¿Quién no se ha sentido impotente ante una situación que considera injusta? La impotencia puede surgir ante situaciones subjetivas, pero es frecuente que se dispare en momentos objetivamente complejos como puede ser una pandemia o guerras como la de Ucrania o la de Gaza, donde suele ir unida a sentimientos de rabia e ira.
En el caso del coronavirus, la OMS ya ha cifrado en un 25% el aumento de la prevalencia de la ansiedad y la depresión en todo el mundo. Según su Director General, el doctorTedros Adhanom Ghebreyesus, "La información que tenemos ahora sobre el impacto de la COVID-19 en la salud mental del mundo es solo la punta del iceberg". La misma OMS también advierte que vivir un conflicto bélico multiplica por cinco las posibilidades de sufrir depresión, ansiedad o bipolaridad, enfermedades mentales graves que no aparecen de repente, sino ante una situación traumática sostenida, con los sentimientos de impotencia y rabia como principales señales.
El concepto que mejor puede definir la impotencia es la desesperanza. "La impotencia es una emoción compleja que tiene muchas derivaciones. Se caracteriza por una sensación de incapacidad, frustración o falta de capacidad para poder cambiar una situación específica. Lo que se siente es que nada de lo que se hace es suficiente y que nada va a poder cambiarlo. De ella van a surgir otras emociones como la desesperanza o la pérdida de ilusión. La impotencia nos puede llevar muchas psicopatologías graves. En el caso de un conflicto armado, la impotencia es aún mayor. Pensemos en esas personas que sienten que no pueden detener la violencia, es algo terrible", reflexiona la psicóloga Lara Ferreiro.
La impotencia alcanza varias dimensiones, tanto emocionales como cognitivas. "La principal consecuencia es que se genera un síndrome de indefensión aprendida. Lo descubrió el psicólogo americano Martin Seligman. Este síndrome se caracteriza porque las víctimas sienten que hagan lo que hagan no hay solución. Cuando una situación lleva meses, incluso años, sin resolverse, se puede generar este síndrome que también provoca estrés y ansiedad, además de desesperanza y depresión. Todo ello lleva a sentir rabia, tristeza y sitúa a la persona al borde de la depresión. Es un clásico de la impotencia: al final te rindes, no hay nada que hacer", asegura Ferreiro.
La impotencia sostenida durante el tiempo también provoca fuga cognitiva: "No te puedes concentrar, empiezas a tener problemas de memoria e insomnio. También se sufren problemas de autoestima y reacciones de ira. La amígdala, la parte del cerebro involucrada en las reacciones hostiles, se activa ante la percepción de reacciones injustas. Eso es la ira, un impulso que nos moviliza y nos puede empujar a la acción".
El desarrollo de la impotencia atraviesa distintos estadios o fases. "La primera es el shock, no poder creer lo que está ocurriendo. Luego vienen las sensaciones de ira, culpa y tristeza. La desesperanza viene después; en el caso de una guerra cuando se toma conciencia de que las negociaciones no sirven para detener el conflicto. Más tarde aparece el miedo y las reacciones autodestructivas. A veces, puede haber una aceptación de los hechos. Pero es muy difícil", señala la psicóloga.
Sin embargo, como cualquier otro trastorno emocional puede gestionarse para limitar los daños. Lara Ferreiro comparte las recomendaciones necesarias:
Sentir impotencia no es deseable, pero, cuando se pasa por ella, sí puede tener algún efecto positivo. Para Ferreiro, es un activador del cambio: "Es un gran movilizador que promueve la resiliencia, la capacidad de los seres humanos para enfrentarnos a desafíos. Cuando se busca reparar una injusticia, reflexionamos, nos hacemos más creativos para llegar a una solución".
Pero no todo son buenas noticias. "A algunas personas la impotencia les puede generar un trastorno de estrés post-traumático. El tiempo es muy importante aquí. La impotencia se puede sostener durante un tiempo, unos meses. Pero si se mantiene a lo largo de los años desemboca en gravísimos trastornos psicológicos como es una depresión mayor, mucho más difícil de superar", advierte la experta.
Cuando nos sentimos desbordados de impotencia, ¿hay algo que puede hacerse? Para Lara Ferreiro, sí. Estas son sus principales recomendaciones o "vacunas", como denomina la propia psicóloga: