Cómo saber si soy un yonqui emocional: "Ignorar la ansiedad es una señal"
Lo primero que existe en nuestra vida como humanos son las emociones, pero dejar que tomen un rol dominante puede tener malas consecuencias en nuestra salud mental
La neurocoach Isabel Trueba propone en el libro 'Yonquis emocionales' un viaje de autoconocimiento que revela la profunda conexión entre nuestros pensamientos y emociones.
"Tomar las riendas de nuestra vida merece la pena"
Nos preocupamos por nuestro patrimonio, nuestra carrera profesional, nuestra vida social y, por supuesto, por la salud física. Sin embargo, la salud emocional suele pasar inadvertida creyendo que es algo espontáneo que, como mucho, podemos intentar reprimir. Sin embargo, lo primero que existe en nuestra vida como humanos son las emociones, antes que los pensamientos. Cada emoción da lugar a uestado que influye de manera decisiva en la manera con la afrontamos nuestras experiencias. Tanto, que, a veces, esas emociones logran hacerse con el control de nuestros actos generando una dependencia. De todo ello habla la neurocoach Isabel Trueba en el libro 'Yonquis emocionales' (Alienta), un viaje de autoconocimiento que revela la profunda conexión entre nuestros pensamientos y emociones. La experta no solo nos ayuda a identificar cómo las emociones pueden llegar a boicotearnos, sino que proporciona un método para superar la adicción emocional, transformar nuestra mente y alcanzar el equilibrio interno que nos permita ser los principales actores de nuestra vida.
¿Cómo saber si soy un yonqui emocional? ¿Qué señales emiten (o emitimos)?
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En realidad todos somos yonquis emocionales, ya que nuestra conducta está siempre impulsada por una emoción. Podemos ser más o menos conscientes de ella, pero esa es la función de las emociones, ponernos en acción. Partiendo de esta base, luego existen diferentes perfiles de personas, que viven las emociones de forma distinta. Personas con modelos evitativos, que por su personalidad, o por que de pequeños aprendieron a hacerlo, han evitado durante muchos años conectar con emociones que les son desagradables. Que ignoran lo que sienten porque no les gusta, y su cerebro ya ha aprendido a funcionar asi de manera natural. Por ejemplo, ignorar la ansiedad que te está diciendo que algo quizás no va bien y lo tienes que cambiar, ignorar el enfado, o la tristeza, porque está mal visto mostrarlo, son perfiles con los que me encuentro a menudo. En este caso las señales pueden ser la apariencia de personas más frías o inalterables. Y que cuando les hablan de esas emociones se “cortocircuitan” en cierta manera.
¿También sucede al revés?
Sí. Otras personas no solo tienen facilidad de conectar con esas emociones, sino que se dejan secuestrar por ellas constantemente. El miedo les paraliza y no les deja tomar decisiones, personas que están constantemente enfadas, en la queja continua, y que saltan con malas formas cuando se comunican con los demás. Son algunos ejemplos de secuestros emocionales. Cuando esa emoción no te deja comportarte como en el fondo te gustaría y sabes que sería mejor para ti. Cuando tu razón y emoción no están en equilibrio, es una bandera roja para comenzar a poner atención.
En el libro hablas de la mentalidad Begrow. ¿En qué consiste?
Begrow es una metodología que creé para ayudar a las personas a mejorar esa mente emocional con un proceso claro, sencillo y eficaz. Muchas veces no somos capaces de cambiar porque o no sabemos cómo hacerlo, o sabemos la teoría, pero luego no podemos aplicarla, muchas veces porque esas emociones al final nos dominan como vimos antes. Begrow combina la neurociencia con la inteligencia emocional, combina el autoconocimiento con el entrenamiento. La teoría y la práctica.
¿Cómo podemos ponerla en práctica?
La mentalidad Begrow consta de tres fases. Una primera de autoconocimiento. Imagina que tu mente es un ordenador, y no funciona con todo su rendimiento. Para arreglarlo necesitas conocer primero como están construido, el hardware, cábles... etc, y después qué programas tienes instalados. SI lo llevamos a nuestro terreno, en esta fase conoces cómo funciona la mente, cómo filtra la información, cómo nos miente, y también los programas de cada uno que nos limitan.
La siguiente fase consiste en definir un plan de acción sobre lo que quiero mejorar en base a mi esencia, mis valores, y mi propósito de vida. Tener claro qué necesito arreglar para conseguir mis objetivos de vida. En tercer lugar poner acción. Nadie construye una vida con buenas intenciones. Begrow proporciona muchas herramientas prácticas que ayudan a entrenar los programas mentales para conseguir esa transformación real. Entrenar la mente emocional no es algo puntual. Por eso para mi es más una filosofía de vida. Una vez sabes y aprendes cómo hacerlo, vives la realidad desde otra perspectiva, y paso a paso, cada día, haces algo de manera consciente que te ayude a estar dónde quieres estar.
Es frecuente que sepamos qué debemos mejorar, pero no seamos capaces de hacerlo: queremos hacer algo, pero no actuamos. ¿Cómo podemos superar esa fase?
