantenerlas en el tiempo es lo que va a facilitar la verdadera renovación. Se trata de progresar un 1% cada día en lugar de buscar una mejora del 100% en un solo intento.
La regla de los dos minutos
Un 'hábito atómico' es una acción simple que se realiza automáticamente, casi sin pensar. Y son estas las acciones que terminan construyendo rutinas más amplias y complejas. Al adoptar un nuevo hábito creas y fortaleces unos circuitos neuronales en el cerebro. Y al repetirlo de forma consciente, el circuito se consolida y la costumbre se automatiza. Por ejemplo, si te propones hacer ejercicio todos los días, tu hábito atómico podría ser ponerte las zapatillas. La repetición y la constancia hará que se convierta en una práctica beneficiosa.
En ese sentido, Clear habla de la regla de los dos minutos, consistente en que cualquier hábito puede asimilarse si se reduce a una acción que pueda completarse en menos de dos minutos. Por ejemplo, si quieres tu hijo adopte una rutina de lectura diaria, en vez de obligarle a leer un capítulo completo hazle leer una página. Esta es una tarea que le llevará menos de dos minutos y le ayudará a superar la pereza inicial. Una vez interiorizado ese hábito, será más fácil aumentar gradualmente su cantidad de lectura diaria.
Cómo implementar un hábito atómico
La clave para implementar etas acciones diarias está en la consistencia y el progreso gradual en lugar de la perfección inmediata. Estas son algunas pistas o tips a seguir:
- Identifica un objetivo. Define con claridad qué costumbre quieres cambiar o adoptar y depúrala en una acción mínima que cumpla la regla de los dos minutos.
- Hazlo atractivo. Dado que va a ser un hábito que incorpores permanentemente a tus rutinas diarias, debes encontrar la forma de hacer que la práctica sea agradable para que con el tiempo no caigas en la procrastinación.
- Ponte recordatorios. Utiliza alarmas o señales visuales para no olvidar este hábito y asócialo con un evento de tu rutina diaria que te lo recuerde de manera consciente.
- Celebra tus logros. Nada más motivante que reconocer tus propios méritos para seguir adelante y que se vea reforzada tu acción positiva.
- Aumenta poco a poco la complejidad. Cuando hayas conseguido adoptar con éxito un hábito atómico, aumenta gradualmente su complejidad y duración. Este te llevará a obtener resultados más beneficiosos y satisfactorios.