Lamine Yamal, 16 años, héroe de la Selección española y también estudiante de la ESO. La anterior Eurocopa la estuvo viendo con unos amigos en una cafetería. Hoy, es una celebridad. Como este futbolista, hay otros jóvenes que destacan de manera excepcional en alguna actividad, ya sea en el deporte, la música, la cocina o la literatura.
Tener un hijo o una hija que sea un portento no es una situación fácil de gestionar como padres. Primero, hay que aceptar ese talento y, después, saber gestionarlo para que no termine devorando a toda la familia. La psicóloga Lara Ferreiro explica cómo transitar ese camino de éxito sin que los protagonistas acaben como juguetes rotos, algo que, en palabras de la propia experta, puede ocurrir "con altísimas probabilidades si los padres no saben gestionar la situación".
"Lo primero de todo es no hacerle a nuestro hijo un bicho raro", afirma la experta. Hay padres que cuestionan las capacidades de los hijos cuando no son de su agrado o no coincide con lo querrían para ellos. "A los padres les diría que no invaliden las capacidades o talentos en los que sus hijos destaquen. Hay que potenciar sus capacidades y fomentarlas. Si el hijo quiere ser futbolista o violinista o lo que sea, hay que favorecer esa capacidad ayudándole a formarse, llevándole a centros especializados o a lugares donde pueda ver cómo es ese mundo", asegura la psicóloga.
Hay algo peor que cuestionar el talento: compararlo con el de los demás u con el de otros hermanos. "Nunca hay que invalidar las preferencias o las capacidades de un hijo porque nos gusten más las de los demás. Es algo que veo mucho en consulta", asegura la experta. No hay talentos mejores o peores, sino mejores o peores maneras de hacerlos florecer.
Una derivada de cuestionar el talento es tratar de llevar a los hijos por otros caminos, normalmente los que teníamos pensados para ellos. Se trata de un error porque solemos diseñar su carrera vital en base a nuestra experiencia, sin tener en cuenta sus preferencias y su personalidad. "Para Ferreiro, "hay que apoyar y acompañar a los hijos en el camino que hayan elegido de manera incondicional. Eso se hace a través de una comunicación muy abierta, muy sincera y muy honesta en la que él o ella puedan expresar sus emociones".
Un error común es supeditarlo todo a eso en lo que nuestro hijo destaca. Pero la realidad es que siguen siendo adolescentes con unas necesidades de formación específicas. Los progenitores deben ser los centinelas de su aprendizaje. "Es importante que se los padres procuren una formación tanto académica como emocional. Los futbolistas tienen el condicionante de que ganan mucho dinero cuando son muy jóvenes, pero tienen una carrera muy corta". Por eso, para esta psicóloga, es fundamental que los jóvenes se formen y tengan herramientas para seguir evolucionando en la vida cuando el campo de juego ya no es una opción.
En esa formación integral, es clave que los padres enseñen a sus hijos a regularse y a manejar el estrés, tanto en la victoria como en la derrota. Ambos casos son extremos emocionales que pueden llevar a la euforia desmedida o a la tristeza que puede anteceder a la depresión. En este punto, la autoestima juega un papel relevante. "Los padres deben alimentar la autoestima de su hijo, animándoles con el 'tú puedes', pero también deben enseñarles a gestionar la incertidumbre y la frustración", asegura la experta.
A veces es difícil sobrevivir a un éxito. Poner a los hijos los pies en la tierra cuando se vive una situación excepcional es labor de los padres. "Es muy importante transmitirles el valor de la humildad y del trabajo en equipo recordando los propios orígenes", explica la psicóloga, para quien también es fundamental que los padres estén vigilantes sobre los riesgos que entraña un éxito fulgurante, desde convertirse en el VIP más deseado de todos los eventos hasta ser la presa de personas interesadas que pueden hacer mucho daño.
"El papel de la familia es fundamental en el desarrollo de cualquier niño o joven genio", asegura Ferreiro. Cuando somos pequeños tenemos una dependencia vertical: los padres están arriba y los hijos, abajo, en una relación de dependencia emocional y económica. Poco a poco, esa relación se va haciendo horizontal y estableciéndose una interdependencia de adultos. ¿Qué pasa cuando los hijos de pronto se ponen al nivel de los padres, siendo muy reconocidos profesionalmente y ganando mucho dinero? "El reto es seguir siendo los padres, seguir siendo guías, pero no ser castradores ni castigadores de los sueños. Sí hay que imponer límites desde el amor, sabiendo que no eres el amigo íntimo de tus hijos. La dependencia debe seguir siendo vertical; es decir, tiene que seguir consultando algunas cosas, pidiendo permiso o respetando horarios, por ejemplo".
En esos límites, también está la relación con el dinero. "No debemos permitir que los hijos accedan sin control al dinero.También hay que establecer un control con las nuevas amistades y el entorno que pasa a rodearle", afirma la experta.
Solo el 0,2 de los futbolistas federados llegan a clubes importantes. Lo mismo puede aplicarse en el resto de actividades. Los mejores son siempre un porcentaje muy pequeño de quienes se dedican a algo. Cuando las expectativas son muy altas y no se cumplen, la frustración acecha. ¿Cómo esquivarla? "El error como padres está, precisamente, en esas expectativas. Más que pedirles que sean los mejores, hay que animarles a que se esfuercen y den lo mejor de sí en esa actividad", matiza la psicóloga. Otra manera de gestionar la frustración es conocer en profundidad eso que a nuestro hijo le apasiona. De esa manera, podremos ayudarle a elegir bien una actividad alternativa que siga alimentando su pasión cuando el éxito cesa o no llega.