Nuestro lenguaje corporal dice mucho de nosotros. Según los expertos, el 30% de la comunicación es verbal, mientras que el 70% restante es no verbal. Y no nos referimos solo a los gestos, expresiones faciales, movimientos de las manos o la manera en la que inclinamos nuestro cuerpo, sino también a la forma que tenemos de andar. Pero, ¿qué características de la personalidad se pueden deducir de la forma de caminar de alguien? La ciencia tiene la respuesta.
Un estudio realizado por un grupo de científicos franceses y estadounidenses y publicado en la revista 'Social Psychological and Personality Science' asoció la manera de andar de una persona con varios aspectos de su personalidad. Para los investigadores quedó claro que nuestro comportamiento y actitud influyen en factores como la velocidad o el ritmo del paso. Además, este puede ir cambiando con el tiempo y el crecimiento del sujeto.
Así, los autores del estudio tomaron dos elementos para obtener los resultados. Por un lado cogieron como referencia la velocidad de caminar; y por otro los cinco rasgos de personalidad más comunes a una persona: amabilidad, apertura a la experiencia, conciencia, neuroticismo y extroversión.
En la investigación tomaron parte 15.000 participantes con edades comprendidas entre los 25 y los 100 años. Los científicos comprobaron que los individuos que disponían de índices más altos de extroversión, conciencia y apertura, y bajos en neuroticismo, solían tener un paso más veloz y animado, reduciéndose ligeramente a medida que envejecían.
Por el contrario, las personas que mostraron rasgos neuróticos tenían tendencia a caminar de forma más lenta, notándose una bajada significativa en su ritmo durante su maduración. Eso sí, en ambos casos parece ser que la amabilidad no influía a la hora de obtener resultados.
Por otra parte, la investigación también arrojaba otras conclusiones interesantes. Por ejemplo, los sujetos más animados tendían más a disponer de una actividad física mayor que los que no lo eran. Esto significa que tendrán una menor propensión a desarrollar enfermedades psicológicas o mentales en el futuro, que suelen ser más frecuentes durante la vejez.
Sin embargo, este no es la única investigación que se ha hecho en este ámbito. Según la BBC, desde 1935 se han realizado múltiples estudios sobre la relación entre la forma de caminar y la personalidad. Así, en los años 80 psicólogos estadounidenses determinaron dos grandes estilos de caminar: uno más juvenil y otro más maduro.
El primero implicaba un ritmo más dinámico, con vaivén de las caderas, movimiento de brazos más acentuado y pasos más rápidos; mientras que el segundo es rígido y lento, con el cuerpo más inclinado hacia adelante. Los observadores asumieron que las personas que caminaban con un estilo juvenil, eran más felices y más potentes.
Por otro lado, un estudio japonés publicado en 2006 abundaba en que los hombres y las mujeres con zancadas más cortas, y con un balanceo más reducido y lento de los brazos, tienden a ser vistos como más vulnerables.
Todas estas investigaciones conducen a otra cuestión: ¿podemos adatar nuestra forma de movernos para cambiar la percepción que proyectamos hacia los demás? Algunos estudios sugieren que se puede aprender a caminar de forma que se transmita un mensaje de firmeza e invulnerabilidad, con pasos rápidos, zancadas largas y fuertes movimientos de los brazos. Sin embargo, los psicólogos recomiendan no empeñarse en aparentar lo que no se es, porque el riesgo es terminar logrando el efecto contrario al que se desea.