El chantaje emocional es una de las formas clásicas que utilizan los vampiros energéticos. Se trata de una forma inadecuada, irrespetuosa y agresiva de comunicación que expresa una petición de ayuda con un objetivo claro: conseguir lo que se quiere, sin tener en cuenta los deseos de la otra persona.
Esta manipulación puede ser muy sutil y suceder de manera inadvertida, sobre todo porque a veces se expresa con una falsa amabilidad, pese a que el chantajista emocional tiene un estilo de comunicación agresivo y no es empático respecto a los derechos o preferencias de sus allegados.
Suelen ser personas con dificultades emocionales que pueden incluir trastornos de personalidad. Son también muy inseguros, con una baja autoestima y miedos que no logran superar y que, a menudo, datan de la infancia. Suelen acusar tambien déficit de cuidados y cariño, por lo que necesitan siempre cumplir sus propósitos para sentirse bien.
Al igual que los otros tipos de vampiros emocionales, carecen del empuje y la energía suficientes para lograr sus propósitos por méritos propios. Por esa razón, necesitan el concurso de los demás. Y si no lo logran de manera fácil y fluida, recurrirán a los argumentos que sean estratégicos para cada una de las personas con las que se relacionan.
Aunque el chantaje emocional difiere del tipo de vínculo, ya se sea pareja, progenitor o hijo, siempre reposa bajo relaciones de poder: alguien quiere conseguir algo de otra persona. ¿Cómo hacerlo? Hay chantajes emocionales muy evidentes, pero es más difícil cuando se da un chantaje de hierro bajo un guante de terciopelo o una de estas tres frases aparentemente amables.
Bajo esta frase hay un intento de manipulación basado en una estrategia de culpa. Esta estrategia es la más sutil; por tanto es también el tipo de chantaje que pasa más desapercibido.
El reverso de esta frase podría ser "Con todo lo que he hecho por ti" o "Siempre he estado a tu lado, me estás decepcionando". "¿No te das cuenta de cómo estoy?" es otro clásico en la estrategia de la culpa.
Parece un ruego; sin embargo, es una orden que puede ser agresiva. La estrategia de la agresión es la más directa y fácil de detectar. El objetivo es amedrentar primero haciendo recaer sobre la otra persona la culpa de no ayudar y, en una segunda fase, de manera más contundente.
Esta estrategia de manipulación consiste en poner la miel en los labios. Es muy compleja porque se nutre de promesas, de objetivos que sabemos muy deseados por alguien. Quizá es la manipulación más refinada precisamente porque el manipulador parece que se pone a disposición de la persona de la que pretende obtener algo. Es conocida como la estrategia de las condiciones: "Si haces esto que quiero, yo haré otra cosa por ti". En su enunciado más sutil usa frases como "Lo que quieras" o "Como mejor te parezca". Bajo esa aparente conformidad, se esconde un conflicto latente: la persona que manipula no está de acuerdo, pero con su sumisión hace que a la otra persona le ronde la culpa y la necesidad de satisfacer el deseo del manipulador.