Esto es muy común. ¿A quién no le ha ocurrido que se propone un cambio de hábito como hacer deporte y no lo hace? ¿O decide romper una relación tóxica y no puede? Si lo piensas no debería ser tan complicado hacer algo que sabemos que es bueno para nosotros. Lo que nos lo impide es la lucha interna entre nuestra mente más primitiva, a la que llamo 'el lobo' en el libro, y nuestra mente más racional, que sabe lo que es bueno para nosotros. A mi gusta visualizar que vivimos con esos dos personajes, el demonio y el angelito, uno en cada hombro, como en los dibujos animados de cuando éramos niños. Para superarlo necesitamos entrenar y reforzar mucho esa mente que sabe lo que es bueno para mi, y darle motivos de peso para no caer en el boicot del 'lobo'. Trabajar mucho cuáles son mis valores, lo que de verdad es importante para mí, los beneficios a largo plazo, a pesar de que el corto plazo sea difícil… Aprender a generar emociones en mí como la seguridad, la ilusión o la automatización que me impulsen a romper con ese patrón de quiero pero no hago. Y esto justamente es lo que enseña a hacer el método Begrow.
¿Qué papel juegan las creencias limitantes en la adicción emocional?
Las creencias son una manera de interpretar la realidad que cada uno vive como si fuese una verdad absoluta, y por lo tanto afecta a mi conducta de forma directa. Por ejemplo, si yo creo que no valgo para ser empresario, lo más seguro es que jamás lo intente. Esa creencia me genera de manera automática mucha inseguridad si en un momento dado me planteo montar un negocio, y esa inseguridad no me va a permitir ni siquiera intentarlo. Las creencias son pensamientos, y esos pensamientos generan emociones. Todo lo que pensamos, produce una emoción. Si esa creencia está tan arraigada en ti, que la tomas como verdad absoluta, y lo que te están generando son emociones que te limitan en vez de impulsarte, estás limitando sin darte cuenta. Lo peor de las creencias es que necesitan trabajo para sustituirlas por otras, y al principio el cerebro va a hacer todo lo posible por convencerte que eso es la verdad y punto. Cuando trabajo las creencias con mis clientes, me hace gracia ya que la mayoría siempre me dicen: “es que esto es así; es la realidad, no es una creencia". Identificarlas como lo que son, es el primer paso para quitarles poder y darnos la oportunidad de liberarnos del efecto que tienen en nuestras emociones y nuestra conducta.
¿Y el diálogo interno?
El diálogo interno es la creencia expuesta con palabras. Lo que te dices, esa voz que te cuenta lo que tu cerebro quiere creer. SI lo piensas, todas las realidades las podemos interpretar desde muchos puntos de vista. Si una persona de mi trabajo me habla mal, puedo interpretar que no le caigo bien, que me odia, que tiene un mal día, que igual está con un problema que no tiene nada que ver conmigo y esa preocupación afecta a su comunicación… El diálogo interno son solo palabras, pero cuando les damos poder, nos provocan sufrimiento emocional innecesario la mayoría de las veces cuando esta voz no es constructiva. Aprender a quitarle poder al diálogo que me limita es fundamental para vivir con serenidad.
¿Qué plan de acción propones para los yonquis emocionales?
El plan del método Begrow es un ejemplo de un plan de acción eficaz que funciona. Pero antes, lo primero que una persona necesita es querer mejorar su mente emocional. Muchas personas piensan que no lo necesitan porque no están sufriendo o pasando por un mal momento. Comprender que entrenar la mente emocional el útil para todos es fundamental. El cerebro no es una máquina perfecta, y si no lo conocemos y entrenamos bien, siempre nos va a impedir ser nuestra mejor versión en algún aspecto de la vida. Si aceptamos que las emociones tienen impacto directo en nuestra toma de decisiones, en la calidad de nuestras relaciones, en nuestra salud, y en nuestra sensación felicidad, ¿tiene sentido dedicar tiempo a mejorar? Por eso el primer paso es tomar conciencia y responsabilidad y decidir ponerse en acción.
También es importante creer que se puede conseguir. Si uno no cree, no va a hacer nada. Todos los seres humanos podemos hacerlo, lo dice la neurociencia, y ya lo decía Ramón y Cajal: todos los seres humanos somos capaces de modelar nuestra mente a nuestro favor. A partir de ese momento poner acción. Y si no sabes cómo hacerlo, buscar ayuda.
¿La sociedad actual nos empuja a vivir en busca de una felicidad superficial?
Vivimos en una sociedad que nos impulsa a buscar el bienestar fuera. En el trabajo, el dinero, las relaciones... Nos venden que para estar bien es necesario que nuestro entorno esté siempre bien. Esto es una irrealidad. La vida es como es, y nos traerá momentos felices y momentos complicados. Las personas no siempre van a reaccionar y tratarnos como deseamos ni las cosas van a salir como nos gustaría. Si basamos nuestra paz interior en lo de fuera, seremos marionetas dirigidas por los demás y por las circunstancias. Estamos acostumbrados a sobrevivir en lugar de vivir con conciencia. Cuando uno toma responsabilidad de su felicidad y su paz interior se vive de otra manera. Yo recuperé mi salud gracias al trabajo personal que hice durante años, y veo cada día como personas con las que trabajo consiguen vivir con esa serenidad. Solo deseo a quienes nos lean que reflexionen y puedan tomar las tiendas de su vida. De verdad, merece la pena.