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Cuando el prestigio llega a los 62 (y llevas toda la vida buscándolo): "Se nos puede indigestar"

Una actriz llega al final de su carrera dispuesta a hacer lo que sea con tal de recuperar su juventud. Este es el escueto argumento de 'La Sustancia', la película por la que Demi Moore ha recibido un merecidísimo Globo de Oro. En su discurso de agradecimiento, la actriz ha revelado una historia descorazonadora sobre su propia carrera y el hecho de que en su día le dijeron que jamás sería una intérprete de prestigio. Lo increíble es que aquello le sucedió cuando era una de las estrellas más solicitadas de Hollywood. “La verdad, no me lo esperaba. Estoy en estado de shock. Llevo mucho tiempo haciendo esto, más de 45 años, y es la primera vez que gano algo como actriz”, dijo en su alocución.

El prestigio es algo esquivo que no tiene que ver con la eficacia o con el dinero. Se puede ser famoso y tener cierto poder y ningún prestigio. Lo prestigioso es escaso y depende del reconocimiento de los demás. Por eso, puede ser sencillo alcanzar el éxito, pero no siempre se llega al prestigio, entendido como la convención por parte del entorno de que alguien es capaz de realizar algo de manera excelente de forma consistente. Sin sorpresas.

La edad importa

Los años desempeñan un papel importante en el reconocimiento del prestigio. "Quien resiste gana", aseguraba el Nobel Camilo José Cela para explicar cómo se construía una carrera sólida. El ímpetu de la juventud proporciona la energía suficiente para arrancar una trayectoria, pero mantenerla y llevarla a buen puerto es algo muy diferente. "Recibir un reconocimiento de esta magnitud a partir de los 60 años supone mucho más que un simple trofeo para la estantería. Representa una afirmación de la relevancia profesional y un recordatorio de que el talento no tiene fecha de caducidad. Como ocurre en el caso de Demi Moore, este logro también puede reflejar la capacidad adaptarse a los cambios", explica la psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro.

Para la experta, alcanzar el prestigio con unos años u otros supone una diferencia significativa. "En los primeros años de una carrera, el éxito suele ser visto como una plataforma para nuevas oportunidades y una validación del potencial a futuro. Sin embargo, recibir este tipo de reconocimiento a los 60 años trae consigo una reflexión más profunda sobre el camino recorrido, los desafíos superados y las victorias obtenidas", señala.

Digerir las buenas noticias

Hay que estar preparado hasta para recibir una buena noticia. "Ningún tonto se recupera de un éxito" se escuchaba hace años en algunas escuelas de negocios. Todos sabemos que hay que saber gestionar los fracasos, pero no se habla tanto de cómo reaccionar ante un logro, especialmente cuando se ha trabajado años para conseguirlo. "Algunas personas piensan que recibir un premio importante a partir de los 60 años podría ser una experiencia indigesta, especialmente si llega después de décadas de lucha por el reconocimiento", afirma Ferreiro.

La clave para la psicóloga está en el momento en el que llega ese reconocimiento: "A diferencia de los jóvenes talentos que pueden sentirse abrumados por las expectativas que acompañan a un premio importante, a los 60 la perspectiva cambia. El reconocimiento no define a la persona, sino que complementa una trayectoria que ya está llena de logros".

Mensaje poderoso

El triunfo de Demi Moore envía un mensaje poderoso para todas las generaciones: el éxito no está reservado para la juventud y nunca es tarde para alcanzar nuevas metas. "En una sociedad obsesionada con la inmediatez y los ciclos rápidos de la fama, la historia de esta actriz es un recordatorio de que el talento, la dedicación y la autenticidad pueden brillar en cualquier etapa de la vida", señala la psicóloga.

La experta también ve un cambio positivo en los estándares de éxito al reconocer la trayectoria de mujeres maduras. "Este tipo de reconocimientos inspiran a las personas, especialmente a mujeres, a no renunciar a sus sueños y aspiraciones sin importar su edad", explica la psicóloga. Acabar con el estigma del edadismo, por tanto, es una de las derivadas más poderosas de alcanzar el prestigio en la madurez.

¿Y si el reconocimiento no llega?

