Aunque cada vez se tratan más temas con libertad, sobre todo respecto al amor y las relaciones, cuando se habla de la diferencia de edad en la pareja, sigue existiendo cierto recelo cuando la mujer es la mayor o se identifica con interés económico cuando lo es el hombre. ¿Y qué pasa cuando, además, la mujer se enamora de un varón joven amigo de uno de sus hijos? Hablamos con Natalia, una mujer mayor que comparte sus sentimientos más profundos hacia un joven, a la vez que los profesionales consultados explican qué supone para las partes implicadas, cómo gestionarlo y a qué poner más cuidado.
Nadie debería juzgar ni entrometerse cuando se trata de personas adultas, sin embargo, que sigue sucediendo y la diferencia de edad entre los miembros de una pareja incita a opinar. ‘Asaltacunas’ es solo una de las “lindezas” que pueden escuchar algunos hombres o mujeres cuando inician relaciones con alguien bastante más joven.
Un artículo en BBC del pasado año señalaba que existe una diferencia de diez años en aproximadamente el 8% de las parejas heterosexuales; en las parejas homosexuales compuesta por dos varones, el 25% y en el caso del dúo de dos mujeres, se hablaba del 15%.
Otro estudio de la Universidad de Emory de Atlanta evaluó a más de 3.000 parejas con el objetivo de descubrir la diferencia de edad entre considerada adecuada. Atendiendo a los resultados, en relaciones donde sus integrantes presentan una diferencia de edad de un año, existe un 3% de posibilidades de no seguir juntos; con una diferencia de edad igual o superior a los diez años, la cifra ascendía al 39% y quienes distan entre sí 20 o más años, la ruptura prácticamente resulta insalvable, con un 95%.
La explicación es sencilla: las personas de edades similares se encuentran viviendo algo parecido y pueden disfrutar de más momentos, algo que puede permitir una mayor afinidad y estabilidad.
Si hay que hablar de afinidad, Natalia, de 51 años, fisioterapeuta, supo lo que significaba cuando conoció a alguien muy especial. Ella está separada y tiene dos hijos, una de 16 y otro de 21. A sus hijos les gusta mucho que sus amigos vayan a pasar tiempo a su casa por la finca tan amplia de la que disponen y pueden tomar algo como tumbarse junto a la piscina.
Cuando la mujer de ascendencia mexicana conoció a uno de los amigos de la universidad de su hijo, manifiesta que algo cambió en ella. “Jamás pensé que pudiese fijarme en el amigo de un hijo mío siendo de su misma edad. El chico es guapísimo, sí, pero rápidamente sentí conectar con él”, confiesa.
Natalia le conoció hace unos meses y lo ve con frecuencia porque vive cerca de su urbanización, incluso interviene en las videollamadas que le hace a su hijo. “Me estoy divorciando y él está viviendo ese proceso con sus padres, entonces hablamos del tema y nos reconforta. También tenemos hobbies parecidos”, comenta.
La mujer aclara que ninguno de los dos ha dado un paso evidente, pero expresa que para ella hay señales inequívocas de que el feeling no solo surge por parte de ella. “Veo miradas y sonrisas que me dan que pensar que él siente lo mismo, hablo de algo fuerte, pero no quiero lanzarme sin pensar antes en todo. No he hablado con mi hijo todavía. No quiero lanzarme al vacío sin salvavidas, sobre todo, temo hacer daño a otras personas”, subraya.
En su experiencia en consulta, Silvia Ruiz Usero, psicóloga general sanitaria, asegura que, los jóvenes refieren situaciones como las anteriores como estimulantes y reforzantes para su autoestima. “Las mujeres en cambio lo cuentan más avergonzadas porque supone más choque de creencias y valores y se acostumbran a mantener sus sentimientos en secreto”, prosigue.
La profesional identifica que enamorarse para las mujeres representa:
“Resulta conveniente que la persona entienda desde dónde se está vinculando y qué necesidades no se están viendo cubiertas en su día a día”, recuerda.
Hoy en día es más frecuente dejarse llevar sin mirar tanto la edad “sobre todo en lo relacionado hacia las mujeres con respecto a los hombres ya que antes estaba más castigado si eran ellas las que escogían una pareja más joven. Sigue habiendo prejuicios. A nivel afectivo-emocional encontramos ciertas dificultades cuando la vinculación romántica es entre dos personas de muy diferente edad”, expone.
A nivel psicológico -como apunta Ruiz- probablemente puede representar un mayor problema para la mujer, debido a que:
“Probablemente al joven no le queden secuelas a largo plazo, siempre y cuando no exista violencia en la relación. Es importante señalar que resultan más frecuentes comportamientos violentos (no necesariamente físicos) por parte de la persona de más edad hacia la de menos en relaciones románticas con diferencias de edad acusadas entre sus miembros”, asevera la psicóloga.
En el caso de la familia del joven, la profesional suma que, tampoco se generarán problemas emocionales más allá de posicionarse a favor de uno u otro o de la forma que tengan de tratar la relación: “Dependiendo de cómo se hayan relacionado con su hijo hasta el momento (si era el perfecto, el desastre, el malo...), así interpretarán la situación y así configurarán la narrativa”.
Alicia Jiménez Rompinelli, psicóloga responsable de Alpea Psicólogos, especialista en terapia psicológica para adultos y parejas, ofrece unas recomendaciones para conversar sobre la cuestión:
“Un dilema que existe es el de pensar en otros antes que, en una misma, por ello se necesita tiempo. Antes de actuar, es importante explorar a fondo la naturaleza de nuestros sentimientos/pensamientos y evaluar la viabilidad de la relación”, revela Jiménez.
Continúa: “La comunicación abierta y honesta es fundamental para abordar inquietudes y problemas que puedan surgir en cualquier relación interpersonal”.
Las normas sociales y las expectativas culturales tienen un impacto significativo en nuestras vidas. La presión social puede impedir el desarrollo personal.
Resulta inevitable sentir miedo y tener un sentimiento de injusticia ante los juicios, críticas, valoraciones y desaprobación de las personas de nuestro entorno. “Es importante que en este punto podamos enfocarnos en aquello que sí podemos gestionar y actuemos de manera respetuosa, ética, sin olvidarnos de los demás”, remata.
Para Sigrid Cervera, sexóloga y miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS) puede existir tal conexión y complicidad que la diferencia de edad no signifique nada: “Entendiendo que todos somos diferentes, únicos, peculiares, diversos, que nos deseamos, atraemos, buscamos y encontramos, el deseo no entiende de deberes, ni de edades”.
El fin último de una intervención en asesoramiento sexológico es que el sujeto aumente su capacidad para tomar decisiones y mejorar así su vida. “Existe una infinita diversidad de gustos, deseos y vivencias; partiendo de esta idea, la persona puede plantearse los diferentes escenarios que se abren ante ella en función de la decisión que tome”, identifica esta sexóloga del Museo de la Erótica de Barcelona (MEB).