Ángel Martín, sobre rehacerse tras la locura: "Cuando estás en la mierda lo peor es que traten de hacer una tesis sobre lo que te pasa"
En 2021 Martín publicó el crudo (y exitoso) testimonio 'Por si las voces vuelven', en el que narraba cómo lidió con un brote psicótico
Hoy, el humorista vuelve al tema de la locura en 'Detrás del ruido', una libro en el que explica cómo hace para que nada "vuelva a desmoronarse"
Conversamos con el autor sobre su recuperación, el sentido del humor y aquellas 'voces' que 'tomaron el control' hace años
En 2017, el humorista Ángel Martín (Barcelona, 1977) tuvo un brote psicótico que lo llevó a pensar, entre otras cosas, que había “desbloqueado el universo”. O que era dueño de la Disney. O que hablaba con los perros. O que hablaba con Mozart. O que vivía en otra dimensión. Bueno, esto último probablemente era cierto: lo que llamamos locura muchas veces es nuestra mente operando en otro plano, de otra manera, una divergencia, un ruido.
MÁS
Para contarnos, justamente, lo que hay 'Detrás del ruido' es que Martín ha publicado su segundo libro, tras el exitoso 'Por si las voces vuelven', escrito en 2021, tras su recuperación. “Estar loco es lo mejor que me ha pasado”, nos decía el humorista en ese momento. ¿Y bien? ¿Dos años después lo sigue estando? “Bueno, probablemente use la cabeza de una forma distinta. Igual es eso. No sé si eso es estar loco o no, pero igual la cabeza hace sus cosas que no están del todo mal".
Cuando uno piensa en humor y locura se le viene a la mente gente como Andy Kaufman o Jim Carrey. ¿Hay alguna conexión extraña en eso?
No. Lo que he descubierto a raíz de la escritura de estos dos libros, es que esto no es algo que sólo les sucede a personas que tenemos trabajos creativos, o que trabajamos en el entretenimiento. Si fuera así podríamos hablar de un patrón, pero en realidad le pasa a gente que tiene una tienda o es ebanista o no tiene trabajo. Suena bonito imaginarlo así: es que los escritores, es que los humoristas, pero no…. Ni todos los cómicos viven situaciones de ese tipo, ni la gente que se dedica a otras cosas está más a salvo.
¿Pero al menos el humor te habrá servido para lidiar con esto?
Cuando salí del hospital no, no te voy a engañar. Es probable que sirva después, una vez que sientes que ya has conseguido remontar algo. La comedia siempre es mejor aplicarla que no aplicarla: si eres capaz de reírte del problema que estés teniendo, creo que vas un pasito por delante del problema, vas ganando, aunque no te lo parezca. Pero en mi caso, yo la sensación que tuve fue que había perdido por completo la capacidad de hacer comedia. Y en ese sentido el humor no solo no fue una ayuda, sino que fue un lastre. Porque la que sentía era: no voy a poder volver a hacer comedia, me han quitado la única herramienta que a mí me sirve para algo, que me sirve para trabajar para vivir, me han quitado la herramienta que es mi vida. Y todo eso se convirtió en un lastre. Mentiría si dijera que al salir del hospital me tomaba las cosas con humor, ni de broma, eso no existía.
¿Cómo recuperaste la risa, entonces? ¿Cuándo ocurrió?
No lo sé. Yo volví a trabajar pronto, tenía que escribir el espectáculo nuevo, había que pagar facturas y había que comer. Pero claro, para mí era escribir desde la certeza de que yo era incapaz de escribir y de crear comedia. Cada línea que escribía llamaba a dos o tres amigos y les preguntaba ¿esto es gracioso? Ellos decían que sí y yo no les creía, pero seguía escribiendo porque había que hacerlo. Entonces, las primeras actuaciones subía al escenario, hacía el texto y la gente se reía pero yo tenía la certeza de que eso no era gracioso. Simplemente hay un momento en el que creo que al cerebro no le queda más remedio que asumir que si llevas cinco funciones y hay gente que se ríe de eso, quieras o no eso es gracioso. Te guste o no, por más que insistas. Recuerdo eso como un pequeño subidón de adrenalina. Pero el humor es algo que va volviendo poco a poco.
Es difícil hacerle entender a alguien que no ha pasado por eso cómo se configuran en la mente esas voces de las que hablabas en tu anterior libro. ¿Podrías describirlas lo más claramente posible?
Probablemente no podría darle play a una grabadora para que lo entendieras. Pero tampoco es una voz neutra y robótica, tiene un discurso, una personalidad. Tú sabes quién te está hablando, si eres tú desde el futuro o tú desde el pasado, si es alguien de otro mundo o de otro universo. No te podría decir si es una voz más aguda o más grave, pero conocía al personaje que me hablaba. Es como cuando lees un libro y le pones una voz al personaje que está hablando. ¿Cómo es esa voz? No lo sé, pero la escucho en mi cabeza.
¿Están dentro de todos nosotros?
