"Pienso demasiado en los demás": ¿qué es, de verdad, tener un exceso de empatía?

  • La hiperempatía se define como una capacidad exacerbada para ponerse en la piel de los demás

  • Las investigaciones muestran que la hiperempatía surge al transmitir en la infancia un sentimiento elevado de solidaridad

  • Según los expertos, una persona demasiado empática puede olvidarse de sí misma, negando sus necesidades emocionales y físicas

El adjetivo que más se aplica a nuestra sociedad es 'individualista'. En este entorno, caracterizado por la prevalencia de actitudes egoístas, los perfiles altruistas destacan de manera especial. Este tipo de perfil destaca por ser capaz de ponerse en la piel de los demás; gracias a ellos, el mundo funciona mejor hasta que el impulso de ayudar toma el poder en la vida de esas personas. Los psicólogos hablan entonces de hiperempatía.

¿Se puede ser demasiado empático?

Poco conocida, la hiperempatía, emparentada con las personas altamente sensibles, se define como una empatía exacerbada. Los perfiles demasiado empáticos se sumergen en la vida de los demás, sienten sus emociones en alta intensidad, como si fueran las propias.

En esta inmersión emocional, no distinguen entre las emociones alegres o las tristes. En muchos casos, con la intención de ayudar, actúan sin que nadie se lo haya pedido por esa ausencia de límites entre las emociones propias y las ajenas.

Perfil concreto

La hiperempatía no distingue entre hombres y mujeres. "Ningún estudio permite precisar si el trastorno afecta más a hombres o a mujeres. Pero no es importante. La base del problema reside en el origen. Las investigaciones que lo abordan muestran que la hiperempatía surge al transmitir en la infancia un sentimiento elevado de solidaridad", explica la psicóloga Christiane Craenhals.

Para la experta, este tipo de comportamientos hace que los niños reproduzcan de adultos el comportamiento de padres y otros familiares. "Las personas hiperempáticas son las primeras que cuidan de los hermanos pequeños o de los padres cuando empiezan a envejecer. Suelen ser personas sociables, muy comprometidas y muy generosas", señala la experta.

Riesgos

Ayudar a los demás es bueno, pero hay que poner límites. Los excesos no son buenos para ningún tipo de relación personal. "A primera vista, estar siempre disponible para los demás puede parecer un comportamiento a seguir. Y, en principio, lo es. Pero, en mi experiencia, la persona hiperempática siempre va a querer hacer más: ayudar más, gastar más y dedicar más tiempo a cuidar a los otros", afirma la psicóloga.

¿Cuáles son las consecuencias de un exceso de empatía? La principal es negarse el autocuidado. "Una persona demasiado empática, probablemente, va a olvidarse de sí misma, va a negar sus necesidades emocionales y, en algunos casos, también las físicas", asegura esta experta. Ese olvido puede llevar al síndrome de burn-out, tan habitual entre los cuidadores de personas con enfermedades crónicas. "¿Cuando el cuidador ha traspasado todos lo límites de lo que es razonable hacer y cae él mismo, ¿quién va a sostenerlo a él?", pregunta Christiane Craenhals.

¿Cómo gestionar la hiperempatía?

Muchas veces, la persona hiperempática no se da cuenta de que está incurriendo en un comportamiento perjudicial para él mismo. La psicóloga aconseja una terapia psicoanalítica, un trabajo de introspección que permita identificar las necesidades propias y deje ver que no estar siempre disponible no significa que el mundo se hunda.

"Lo fundamental -explica la psicóloga- es minimizar las emociones negativas que puedan surgir. Hay que explicar que la responsabilidad de algo, sobre todo en el entorno familiar, debe ser compartida y que el altruismo no hay que eliminarlo, pero sí canalizarlo de otra manera. El objetivo final es parar la sangría de un exceso de inversión personal en la vida de los otros".