Cómo decirle a los abuelos que se controlen con los regalos: “Si no dosificamos, el niño puede colapsar”
Con la llegada de los Reyes, el último tramo de las fiestas es de tradicional importancia para los peques en España
En esta fecha muchos abuelos incurren sin querer en 'excesos' que los padres no siempre miran con buenos ojos
Conversamos con Beatriz Pérez, psicóloga social, sobre lo crucial que es hablar en familia para llevar la fiesta en paz
El Día de Reyes que celebramos el 6 de enero en España, también se celebra en América y Asia. Más regalos para los niños tras Papá Noel, pareciendo a muchos padres un exceso y resignados al ver habitaciones que se quedan pequeñas. Todo esto es un tema que conviene tratar en familia y con los abuelos, parte esencial, los profesionales dan ideas sobre cómo abordarlo del mejor modo.
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Demasiado de todo
Regalamos a los niños contantemente y más de lo que necesitan y esto puede derivar en el denominado síndrome del niño hiperregalado, creando en él las ganas de recibir cada vez más.
El consumismo es una parte evidente en estas fechas. ¿Sabemos cómo afectan los excesos al medioambiente? Profesionales de la organización Greenpeace aseguran que “el ser humano necesitará tres planetas para abastecer el ritmo actual de consumo”, esto implica la existencia de actitudes poco adecuadas que atentan contra el medioambiente, como: el cambio climático, la sobrepesca o la deforestación.
Aunque desde la Organización de Consumidores y Usuarios de España (OCU) apuntan que este año el presupuesto navideño es menor en relación al 2023, exactamente un 8%, seguimos viéndonos forzados a cumplir costumbres que envuelven estos días, como son las reuniones, las compras y los regalos, superando lo indispensable.
Expertos no dejan de recordar que la etapa navideña no es agradable y placentera para todos. Muchas personas sufren el “síndrome de la navidad” (problemas de tipo emocional o psicológico), depresión blanca o “blues de la navidad”: ansiedad, frustración, soledad o tristeza, también derivados del consumismo.
La familia tiene todo que ver
Concepción Rivera, de 62 años, tiene seis nietos, de 20, 19, 11, dos de 8 y uno de 4 años, a quienes le encanta regalar, sin embargo, entiende que tienen “demasiado y de todo” y los familiares más cercanos pueden ser los que mayor “culpa” tengan.
“Hago un regalo por niño y creo que así no me excedo, pero me encanta que reciban su obsequio”, destaca. Entiende que necesitan conocer que hay mucha gente que no tiene sus posibilidades. “A los más pequeños les recalco que no pidan mucho porque hay más niños y debe haber regalos para todos”, afirma.
Comenta que uno de sus nietos piensa más en ayudar a otros que en lo suyo. “En general, los niños se ilusionan más por los regalos que por estar en familia y mi nieto es el único que no pide nada y prefiere estar juntos”, dice Concepción.
Esta abuela está de acuerdo que los padres son quienes deben poner sus normas respecto a sus hijos y que si ellos piden que no se regale tanto el resto de familiares debe respetarlo.
Francisco, de 65 años, es otro abuelo que tiene un nieto biológico de 6 años y otro adoptado de 4. Aclara que regala por motivos culturales, de costumbre y porque lo desea. “Mis hijos nunca me han dicho que no haga tantos regalos porque saben que soy bastante comedido. No creo que hacer muchos regalos aporte valor alguno”, expone.
Considera que es esencial educar en la solidaridad todo el año y demostrarlo con hechos.
Francisco, que entiende que la Navidad tiene un sentido religioso y otro de reunión con la familia siempre que se pueda, cita que los regalos son una tradición y que han aumentado con Papá Noel o los elfos. “Estar con la familia es lo verdaderamente emotivo, aunque casi ya no se concibe sin el obsequio”, sostiene.
Baja tolerancia a la frustración
El “síndrome del niño hiperregalado” u obtener más regalos de los necesarios, genera a nivel neurológico, según explica Alma María Nieto, coach educativa del proyecto para el desarrollo emocional adolescente, una sobreestimulación, al igual que ocurre con el uso excesivo del móvil. Identifica un nerviosismo alto, estrés, ansiedad y un colapso mental que también puede producir déficit de atención. “El niño no logra realizar una asimilación del exterior de una forma paulatina y con la velocidad que tiene el cerebro para aprovechar las informaciones que entran a través de los sentidos”, sostiene.
Todo ello puede causar un debate interno en la persona con el paso de los años. “El meditar que uno es merecedor de algo porque sí y que es excesivo a nivel numérico, puede producir en la edad adulta un bajo nivel a la frustración puesto que la persona se dará cuenta de que no podrá tenerlo todo”, especifica la experta. “Si pensamos en las necesidades reales del niño, posiblemente no necesitan una gran cantidad de regalos sino algo que le hace verdadera ilusión y probablemente no supere las dos unidades”, recalca.
Subraya que en familia los niños pueden hacer un ejercicio con sus abuelos haciéndoles preguntas del tipo: ‘Abuelo/a, ¿cómo eran las navidades cuando eras pequeño/a?’; ‘¿cómo las celebrabais?’; ‘¿qué comíais?’; ‘¿qué adornos teníais?’; ‘¿te traían todo?’... Con ello, la profesional añade que tendrán una referencia de que las cosas se hacían de otra manera o son distintas en otras casas.
Para ella cualquier niño es merecedor de la magia que envuelve a esas figuras independientemente de si se ha portado bien o mal. “Todas estas conversaciones pueden asegurar un apego seguro que deberíamos tener todos por el simple hecho de existir”, argumenta Nieto.
A través de cómo vivían los abuelos pueden hallarse los valores de generosidad, por cómo compartían y por disfrutar con los seres queridos. “Hemos de cultivar mucho las relaciones y la empatía desde la experiencia de los abuelos”, concibe.
Identificar las necesidades
Para explicar a los abuelos las normas familiares, lo que resulta relevante para nosotros, Beatriz Pérez Téllez, psicóloga social, destaca que hay que identificar por qué consideramos necesario que se respete (a nivel salud, horarios, costumbres...).
Tanto si los abuelos participan de forma diaria en la rutina de los niños como si no, hay que permitirles ser y que tengan sus momentos donde poder alterar lo que se hace habitualmente. “Tenemos que pararnos a pensar cuáles son las motivaciones y necesidades de los abuelos y de a quienes se regala, aunque hay líneas rojas que no se pueden traspasar”, señala.
Aclara que juntos en familia se puede llegar a acuerdos. La psicóloga comenta que se puede pensar en qué quieren expresar los abuelos con el presente. “En el caso de que abuelos y los niños estén poco juntos, puede que intenten compensarlo obsequiándolos con algo”, puntualiza.
Pérez relata que, en general, hay que dosificar los regalos porque con tantos los niños pueden colapsar y no disfrutarlos. “Se perderá el concepto de “especial” que tiene el recibir un regalo”, apunta. La especialista también aconseja alterar un poco el típico obsequio y entregar tiempo “vale por una excursión a.../para ir al cine... /para leer cuentos...”; hacer cosas en familia; utilizar juntos los juegos de mesa que se regalan o regalar aquello que potencie la creatividad como libros, plastilina, utensilios para colorear...
Además, apunta que es acertado reflexionar si el niño necesita algo material o más atención, cariño, beneficiarse de momentos juntos en familia y crear nuevos recuerdos, algo con lo que el niño jamás se aburrirá.