Soledad posnavideña: cómo abordar el aislamiento tras la compañía de las fiestas
Las fiestas suelen dejar varios tipos de resaca y una de ellas es la emocional, que se manifiesta como una sensación de soledad
Son muchos los que experimentan una sensación de aislamiento tras las fiestas, especialmente pasados los 50
Combatir la soledad no deseada en las personas mayores sigue siendo una de las tareas pendientes del año que comienza
Es así: hay quien sigue escuchando la canción de Luis Aguilé en su cerebro mucho después de la fiestas. Y aquello de 'tu que estás lejos / de tus amigos/ de tu tierra y de hogar' retumba en el corazón de inmigrantes y marginados pero también en el de cualquier persona que sufra la llamada 'soledad no deseada', una sensación de aislamiento que aqueja sobre todo a las adultos mayores y que se incrementa tras haber disfrutado de la compañía de seres queridos en Navidad.
"Existen fechas muy señaladas en las que las familias se reúnen y se celebran determinados acontecimientos. Pero esto no es una garantía para rebajar el sentimiento de soledad que puedan vivir algunas personas. Es más, puede ser una forma de revivir esa soledad y profundizar en ella, aunque estén rodeadas de personas cercanas", explica Daniel Rueda, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y director del máster universitario de Trabajo Social Sanitario de la UOC.
Así, las fiestas navideñas constituyen un momento de gran intensidad emocional en un periodo de tiempo corto. No solo porque rescatan la nostalgia de la infancia y de tiempos pasados —que, para según quién, son mejores que los presentes—, sino porque abren la puerta a relaciones sociales con personas importantes que, quizás, durante el resto del año están congeladas o son inexistentes. Y aunque se pueda pensar que esta apertura a la vida social podría beneficiar a las personas en situación de soledad no deseada, los expertos coinciden en que la realidad es que podría tener el efecto contrario una vez concluida la Navidad ya que es posible que se acreciente la llamada 'soledad no deseada'.
Una 'sensación' más que una realidad
El fenómeno de la soledad no deseada preocupa a los expertos en salud mental por las implicaciones sociales que tiene. En España, este problema afecta a una de cada cinco personas, según el informe "Barómetro de la soledad no deseada en España 2024". Y aunque frecuentemente se focaliza en las personas mayores, se trata de una cuestión transversal presente en todas las franjas de edad, sin importar siquiera si esas personas conviven con otras.
"Hay dos tipos de soledad no deseada: una en la que puedes estar rodeado de personas, pero no sentir conexión con ellas, y otra en la que fuera no hay personas con las que estar", explica Zenaida Aguilar, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, que añade un tercer tipo de soledad: la elegida. "Muchas veces la soledad que vivimos en el presente no tiene que ver con el ahora, sino que es una emoción que he podido sentir a lo largo de mi vida de una forma placentera o bien momentos en los que me he sentido solo y que hacen que integre la soledad como algo abrumador o angustiante", apunta.
La complejidad de este fenómeno reside, precisamente, en que la soledad es una sensación, más que una realidad objetiva. De ahí que los periodos extraordinarios, como las fiestas navideñas, puedan ser experimentados de formas muy diferentes por cada persona. "Hay estudios y datos que hablan de la soledad en los niños cuando sus acompañantes son las pantallas y los dibujos, que sustituyen el contacto físico de los padres, y en los adolescentes, que cada vez se encuentran más desconectados de la relación física y son más dependientes de las redes virtuales. O de la soledad en el matrimonio cuando entre la pareja se producen distancias o desencuentros afectivos o de relación", apunta Daniel Rueda. "Los problemas de la vida, como la fragilidad del empleo, la falta de expectativas en el trabajo o los problemas de independencia y de vivienda, están influyendo de forma negativa en la salud mental de muchos jóvenes que no encuentran salida a su situación, lo que puede derivar en problemas de salud mental, aislamiento o conductas poco saludables", añade.
Con respecto a las personas mayores, como destaca Zenaida Aguilar, "no disfrutar de estar en compañía o sentirse incómodo" son algunas de las consecuencias de la sensación de soledad. "Se aíslan o reniegan de poder vincularse bien, o exigen constantemente a las personas que estén con ellos", añade. Existen factores que pueden complicar aún más la sensación de soledad propia de estas personas si sus allegados deciden alejarse de ellas y que refuerzan los efectos de la soledad no deseada en la salud mental y física; por ejemplo, el estrés, la tristeza, la angustia, la pérdida de apetito, la falta de ejercicio físico, los sentimientos destructivos y las tentativas de suicidio.
¿Cómo abordarla?
No hay una respuesta clara al efecto rebote tras acontecimientos especiales como la Navidad. "La Navidad es como una pompa: las luces, la felicidad, todo para quien lo puede vivir y disfrutar es de mucho placer. Pero cuando acaba, llega el lunes más triste del año, una caída en picado desde esa pompa, que no es real", subraya Aguilar. "Frente a una sociedad de ruido y de cambio acelerado, ocuparse de otros y poder escuchar y prestar apoyo empiezan a ser conductas cada vez más infrecuentes. Es decir, la persona mayor que sufre de soledad no suele comunicarlo porque no quiere dar preocupaciones o porque teme no encontrar la respuesta en quien piensa que debería dársela", sostiene, por su parte, Daniel Rueda. "Empiezan a no ser anecdóticas las noticias que informan de personas mayores a las que encuentran muertas en su domicilio sin que nadie las haya echado de menos. El hecho de que en esta sociedad se produzcan estas situaciones debería hacernos pensar en si el estilo de vida, el individualismo, la proclamada autonomía y el respeto a la privacidad deben ser los valores de lo que entendemos por sociedad, comunidad, proximidad, cercanía. Ponemos muchas barreras físicas y mentales que nos llevan a esta desvinculación y desinterés por el prójimo", afirma.
¿Cómo combatirla?
La solución no es sencilla ni única. Sin embargo, si se tiene en cuenta que esta sensación hunde sus raíces en una sociedad individualista en la que las relaciones no siempre son estrechas y, muchas veces, son interesadas o circunstanciales, parece evidente que apostar por vínculos más empáticos podría contribuir a mejorar la sensación de soledad que todos, en mayor o menor medida, podemos sentir en algún momento. "La sociedad urbana, muy distinta a la rural, no facilita la transversalidad, sino que segrega por edades, y el desencuentro, el desconocimiento y la falta de sintonía entre las personas en las diferentes etapas del ciclo vital contribuyen a una cierta exclusión o percepción de exclusión. Conocer las aspiraciones, los deseos, los anhelos o los problemas que pueda vivir cada segmento de población e interesarse por ellos es algo que cada vez se ve menos. El respeto, la no injerencia y la libertad contribuyen a hacer una sociedad más dividida, más independiente y menos interdependiente", asegura Rueda.
El experto destaca que, si la soledad se ha convertido en un problema para alguien, "el paso más adecuado es acudir a profesionales, entre los que reivindico a los trabajadores sociales sanitarios, que son capaces de diseñar conjuntamente el servicio y el recurso más adecuados para cada situación".
Así que parece tarea de todos apostar por un modelo social en el que la 'verdadera' Navidad sea el día a día: un momento de paz, felicidad, amor y amistad. Quizás demasiado bonito para ser real, pero absolutamente deseable para evitar situaciones que complican el futuro de muchas personas.