El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es un trastorno del neurodesarrollo en el que el cerebro se desarrolla de una manera más lenta de la habitual. Conlleva dificultad para prestar atención, hiperactividad y conducta impulsiva y en la edad adulta, puede afectar a las relaciones personales así como al desempeño profesional, por lo que es importante su diagnóstico a partir de un experto.
La identificación del también conocido como el TDAH consigue reducir el impacto en la vida de los que lo padecen, siempre diagnosticado por un médico. Aunque los síntomas comienzan durante la infancia, donde en España afecta al 5% de la población, y continúan en años posteriores, en ocasiones no es hasta una edad avanzada cuando se consiguen reconocer.
Algunos de ellos son la desorganización, problemas para concentrarse en una sola tarea, terminarla y establecer prioridades, actividad e inquietud en altos niveles, cambios de humor frecuentes o la impulsividad. Además, las personas que lo padecen pueden desarrollar depresión y ansiedad y tienen más probabilidades de romper con su pareja o perder su empleo debido a lo mencionado anteriormente.
Según el psicólogo Rafael Guerrero, que pretende sensibilizar y concienciar a la sociedad de que el trastorno existe ya que “existe una corriente negacionista y hay que comprenderlo", el TDAH “no desaparece nunca pero se pueden amortiguar los síntomas”.
Aunque padecer alguno de los signos no debe conllevar un autodiagnóstico del déficit de atención e hiperactividad, sí que es necesario acudir a un profesional como un neurólogo o psiquiatra que lo determinará mediante una evaluación psicológica de seis horas de duración a través de cuestionarios sobre la atención, inteligencia, impulsividad, hiperactividad, lectoescritura, funciones ejecutivas, memoria y emociones.
Amortiguar los síntomas puede conseguirse a través del entrenamiento cerebral con una armonización de frecuencias para desarrollar y madurar las áreas del córtex prefrontal izquierdo implicadas en la concentración, así como procurar tener la mayor calma emocional posible.
Con la psicoeducación, se pretende suministrar la información y los recursos educativos para mejorar desarrollar estrategias de manejo del trastorno. También la terapia cognitiva y conductual es capaz enseñar las habilidades necesarias para afrontar las consecuencias.
Por último, es posible que si la característica influye e interfiere en las tareas diarias, un profesional médico contemple la prescripción de un tratamiento farmacológico, existiendo dos tipos: los estimulantes como el metilfenidato o la lisdexanfetamina, que son los más recetados y los no estimulantes, como la atomoxetina o la guanfacina.
A pesar de los problemas que puede desarrollar, el TDAH tiene aspectos positivos y es que las personas con este perfil, gracias a su dispersión, cuentan con una gran creatividad gracias a su inteligencia multisensorial y abierta y, como resultado, el éxito.