“Para mí la felicidad es paz. Sentir paz con lo que ocurre y con la vida”. La frase sirve para que Xavi Cañellas, autor de ‘Lo único importante (que no lo más)’, cierre una charla de casi una hora sobre su libro, sobre felicidad, sobre éxito, sobre fracaso, sobre ciencia, sobre enfermedad… Sobre la vida.
Xavi es uno de los fundadores de Regenera, una empresa dedicada a la formación en psiconeuroinmunología clínica, además de divulgador, conferenciante y, por supuesto, escritor. Así pues, no hay nadie mejor para explicar lo que es la psiconeuroinmunología.
“Hace 20 años era algo de brujería, pero ahora ya no, es un enfoque de la ciencia transversal, que permite comprender los mecanismos de acción que interactúan en la comunicación entre diferentes sistemas corporales. Es decir, cómo se comunica el aparato digestivo con el cerebro, el cerebro con el corazón o el aparato musculoesquelético con el hígado. La versión clásica de la medicina ha estudiado los sistemas corporales de forma aislada, segmentada, pero siempre nos hemos dejado pendiente cómo se comunican entre ellos”, dice.
Por ahí, digamos, la definición técnica. Pero vayamos un poco más allá. “Para entender las enfermedades que sufre la gente no sólo hay que ser expertos en biología sino también en biografía, en la vida de las personas. Los mecanismos causales de una misma dolencia en dos personas pueden ser completamente diferentes por sus respectivas vidas.
Por ejemplo, lo que para una persona puede suponer estrés, para otra no lo es. Eso tiene que ver con cómo hemos aprendido a reaccionar ante ese estímulo o ante el estrés. Por eso hay que ser expertos en cómo la biografía de las personas afecta a la biología”, explica Xavi.
“No vivimos en el mundo, vivimos en el mundo que cada uno ha creado neurológicamente hablando. No hay un mundo, hay 8.000 millones de mundos. Cada uno vivimos en la interpretación subjetiva de nuestro propio mundo. Por eso, cada vez más, la medicina tiene que ir a la personalización e individualización de cada individuo, a conocerlos al máximo”, continúa.
“Simplificar la información científica, que es infumable, nos da seguridad, hace las cosas entendibles. Pero no podemos simplificar a la población, las vidas de las personas son complejas y, gracias a ello, maravillosas”, zanja.
Una vez entendemos cuál es el campo de juego en el que nos movemos, vamos a por el libro, cuyo eje es la felicidad pese a que surgió en un momento, como mínimo, complicado: Este libro se gesta cuando a Xavi le detectan un tumor y piensa que se va a morir. “Se me encendieron todas las alarmas. Sin conocer los resultados de las pruebas que me habían hecho me creí que tenía un tumor cerebral maligno, que tenía cáncer y que la iba a palmar. A partir de ahí empecé a pensar: ¡Qué estoy haciendo con mi vida! Después me dijeron que era benigno y pensé: ¡Ya estás en la crisis, pues métete en la crisis de golpe y aprovéchala!”.
Fue entonces cuando apareció su amigo Víctor para pronunciar una frase alrededor de la que gira todo el libro: “Mira Xavi, lo único importante, lo único, es ser feliz. No es lo más importante, es lo único importante”, le dijo.
Y todo cambió: “Empecé a pensar en que cuando me muera quiero haber sido feliz y eso me llevó a preguntarme qué es la felicidad. Nos han contado muchas milongas sobre la felicidad. Es un concepto absolutamente mal entendido, así que empecé a ahondar en estudiar desde la parte desde la filosofía y desde la parte de la neurociencia… y encontré estudios científicos que dicen que las personas que se sienten más felices no enferman y las personas que se sienten infelices enferman por cualquier causa”, argumenta Xavi.
La felicidad es un concepto abstracto pero que puede ‘bajarse a tierra’. “Cuando preguntan a la gente que se está muriendo qué haría si tuviera una segunda oportunidad hay una gran mayoría que dice que se habría arriesgado más. Algunos dicen que ojalá hubieran vivido la vida que ellos querían y no la que se esperaba de ellos, que ojalá hubieran sido más felices”, nos cuenta Xavi.
“El problema es que la vida se vive en gerundio, es un proceso dinámico y en la felicidad también entra la tristeza, el dolor, la alegría, la melancolía o la frustración. Yo puedo ser feliz y sentirme frustrado. Nos han contado que la felicidad es una historia súper happy, que tenemos que estar sonriendo y siempre con buena cara. Pero no es así”, agrega para después explicarse.
“Si se te muere un familiar, pues tienes que estar triste pero puedes ser feliz con tu tristeza porque concuerda y es coherente que si se muere un familiar estés triste, pero no por ello dejas de ser feliz. Eres una persona feliz que está triste, nada más”.
Lo que Xavi tiene muy claro es que hay un factor determinante en la vida para ser felices. Se trata de la familia. “Hay estudios de Harvard o de la Universidad John Hopkins que analizan a miles de alumnos y miden la relación con los progenitores. Son estudios de seguimiento de 35 y 50 años y han llegado a la conclusión de que las personas que tienen peores vínculos con sus progenitores aumentan su riesgo de enfermar. Y los que se llevan mal con los dos padres tienen un 100% de probabilidades de enfermar. No es ninguna milonga. No es ninguna ‘filosofada’. Es ciencia y nos habla de lo importante que es la relación con la familia, el primer sistema en el que formamos parte antes incluso de nacer”.
