Diego, del divorcio a la desintoxicación con 57 años: “A veces sueño con la cocaína”
Según el último informe EDADES del Plan Nacional sobre Drogas (2017) un 10% de las personas entre 35 y 64 años han consumido cocaína alguna vez. Un porcentaje que ha aumentado drásticamente en 20 años, desde el 1,6% que marcaba en 1997.
Diego, de 63 años: "Empecé con las drogas en la adolescencia. A los 16 llegaron la cocaína y la marihuana"
A día de hoy su hijo sabe lo que pasó y le ayuda a mantenerse firme
Diego es un hombre de 63 años que hace cinco consiguió dejar atrás la adicción que le estaba destruyendo. Llevaba décadas consumiendo cocaína a espaldas de su familia y los problemas físicos y psíquicos no dejaban de aumentar. Tras varias subidas de tensión de riesgo, decidió ponerle fin al asunto con una gran fuerza de voluntad. Hoy en día su hijo sabe lo que pasó y le ayuda a mantenerse firme.
La relación de Diego con los problemas de adicción ha pasado por varias fases vitales: "Empecé a probar las drogas en la adolescencia Primero fueron el tabaco y el alcohol a los catorce o quince años, a los 16 llegaron la marihuana y la cocaína y un poco más tarde experimenté también con LSD y psicoactivos similares. Con la marihuana y los psicoactivos no llegué a tener problema, fueron cosas puntuales. Solía ir con gente muy diversa de diferentes edades y no se le daba apenas importancia al consumo, era todo muy despreocupado. El caso es que a mí desde el principio me gustó la mezcla de alcohol, tabaco y cocaína hasta el punto de no querer otra cosa, era lo único que me hacía sentir de verdad bien. A aquella edad yo estaba ya trabajando en cosas que no me gustaban y el sentido de la vida era dedicar la mayor parte posible de tiempo libre a la fiesta, pero una fiesta muy destructiva".
Como no era capaz de salir por la noche sin ponerme ciego, dejé de salir en esos ambientes y funcionó durante varios años
Siendo muy joven, las repercusiones negativas empezaron a manifestarse. A los 23 años ya tenía dañado el hígado. "Te crees que por ser joven nada de eso te afecta pero el cuerpo se deteriora si lo tratas mal en cualquier momento de la vida, no eres inmune. No me lo esperaba, me asusté mucho y me propuse parar y cuidarme. Quería vivir en buenas condiciones, recuperarme. Así que el miedo me hizo ponerme serio y cambiar de hábitos. Como no era capaz de salir por la noche sin ponerme ciego, dejé de salir en esos ambientes y funcionó durante varios años. Seguía fumando tabaco, que es un vicio muy fuerte y dañino pero era lo único y me mantenía estable", explica.
"A los 27 tuve una recaída muy fuerte de beber alcohol y consumir cocaína, pero le había cogido tanto miedo a beber que dejé esa parte porque me daba mucho respeto. Fue cuando empecé a comprar y meterme cocaína solo, sin necesidad de amigos ni de fiesta. Me acababa de casar, mi mujer me había acompañado y apoyado durante la recaída pero pensaba que volvía a estar en el buen camino y no era así. Esnifaba para trabajar, sentía que me hacía más capaz y que me ayudaba. Cuando ella se quedó embarazada volví a concienciarme y conseguí parar de nuevo, estuve varios años concentrado y satisfecho", añade.
Su adicción le llevó al divorcio
Pensaba que aquella vez sería la definitiva, pero desde entonces quedaban varios periodos oscuros más que atravesar. Incluido un divorcio: "Si quedaba alguna vez con amigos del pasado la cosa siempre se acababa poniendo fea. Me resultaba tentador y no me podía resistir. La cuestión es que ellos compraban para una noche concreta y sin más, que podía ser una o dos veces al año o incluso menos, mientras que yo era probarlo y no poder parar. No tenía hartura. Me sentía culpable y débil pero era superior a mis fuerzas.
