Pasamos gran parte de nuestra vida buscando la felicidad. Es tanto el tiempo que dedicamos a encontrarla que a veces pasa por nuestro lado sin que nos demos cuenta.
De hecho, las últimas investigaciones científicas sugieren que la búsqueda incesante de la felicidad puede ser contraproducente y dar como resultado sentimientos de estrés y soledad. Aún así, los estudios sobre felicidad indican que ciertos hábitos pueden acercarnos o alejarnos de ella.
En los últimos tiempos, los gurús del bienestar apuestan por hábitos o reglas basadas en conceptos sencillos. Una de estas reglas es la 80-20: priorizar el 20% de las acciones que dan un 80% de beneficios emocionales. Otra igual de beneficiosa es la regla 3-30-300, una manera de vivir que no solo hace que nuestros días sean más placenteros, sino que también favorece la salud mental.
Al margen de conceptos complejos, esta regla está basada en conseguir el máximo partido de lo que tenemos disponible, aunque sea algo tan sencillo como un pequeño espacio de césped.
La norma 3-30-300 parte de ka necesidad de llevar la naturaleza a todos los lugares del mundo. La regla consiste en que cada persona pueda ver al menos tres árboles desde su casa, tener un 30% de cobertura vegetal en su barrio y no vivir a más de 300 metros del parque o espacio verde más cercano. El método ha sido creado por el profesor de ecología urbana y silvicultor holandés Cecil Konijnendijk. Con este sencillo enunciado, el experto pretende facilitar la creación de espacios naturales a los núcleos urbanos.
Los beneficios no solo son beneficiosos para el entorno, sino también para las personas. Algunos estudios indican que tan solo mirar durante 10 minutos un espacio verde logra reducir la tensión arterial. Algo similar proponen los baños de bosque, los paseos en silencio que, unidos a una buena respiración, logran múltiples beneficios para la salud física y mental. Estudios como los realizados por el Instituto de Salud Global de Barcelona han demostrado que las personas que viven cerca de árboles y zonas verdes tienen menos probabilidades de padecer problemas de salud mental.
Parece una regla sencilla, pero no es tan fácil de aplicar. En Barcelona, por ejemplo, solo el 4,7% de los barceloneses puede cumplirla. En España, hay pocos centros urbanos donde la regla pueda llevarse a cabo. Una de esos enclaves es Majadahonda, a 15 kilómetros de Madrid. El municipio fue premiado por la ONU recientemente como la Ciudad de los Árboles, gracias a sus 30.400 ejemplares en zona urbana, además de otras áreas verdes y parques municipales. La localidad majariega es también el lugar de España en el que más tiempo viven sus habitantes con una esperanza de vida de 85,4 años
Las zonas arboladas tienen grandes beneficios: desprenden aceites esenciales que son buenos para el organismo al ser inhalados. Pero, además, si se disfruta de un paseo al aire libre también estaremos ayudando a que nuestros ritmos circadianos, marcados por la luz solar, se regulen. Es decir, un paseo por la naturaleza a la luz del día hará que nuestros niveles de melatonina sean los correctos, lo que facilitará un buen descanso, algo esencial para la salud física, mental y emocional.
Además, si estos paseos se realizan en compañía, creándose una interacción social de calidad, la sensación subjetiva de bienestar crecerá. En suma, los árboles o cualquier entorno que forme parte de la naturaleza son buenos para la salud física, pero lo interesante es que cuando van de la mano de una relaciones personales positivas nos llenan de buenas sensaciones. Y eso, aunque no se busque en ese momento, es lo más parecido a la felicidad.