La DANA más devastadora de las últimas décadas en España ha dejado más de 220 muertos y decenas de desaparecidos. La peor parte se la ha llevado la Comunidad Valenciana, donde han fallecido 217 personas, mientras en Castilla-La Mancha han muerto tres personas, y otra en Andalucía. La situación que se vive en Valencia por el paso de esta DANA muestra a unos ciudadanos desesperados por la situación. Reclaman una ayuda que cinco días después de la tragedia no llega con la rapidez deseada. Los ánimos soliviantados explotaron en la jornada del 3 de noviembre, cuando la comitiva formada por los Reyes, el presidente del Gobierno y el de la Generalitat Valenciana acudió a Paiporta, el lugar más golpeado por las lluvias torrenciales, fue recibida por la población en un ambiente de hostilidad y violencia.
Lo que se vio en las imágenes fue a una población secuestrada por la rabia. Calificada durante años como emoción negativa, la psicología más moderna habla de ella como una emoción funcional. En principio, sirve para poner límites y expresar una necesidades que creemos imprescindibles. Pero la rabia no fue lo único que se vivió en esos momentos: desolación, amargura y tristeza asoman en los rostros de los afectados por la catástrofe. "Ante una situación así aparecen sentimientos variados porque van a depender de cada persona. Puede haber enfado, rabia, frustración, impotencia o miedo", confirma Marta Calderón, psicóloga clínica de Emergencias de SUMMA 112, servicio de emergencias sanitarias de la Comunidad de Madrid.
La experta alerta de que tenemos que diferenciar entre lo que somos y lo que sentimos: podemos sentir miedo, pero no ser personas cobardes. "Tenemos que recordar que es la situación la que es una situación anormal. Las reacciones de las personas van a ser normales ante una situación como la que han vivido", señala la psicóloga.
Si como explica Marta Calderón, es lógico que cunda la sensación de rabia e impotencia, las consecuencias de esos sentimientos descontrolados pueden ser muy perjudiciales."Es muy natural que haya rabia descontrolada. No hay que olvidar que ante situaciones de este tipo, las personas buscan culpables. Se busca responsabilizar de la situación a algo o a alguien y eso puede llevar a la rabia", afirma la psicóloga con un matiz importante: el tiempo. "Si esa rabia, al principio natural, se mantiene de manera indefinida, puede llevar a comportamientos descontrolados que no son tan adaptativos para la persona", asegura la experta.
En su opinión, la rabia, como emoción funcional, puede tener efectos positivos si se sabe gestionar. "Lo ideal sería que esa rabia se canalizara a través de comportamientos o emociones más adaptativas. La tristeza, por ejemplo, es más adaptativa que la rabia. Otros comportamientos adaptativos pueden ser los trabajos para volver a la situación anterior. Estar en la acción más que en la rabia puede ayudar", afirma Calderón.
Hacer, construir, reparar, restaurar... Todo lo que ayude a recuperar el estado previo a la DANA puede ayudar a superar la tragedia. "La acción es el principal recurso que nos puede ayudar contra la rabia: actuar no tanto hacia lo que sentimos rabia, sino ante aquellos aspectos que pueden cambiar la situación en la que nos encontramos. Estar en acción va a hacer que la rabia vaya disminuyendo. Si la rabia se transforma en acción y esa acción se realiza en comunidad, va a ser la mejor manera de superar esta situación. Sentirse parte de la comunidad ayuda", asevera la experta.
Las situaciones de estrés post-traumático pueden ser las peores derivadas de la crisis, pero, como señala la psicóloga, el trabajo en común puede ser balsámico. "Ser parte de la comunidad que trabaja para solucionar la crisis va a ser un factor de protección para los trastornos post-traumáticos posteriores. El hecho de sentirte parte de una comunidad, de ser un elemento activo y sentir que los demás son partícipes protege de posibles traumas", asegura Marta Calderón.
"Las víctimas que suelen presentar más sintomatología de estrés posterior son las más vulnerables: niños, ancianos y personas con experiencias traumáticas previas", señala la psicóloga de SUMMA 112, quien también ve señales de esperanza. "Puede que haya víctimas que se recuperen de esta situación de una manera adecuada porque el ser humano también es resiliente y puede hacer frente a situaciones tan difíciles como esta, sobre todo cuando sentimos que tenemos la capacidad de hacer frente a ellas y sentimos apoyo exterior. El apoyo exterior también es un factor protector para no dar tanta sintomatología postraumática", afirma.
Las recomendaciones de esta experta para gestionar el trauma pasan por recibir sostén por parte de otras personas. "Poder compartir con personas que han sufrido la misma situación, sentirse apoyado por la comunidad y ser consciente de la situación tan dramática que ha ocurrido es de gran ayuda", explica la psicóloga.
Otra opción recomendable es desconectar de la tragedia, algo muy difícil en estos momentos: "Es imposible ahora mismo que las personas que están en el epicentro de la situación se aíslen porque están en el mismo lugar donde ha ocurrido todo. Una recomendación de siempre es intentar desconectar y no estar pendiente de los medios, pero cuando la catástrofe te toca en el mismo lugar en el que vives, es una situación terrible. Lo han perdido todo y es imposible esa desconexión".
En este contexto, ¿cuándo pedir ayuda? "Si la persona siente que está desbordada, hay emociones que le siguen bloqueando y sigue en estado de shock, hay que consultar y pedir cita con un psicólogo clínico. Mientras tanto, lo único que puede hacerse es actuar junto a las otras personas que están ofreciendo su ayuda", concluye esta psicóloga.