Cuando mi hijo era adolescente volví a la dinámica de comprar por mi cuenta para consumir de forma cotidiana
También me deprimía pensar que la única forma de estar con amigos era ésa. Me ponía ansioso con el tema, me obsesionaba con el consumo durante toda la noche y la obsesión después se mantenía. Esto fue aumentando y para cuando mi hijo era adolescente volví a la dinámica de comprar por mi cuenta para consumir de forma cotidiana. En los baños de las oficinas y los bares o luego, tras divorciarme, en mi propia casa. No hacía nada en especial, simplemente llevaba a cabo las labores diarias. Era algo que solo sabíamos el que me vendía la droga y yo. Me sentía un imbécil casi todos los días, la verdad, haciéndome rayas solo, y me daba muchísima ansiedad pero intentaba apartar el pensamiento y pensar que no era para tanto, que en realidad todo estaba controlado".
Todo en secreto
Esa sensación cambió de golpe cuando tuvo la primera subida de tensión: "Tenía 52 años y llevaba sin poder salir del hábito de consumir casi todos los días por lo menos cinco años, y desde que vivía solo todo era mucho más difícil de controlar. Pues un día de reunión familiar que estaba contento me pasé, me subió la tensión muchísimo y se me puso un ojo todo rojo y como explotado. Mi propio hijo me llevó a urgencias, yo me sentía fatal, iba muy asustado y no quería decirle nada. Horrible. Aun así no paré y un par de meses después me pasó exactamente lo mismo. Decidí que tenía que parar y esa vez me propuse ser muy firme. En parte tenía la motivación de querer salir de aquello sin dar más problemas con la intención de contarlo más tarde porque estaba harto de guardarme toda la movida para mí, me quería desahogar pero me daba vergüenza hacerlo antes de haberlo solucionado".
Cada día que aguantaba era una victoria, me hacía sentir realizado, orgulloso y satisfecho. No he vuelto a recaer
A sus 57 años, Diego afrontó el desenganche en completa soledad y al parecer fue la vez que menos trabajo le costó: "Era más adicto que nunca pero curiosamente estaba tan preocupado y cansado del tema, llevaba tanto tiempo deseando dejarlo atrás por mi salud mental y física, siempre con secretos, disimulando y con ansiedad, y además gastando mucho dinero, que ésa es otra, que lo afronté casi con entusiasmo. Cada día que aguantaba era una victoria, me hacía sentir realizado, orgulloso y satisfecho. No he vuelto a recaer".
Se lo contó a su hijo
Aunque hay que ser aún cautos: "Puedo decir que me sigue apeteciendo a veces y tengo por ejemplo muchos sueños en torno a la cocaína pero en esos sueños en los que consumo me arrepiento y lo paso mal, son pesadillas. Cuando me despierto me alegro muchísimo y me siento aliviado. Cuando hice el primer año de desenganche, me propuse dejar también el tabaco, y reconozco que me costó más, fíjate, pasé un mono horroroso, pero también lo conseguí. Con la satisfacción de los retos cumplidos, se lo confesé todo a mi hijo, que ya era un adulto con la cabeza muy bien amueblada. Me pegó un broncazo, le costó digerirlo por todo el sufrimiento familiar que aquello había potenciado, pero por otro lado se mostró también comprensivo y dispuesto a ayudarme a no recaer".
Pedir ayuda
Diego cree que si lo confesado antes le habría resultado más fácil dejarlo antes: "Por supuesto creo que todos estos secretos influyeron en la ruptura de mi matrimonio, mi carácter oscilaba, a veces estaba alterado y nadie sabía por qué, mi compañía no siempre era buena y sé que lo puse difícil. Desde que lo he compartido con alguien de confianza me siento más seguro. Él me pregunta cómo llevo el tema, le cuento los sueños que he tenido, las ganas que tengo de fumar y de beber y de todo de vez en cuando, y parece que hablándolo se despejan las nubes ocasionales. Ahora pienso que si lo hubiera compartido antes me hubiera resultado más fácil. Pedir ayuda profesional hubiera sido también una buena idea, supongo, y contar con la comprensión y el apoyo de mi entorno tal vez me hubiera ayudado a no sentirme tan solo y perdido.
Ahora pienso que si lo hubiera compartido antes me hubiera resultado más fácil. Pedir ayuda profesional hubiera sido también una buena idea
Poder bromear con mi hijo sobre el tema a día de hoy, que esté pendiente, que refuerce mi voluntad, saber que se preocupa, son detalles que lo cambian todo. Pero bueno, así han sido las cosas, me avergüenzo del comportamiento que he tenido pero también estoy contento de haber salido de algo que para mí era muy difícil y que podía haberme llevado a la destrucción total”.