Arthur C. Brooks es profesor de Liderazgo Público en la cátedra Joseph Fitzgerald Kennedy de la Universidad de Harvard y profesor de Alta Dirección en la Escuela de Negocios de la misma universidad. Ha escrito 11 libros, entre ellos 'Ama a tus enemigos' y 'Cómo construir una vida feliz', junto a Oprah Winfrey.
Está considerado uno de los mayores expertos mundiales en el campo de la felicidad, un estado esquivo que al propio Brooks le ha costado siete años de trabajo e investigación. En esos años, el experto ha pasado por momentos de plenitud y de desilusión. La diferencia de Brooks es que sabe convertir esos instantes en oportunidades de mejora. El resultado de ese viaje es el libro 'De fortaleza en fortaleza', obra que el Dalai Lama describió como la guía para "encontrar más y más felicidad a medida que envejecemos y cambiamos". ¿Es realmente posible? Antes de llegar a la gran pregunta, la única que hay que hacerse para saber si somos felices, Brooks plantea otras cuestiones.
El cerebro humano es maravillosamente complejo, pero esa complejidad tiene un coste. El córtex prefrontal es la zona más evolucionada, la que gestiona la función ejecutiva y la que nos da conciencia de lo que sucede y nos sucede.
La capacidad de auto-observación nos distingue del resto de los animales. "La conciencia es ser consciente de que somos conscientes. Es tener conciencia del pensamiento y de lo que está pensando en nuestro mente. Es algo prodigioso, pero también una responsabilidad, una carga muy pesada", asegura el experto en la web Thought Economics. ¿Cómo aliviar esa carga? Todas las grandes tradiciones espirituales hablan de no enjuiciar y observar. Cuando dejamos de juzgar y empezamos a mirar de manera amable, la vida se hace más ligera, más cómoda... más fácil.
Es un hecho: conforme vamos cumpliendo años, dejamos de sentirnos los líderes de nuestra manada. A diferencia de los animales, los humanos somos conscientes de nuestro propio declive y de nuestro cambio de posición en la escalera social. De manera inconsciente, empezamos a comparar nuestro estatus con el de los demás y es cuando el córtex prefrontal (a cargo de la mencionada auto-conciencia) hace de las suyas: valoraciones negativas, sentido pesimista del futuro y falta de propósito, el famoso 'ikigai' que vertebra nuestra existencia.
En este punto, para Brooks es importante tener unas expectativas lúcidas. "Cuando somos jóvenes, tenemos una gran inteligencia fluida, tenemos mucha memoria y mucha energía. No dejamos de hacer cosas. A partir de los 30, todo eso declina. Si identificamos la felicidad con hacer muchas cosas y figurar en muchos entornos, a medida que nos hagamos mayores nos vamos a sentir menos válidos", señala el experto.
Para el sacerdote y escritor Pablo D'Ors uno de los problemas de nuestra sociedad es que priorizamos el hacer y el tener, respecto al ser. Hacer cosas y poseer bienes parece ser la definición del éxito. Y el éxito crea adicción. "Si la vida está basada en hacer y no en ser, seguiremos haciendo cosas para recibir la recompensa de haberlas hecho", señala el experto.
Poner límite a la adicción del éxito es clave y la manera de hacerlo está, nuevamente, en la auto-observación para poder medir el punto en el que la búsqueda de ese éxito está convirtiéndose en algo pernicioso. "El éxito no es malo en sí mismo. Si no hubiéramos tenido ancestros luchadores, seguiríamos en las cavernas. Si puedes llegar al éxito sin sacrificar tu equilibrio, estupendo. Pero eso es poco probable; lo habitual es que se sacrifiquen las relaciones personales", asegura Brooks.
Cualquier persona sabe que para lograr un objetivo, va a tener que trabajar y que la disciplina es fundamental. A nadie se le ocurre aprender un idioma si no estudia el idioma; tampoco tendrá éxito en su negocio si no se esfuerza. Sin embargo, en lo que respecta a la felicidad, pensamos que es algo 'mágico' que se desea, pero que no depende de nosotros.
Para Brooks, la felicidad se trabaja. "A la madre Naturaleza le da igual que seamos o no felices. Solo quiere que pasemos nuestros genes a la siguiente generación. Pero las personas también queremos vivir en armonía. ¿Cómo? dándonos cuenta de algunos pensamientos que pueden parecer contraintuitivos", afirma el experto. La felicidad es el resultado de lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Algunas veces dejar algunos hábitos o no ceder a ciertos impulsos puede hacer mucho por nuestro bienestar cuando hay un objetivo superior: alinear nuestra vida a nuestros valores, lo que significa que la felicidad también se piensa. "Creo firmemente que las nuevas generaciones tendrán clases de cómo pensar y diseñar la vida que quieren, de la misma manera que ahora se decide qué estudiar o a qué queremos dedicarnos"
Todo lo anterior antecede a la gran pregunta, la única que, en realidad, hay que hacerse y que incluye todo lo anterior. La pregunta da cierto vértigo, pero por esa misma razón es tan poderosa. ¿Podrías morir en paz mañana? Preguntarnos si podemos decir adiós con la convicción de haber sido significativos para alguien, de si siempre hemos hecho lo que creíamos correcto, si hemos intentado mejorar nuestro entorno y si nuestro paso por la vida ha servido para iluminar la de los demás son las señales de una vida feliz, una vida alimentada por un propósito, que, a su vez, podría responder a otra pregunta: ¿por qué estarías dispuesto a morir mañana?