Cada uno tiene su rol y su lugar, eso es fundamental: “Para poder entrenar y fomentar la felicidad bien entendida, es importante que ocupemos el lugar que nos toca en el mundo. Y mi primer lugar en el mundo es mi familia. Los padres son padres y los hijos, hijos, y esa es la relación que debe existir entre ellos. Luego, con mis amigos, yo tengo que compartir mi alegría y mi felicidad, mi tristeza y mi dolor. No hacerme cargo de todo esto nos lleva a un lugar desordenado en la vida, que lo que ocasiona es una carga en el sistema nervioso, que se va a traducir en alteración de los mecanismos de acción y de la inmunidad”.
Sin embargo, el propio Xavi reconoce que no es sencillo conocer, comprender y acercarnos a la felicidad: “La mayoría de las personas entendemos la felicidad mal y yo me incluyo porque soy un aprendiz de la vida y, en momentos de crisis, me desvío. Ser feliz es una decisión y hay que entrenarla”.
Y para ello debemos ser saber en qué nivel de consciencia estamos: “Hay tres: el ser, el hacer y el tener. Los que están en el tener piden a ver si Dios o las nubes se lo conceden sin hacer nada. Los que están en el hacer, un nivel un poco superior, pelean por lo que quieren aunque a veces se pierden en su nivel. Y después está el nivel superior, que es el ser, que supone una introspección al máximo, preguntarnos todo, conocernos al máximo, ser expertos en nosotros mismos. Esa sería nuestra gran medicina. En el momento en que yo trabajo el ser, el hacer es mucho más enfocado. La vida te da lo que tú eres”.
Llegados a este punto nos topamos con un error común, quizá demasiado extendido. “La gente que te dice que no cambies nunca no puede estar más equivocada. Tengo que cambiar cuantas veces necesite así que dame ánimos para cambiar porque la vida te da palos, porque la vida te hace caer. Pero tú te tendrás que levantar y tendrás que disfrutar y tendrás que sentir el dolor pero tendrás que seguir adelante”, nos explica Xavi.
Para entenderlo mejor nos pone un ejemplo. “En la vida tenemos delante dos puertas, una lleva al éxito, al triunfo… y la otra al dolor, al fracaso, al duelo. Y la propia vida nos va a hacer pasar por las dos así que debemos asumirlo y estar preparados. Ojalá pasemos muchas más veces por la del éxito, pero sí o sí vamos a pasar también por la otra. Si creemos que la vida es estar siempre contentos, que no nos pase nada, no sentir dolor, entonces es que vivimos en los mundos de Yupi”.
La salud parece otro eje fundamental para encontrar la felicidad, pero hay que tener claro que debe ser la salud bien entendida. “El tema de la salud se nos está yendo de las manos. Es un negocio, una religión. En las redes hay demasiada información para estar bien y muchas veces nos pasamos de rosca. Mucha gente viene a consulta diciendo que lo está haciendo todo, que si la alimentación, que si el grounding, que si la luz roja, que si la meditación… y no está bien. Tenemos muchas herramientas y no todas son adecuadas para todos los problemas, así que aunque las herramientas sean muy buenas no funcionarán con nuestro problema”.
Por eso, en algún que otro momento hay que parar. “Hay que gestionar y hay que permitir que la vida sea flexible. Hay veces que hay que decirle a un paciente: “Tira los 25 suplementos que te estás tomando, vete de copas, baila y disfruta. Deja de ser perfecto”, asegura este psiconeuroinmunólogo al que le gusta mirar hacia el final y hacerlo con positivismo.
“Yo recomiendo a la gente que piense en que cuando le toque morirse lo haga con una sonrisa. Nos vamos a morir todos, así que cuando te mueras, que te mueras con una sonrisa. El 10% en la vida es controlable y el 90% es aleatoriedad pura y dura así que hay que saber surfear en la aleatoriedad. Eso es lo que no estamos enseñando a nuestros hijos”, apunta.
En Regenera, tanto Xavi como su equipo han trabajado durante años con deportistas de élite. Entre su lista de pacientes figuran nombres como Marco Asensio, jugador del PSG, o Marcos Llorente, del Atlético. A este tipo de personas se les supone una vida perfecta, repleta de felicidad, pero: “La vida de los deportistas de élite no es fácil. La mayoría de la gente no cae en la cuenta de que son personas normales, con sus problemas. Su carrera, además, es muy corta y el nivel de exigencia y de exposición es muy elevado. Esto supone una gran presión y no son inmunes. Necesitan un trabajo personal muy importante, muy exigente”.
Por ahí se desliza la duda de si este tipo de trabajo en la élite es sano o no. Xavi lo tiene claro, aunque no esconde que también ha dudado: “El deporte de élite es sano para aquellos que saben cuidarse y trabajar su salud. He trabajado con muchos jugadores e incluso he decidido no trabajar con algunos también. Por eso sé que si no lo trabajas bien, el rendimiento se puede convertir en patología. Hace muchos años te habría dicho que el rendimiento no es salud, pero ahora te digo que el rendimiento, bien llevado, es salud, pero hay mucho trabajo detrás. Tiene que haber un entendimiento de esta necesidad, una toma de conciencia y ganas de tocar los puntos que se tengan que tocar para mejorar a todos los niveles”.