Seguramente has sentido en más de una ocasión que te faltan horas del día para hacer todo lo que te has propuesto hacer. Cuanto más tareas tienes por resolver, mayor es el estrés y más difícil resulta mantener el foco en tus verdaderas prioridades. No hablamos únicamente de trabajo, sino de la casa, la familia, la vida social, el ejercicio físico o el ocio. Todo son piezas que tienes que ir encajando lo mejor posible, como si fuera un puzzle, pero esa desagradable sensación de no llegar a todo no desaparece. Por eso gestionar nuestro tiempo de manera eficiente es uno de los mayores desafíos que podemos acometer en nuestro día a día.
Un enfoque singular para estructurar el tiempo es el que ofrece el método POSEC, inspirado en la famosa jerarquía de necesidades de Abraham Maslow que sugiere que la efectividad personal es la que conduce al éxito en otros ámbitos de la vida. Al contrario que otras estrategias que ofrecen un manual de instrucciones detallado paso a paso, esta traza un marco general enfocado en la priorización de tareas y objetivos para equilibrar vida personal y profesional.
El POSEC se desglosa en cinco fases que prometen un equilibrio entre productividad y bienestar: priorizar, organizar, simplificar, economizar y contribuir.
La primera fase implica fijar y enfocarse en objetivos claros, es decir, hacer una lista exhaustiva de todo lo que necesitamos y queremos hacer. Lo esencial aquí es diferenciar entre lo urgente y lo importante, descartando tareas que, aunque parezcan demandar nuestra atención, no contribuyen en realidad a nuestros objetivos. Este principio se aplica tanto a corto como largo plazo, ya que puede referirse a metas de vida o simplemente tareas para el día siguiente.
Este paso implica tomar esta lista de prioridades y estructurarla de manera que pueda abordarse de forma realista durante el día o la semana. La organización cobra más importancia al estructurar actividades que no solo están directamente relacionadas con estos objetivos, sino también aquellas que los impactan indirectamente, como las responsabilidades familiares y financieras.
En esta fase lo importante es identificar aquellas actividades sencillas y rutinarias que consumen gran parte de nuestro tiempo y automatizarlas, delegarlas si no requieren nuestra atención directa, combinarlas con otras similares o directamente eliminarlas por completo. Aquí se enfatiza en la optimización para hacer más eficiente todo el proceso.
Esta parte se concentra en todo lo contrario del paso anterior, es decir, aquellas tareas más mundanas y placenteras que no presentan un sentido de urgencia que que nos aportan felicidad y disfrute, por lo que también pueden categorizarse como importantes. Es muy útil en este proceso la técnica del timeboxing para asignar bloques de tiempo específicos a cada actividad, incluido el descanso. Es decir, asegura que el tiempo dedicado a pasatiempos y actividades similares contribuya, de una forma u otra, al logro de los objetivos personales.
Este punto añade una dimensión de generosidad a nuestra rutina. Enfatiza la importancia de retribuir a la comunidad una vez que se han alcanzado los niveles anteriores de autorrealización y eficiencia. Aquí se incluyen tareas que aporten algo a los demás, como un voluntariado o simplemente ayudar a un amigo, pero siempre con el objetivo de compartir valor y mejorar el entorno comunitario.
En definitiva, implementando el método POSEC gestionamos mejor nuestro tiempo y enriquecemos nuestro bienestar general, equilibrando productividad, autocuidado y contribución social, elementos que nos procuran una vida plena y satisfactoria.