Podemos ser buenos en algo y hacerlo bien durante muchos años, pero el reconocimiento de la comunidad no siempre llega. ¿En ese caso, basta la convicción interna de que hemos trabajado bien? "Cuando el reconocimiento no llega, a pesar del esfuerzo y el talento invertidos, puede ser psicológicamente y destructivo para muchas personas, sobre todo para aquellas que basan su autoestima en el reconocimiento externo y no son capaces de ver por sí mismas sus propios logros", asegura la psicóloga.

Como explica el filósofo José Antonio Marina, la necesidad de reconocimiento aparece en las primeras etapas de la infancia. No es, por tanto, únicamente, un rasgo asociado a una personalidad egocéntrica. Todos necesitamos un tipo de reconocimiento en nuestro terreno de juego. Y si no llega, puede darse un daño emocional, pero también se puede aprender a gestionar esta falta de validación externa. "Necesitamos desarrollar estrategias emocionales y cognitivas claves para entender este fenómeno y saber cómo enfrentarlo de forma exitosa", afirma Lara Ferreiro. Estas son las más efectivas:

  1. Aceptar que el reconocimiento es subjetivo: "El reconocimiento no siempre refleja el valor real de una contribución, sino que depende de factores externos, como tendencias, decisiones de terceros, favoritismos o incluso, de un golpe de suerte. Comprender que el prestigio no siempre es un indicador absoluto de calidad ayuda a proteger nuestra autoestima frente a la falta de reconocimiento externo".
  2. Redefinir el éxito: "El éxito no tiene que estar condicionado al aplauso o a los premios. Muchas personas encuentran satisfacción en el proceso de crear, contribuir o ayudar a otros, independientemente de que su esfuerzo sea celebrado públicamente. Si nos enfocamos en el impacto personal o en las pequeñas victorias en lugar de enfocarnos en los aplausos o las críticas de otros, podemos llegar a sentir emociones profundamente gratificantes".
  3. Centrarse en el propósito intrínseco: "Cultivar una conexión profunda con el porqué de lo que se hace permite desvincularse de la necesidad de validación externa. Las personas que encuentran un significado profundo en su trabajo suelen ser más resilientes frente a la falta de reconocimiento externo".
  4. Reconocer los logros propios: "Esperar la validación externa puede llevarnos a ignorar nuestros propios logros personales. Practicar la autoapreciación, reflexionar sobre los avances personales y celebrar las metas alcanzadas son formas poderosas de llenar el vacío que deja la falta de aplausos ajenos."
  5. Buscar círculos de apoyo y comunidad: "El reconocimiento puede llegar en un ámbito más íntimo: colegas, amigos o familiares que valoran el esfuerzo. Rodearse de personas que respeten y comprendan nuestro trabajo y esfuerzo puede ofrecernos un consuelo emocional mucho más significativo que el recibido por personas ajenas a nosotros y desconocidas".
  6. Evitar la comparación constante: "Compararse con otros puede ser contraproducente, especialmente en un mundo donde las historias de éxito visibles suelen estar sobrerrepresentadas. En su lugar, es mucho más recomendable que centremos nuestra atención en nuestro propio camino y nuestros propios valores individuales, ya que a corto y largo plazo, es algo que resulta mucho más saludable para nuestra salud mental y emocional.
  7. Aprender a gestionar la frustración: "Es natural sentirse desilusionado cuando el reconocimiento no llega nunca. Sin embargo, aprender a aceptar y gestionar estas emociones a través de prácticas como la meditación, el journaling (escribir un diario) y la terapia psicológica, pueden ayudarnos a evitar que el desánimo se convierta en un obstáculo permanente para que seamos felices con nosotros mismos".
  8. Recordar que el tiempo puede cambiar las cosas. "La historia está llena de ejemplos de personas cuyo trabajo no fue valorado en su momento, pero que más tarde recibieron el reconocimiento merecido. Esto puede ser un recordatorio de que el impacto real trasciende el tiempo y las modas".
  9. Resignificar el valor de cada persona. ¿Por qué somos recordados ahora? ¿Por qué seremos recordados en unos años? "Gestionar la falta de reconocimiento pasa por entender que el valor de una persona no reside exclusivamente en cómo los demás la perciben, sino en cómo vive su propósito y se siente consigo misma".