Toman el control. En mi caso yo estaba conectado con el universo y eso me permitía tener ciertos logros que otros no. Como en un videojuego en que se te desbloquean nuevos mundos. Las voces no están viviendo en tí, simplemente puedes conectar con ellas. Siempre pensamos que nuestra propia voz está en el interior de nuestro cerebro, que si alguien nos diera un martillazo podría meter la mano y decir aquí esta, pero lo otro está en el universo.
Y tras pasar por todo eso ¿qué fue lo que te motivó a escribir 'Detrás del ruido'?
'Detrás del ruido' nace porque precisamente tras la publicación de 'Por si las voces vuelven' la pregunta que más veces me hacían era ¿y cómo haces ahora para que no se desmonte todo otra vez? Entonces me di cuenta de que en efecto no me había puesto a analizar fríamente cómo hago de verdad para que todo no se derrumbe otra vez. Y pensé que si eso era una pregunta, quería decir que la respuesta igual servía de algo. Y que llevaba el tiempo estando bien como para poder decir 'vale, llevo un montón de años sin que esto suceda, te voy a contar exactamente cómo funciona el interior de mi coco por si te sirve'. Entonces, la motivación es la misma que con el primer libro. En relación a la escritura he descubierto que si no tengo nada que crea que va a servir para algo ¿para qué?
¿Cómo describirías ese 'ruido' al que te refieres en el título de tu libro?
Es esa sensación constante del interior de la cabeza de pensamientos bombardeándote a todas horas acerca de lo que no va a pasar, lo que pasó, lo que hiciste mal, lo que hiciste bien, sobre qué decisión de vida tomar, o esto por qué lo estoy haciendo... es como ese batiburrillo constante de pensamientos que no sabes de dónde vienen, a qué se deben, ni qué intención tienen. Hay un montón de cosas que probablemente sean agobios del pasado que probablemente sigan ahí resonando y queriéndote hacer sentir regular con algo que va a venir después pero que no tiene ninguna relación... Es ese pensamiento constante cuya intención es casi siempre tratar de que no estés bien. Fin.
¿Y lo que hay detrás?
Eso es intentar poner todo eso que te he dicho en un segundo plano e identificar claramente los sonidos que si tienen algún valor y que te van a servir para estar enfocado en lo que tu quieras construir y quieras ser. Y alineado con lo que seas ahora mismo.
Lo difícil es diferenciar una cosa de la otra, separar lo que importa el ruido...
Mira, creo que cada uno encuentra su propio viaje. Hay formas muy sencillas de saber si algo tiene valor o no para tí. Si hay una cosa te genera ansiedad es que algo está fallando, mientras que si algo te genera buena vibra, sabes que ahí hay algo que te viene bien. En el momento en que tienes la sensación de que vas montado en un carril de pensamientos que son productivos y tienen cierto sentido y sabes claramente por qué estás decidiendo y actuando de esa manera, ese es el carril que es. Si actúas por inercia y sin pensar es probable que vayas llenado de mucho más ruido tu cabeza.
Tanto este como tu anterior libro están escritos de manera descarnada y absolutamente confesional. ¿Era la única manera de hacer llegar el mensaje?
Lo único que sé es que a mi me ayuda cuando leo la experiencia de otra persona. Porque no está tratando de decirme como funciona exactamente algo que ninguno sabemos cómo funciona. A mi personalmente los tecnicismos me pierden. Cuando estás en la mierda o estás agotado o no tienes fuerza para nada, que traten de hacerte una tesis sobre lo que te está pasando es como 'déjame en paz'.
Bueno, el libro es está escrito en un tono muy cercano, pero a la vez muy práctico, sin demasiados rodeos...
Una de mis preocupaciones más grandes cuando escribo es: necesito saber que quien coja el libro va a tener la sensación de que nos hemos sentado a tomar un café, yo te cuento mis movidas con palabras que entendamos los dos y si te sirve fenomenal y si no te sirve, los siento, pero no voy a tratar de hacer nada más que contarte mi movida y lo que hago yo y que a mi me sirve. Y esto es porque a mí me ayuda que alguien me cuenta su experiencia, porque aunque no tenga nada que ver conmigo, con lo que me está pasando a mí, probablemente haya hecho una reflexión que pueda aplicar. Cuando estás mal, el lenguaje es clave. Y cuando no estás en capacidad de prestar mucha atención, cuanto más claro te hablen es mejor.
Un tema que resulta particularmente interesante es el del secreto. 'Los secretos pesan más de lo que crees' dices...
Es así. Yo ahora mismo, sobre todo después de escribir los libros, casi no tengo secretos más allá de los asuntos personales que todos tenemos. Pero créeme que la sensación de alivio que noté cuando entendí que haber pasado por un brote psicótico era algo que cualquiera podía saber, esa liberación, te juro que fue una sensación física. Fue como si de repente cogieran un trozo, lo sacaran y dijeran 'venga, esto ya no pesa, llena esto con otra cosa'. Esos dos segundos en que sientes el alivio, tío, te cambian tanto, de repente dices uffffff. Y te pones a hacer un balance de cuántos secretos tienes y dices 'no quiero, no quiero, tío'. Ese alivio, tío, ojalá lo pudieran sentir todos, ojalá se pudiera dar a probar.