"Es incurable, hay que vivir con ello": Por qué nunca se deja de ser adicto incluso después de la rehabilitación
Alteraciones cerebrales en el circuito de la recompensa, tristeza e irritabilidad, falta de apetito y mayor propensión a las infecciones dibujan el retrato-robot de un adicto.
Acudir a la ayuda profesional, hablar de manera abierta sobre la enfermedad con los allegados y comprometerse a llevar una vida saludable son las herramientas con las que superar esta patología que puede llegar a afectar al 30% de la población española.
Pablo acaba de cumplir 55 años y ya no fuma, pero entre los 15 y los 40 años fue un fumador empedernido. El nacimiento de su hijo, hace 14 años, y dos neumonías casi seguidas le hicieron coger el toro de esta adicción por los cuernos. "Yo era fumador social, fumaba mucho en el trabajo. Durante el fin de semana apenas fumaba, pero entonces me encontraba mal físicamente: me dolía la cabeza y no tenía ganas de hacer nada", explica.
Cuando le preguntamos si le costó mucho dejar de fumar nos responde con sinceridad: "al principio no me costó porque coincidió con el nacimiento de mi hijo y sentía que lo hacía por él. Pero con el tiempo volví a sentir ganas, sobre todo, cuando veía a la familia o amigos fumando después de comer o tomando una copa. De repente, me vi fumando a escondidas de mi familia, cuando sacaba al perro o hacía algo yo solo fuera de casa. Me sentía mal, les estaba engañando, pero no podía evitarlo". Llegó el momento en que su mujer descubrió la estratagema. Tras una larga conversación, hoy, como decíamos al principio, ya no fuma, pero la atracción por el tabaco sigue ahí.
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La adicción es una enfermedad crónica e incurable
Casos como el de Pablo, o como el del cantante Fito Cabrales, que ha declarado abiertamente su adicción a las drogas y el esfuerzo que supone para él la rehabilitación, ejemplifican la dinámica de cualquier adicción. Las adicciones son una enfermedad crónica y recidivante, con periodos de consumo más descontrolado y otros de abstinencia. "La adicción es una enfermedad o trastorno obsesivo y compulsivo. Como cualquier otro trastorno, es crónico. No tiene cura conocida, pero se puede vivir en recuperación sin consumir sustancias o sin actuar en comportamientos y conductas adictivas, como podrían ser el juego, las compras o el sexo, entre otras”, explica Antonio Culebras, psicólogo especialista en adicciones de la Clínica Recal, un centro experto en tratamientos de desintoxicación ubicado a las afueras de Madrid.
Según el Hospital Clínic de Barcelona, las adicciones realmente importantes en España son el alcohol, el tabaco, los tranquilizantes y los derivados del cannabis. Un 30% de la población española tiene una adicción al tabaco. En el alcohol, hay un 15% de bebedores de riesgo y un 5% adictos. La adicción a los tranquilizantes está entre el 3 y el 4%. Al cannabis es adicto un 2% de la población y la adicción a la heroína y la cocaína está por debajo del 1%.
En cuanto a edades o fases de desarrollo no hay ningún momento de la vida en que seamos más o menos propensos. "No hay una época más proclive para una adicción. Es una enfermedad progresiva; es decir, que va de menos a más. Puede haber eventos puntuales que provoquen una pérdida de control de la persona por no gestionar adecuadamente lo que sucede a nivel emocional y acentuar el trastorno", señala este psicólogo.
El circuito de la recompensa
Al consumir drogas se producen una serie de cambios cerebrales en el llamado circuito de la recompensa. Este circuito es el encargado de transmitirnos que una conducta es placentera y beneficiosa y que, por tanto, merece la pena repetirla. En función de su dosis y frecuencia, se va creando un consumo habitual que finalmente desemboca en una adicción. "El mecanismo que se desencadena en nuestra mente para que la adicción se afiance es la recompensa inmediata, el placer instantáneo que alivia el dolor emocional, engañando a la mente. La mente no entiende de positivo o negativo, solo pide lo que le damos. Cuanto más le demos, más lo pedirá", explica Antonio Culebras.
La evolución más habitual es la progresiva; es decir, el paciente va aumentando la dosis de manera escalonada hasta que no puede controlar la forma ni la manera de consumir. En segundo lugar, también hay pacientes que van alternando periodos de consumo con periodos de abstinencia.
Cómo nace una adicción
En el desarrollo de una adicción influyen múltiples factores que interaccionan entre ellos. Según el Hospital Clínic de Barcelona, estos son los más relevantes:
- Factores genéticos. El trastorno adictivo donde está más demostrado la importancia de la genética es en la adicción al alcohol. Se estima que hasta un 50% de la vulnerabilidad de una persona a desarrollar la enfermedad es de origen genético.
- Factores ambientales. Estos estímulos juegan un papel fundamental. Cuanto antes se inicia el consumo de una droga en la vida de una persona, y también cuanta más cantidad se toma, más riesgo hay de desarrollar una adicción. La manera de tomar la droga también influye. Las vías de administración que suponen una concentración en sangre más elevada y en la que se llega de forma más rápida, presentan un mayor riesgo. La vía intravenosa es la más perjudicial.
- Personalidad. Rasgos como la impulsividad o la tendencia a buscar nuevas sensaciones incrementan la posibilidad de padecer una adicción.
- Enfermedad mental. La presencia de una enfermedad mental incrementa también el riesgo de desarrollar un trastorno adictivo.
- Factores sociales. Las circunstancias sociales tienen una gran importancia en el desarrollo de las adicciones. Cuanto más accesible y más económica es una droga, más se extiende su consumo y genera más adictos.
Cambios físicos y emocionales
Las adicciones generan cambios de comportamiento y también de tipo fisiológico. Influyen en nuestro bienestar emocional, creando, sobre todo después de su consumo, un sentimiento de tristeza, soledad, angustia e irritabilidad. Antes de su consumo, el paciente sufre 'craving', como se conoce en la jerga médica el deseo irrefrenable de consumir las sustancia. Durante la abstinencia, pueden producirse fenómenos fisiológicos que dependen del tipo de droga consumida. "Por ejemplo, si el consumo de cocaína produce activación e hiperalerta, su síndrome de abstinencia produce decaimiento y desgana", explica en su web la doctora Vanesa Fernández.
En general, el síndrome de abstinencia está asociado con alteraciones del sistema nervioso, y si es tardío "interfiere de forma significativa en la vida del paciente y hace que aumente su probabilidad de recaída", advierte esta profesional. La pérdida de apetito, con la consiguiente pérdida de peso, un sistema inmune deprimido que facilita la aparición de infecciones y el insomnio o la falta de un descanso reparador son las pistas que pueden avisar de que estamos cayendo en una adicción o de que alguien de nuestro entorno la está desarrollando.
Tratamiento: integral y con el apoyo de profesionales, amigos y familiares
Según los expertos, el tratamiento de las adicciones tiene que ser un tratamiento integral porque la persona necesita someterse a una terapia biológica, psicológica y social. El soporte de la familia es útil cuando consigue mantener el vínculo, hablar abiertamente del tema y evitar la confrontación ni las interpretaciones moralistas. "La adicción es un tema relacionado con la salud y por ello hay que tratarla como tal. Es importante hacer terapia, asistir a grupos de apoyo y trabajar en un proceso de desarrollo personal para poder cambiar y evolucionar, para corregir lo que no funciona y poder tener una vida funcional", señala Antonio Culebras.
Cuando decide abandonar las drogas, el adicto asume, posiblemente, la tarea más compleja de su historia vital. "La vida de un adicto en recuperación cambia en muchos aspectos. Es un cambio bastante profundo, una manera de ver y vivir la vida muy diferente, ya que hay un proceso de tocar fondo, levantarse, asumir y admitir una enfermedad, y trabajarse como persona a niveles muy profundos. La honestidad y la verdad forman parte del día a día de un adicto en recuperación", advierte Culebras. En el horizonte, la posibilidad de recuperar el control sobre la propia vida. Con el compromiso del paciente y las terapias adecuadas "el consumo y los comportamientos adictivos paran y la persona aprende a convivir con su trastorno", concluye este profesional.