Autoboicot: "Tengo 55 años y me sigue dando miedo el éxito"
Son muchas las personas que se ven incapaces de renunciar a su estabilidad profesional para alcanzar objetivos más grandes
Los psicólogos lo conocen como autosabotaje. Germán es un caso claro. Tiene 55 años y no deja de lamentar su falta de valor para crecer en la empresa
Carla Sánchez, consultora de bienestar laboral, nos da las claves para romper ese diálogo negativo con uno mismo
El éxito es uno de los anhelos humanos más comunes. ¿Cómo no esperar grandes cosas de nosotros mismos? Germán, de 55 años, alzaría la mano. Puede que sea el empleado más eficaz del departamento de calidad de la fábrica de alimentación en la que entró hace casi 30 años, recién terminada la carrera de Ingeniería Industrial. Es inteligente y le gusta su trabajo. Pero desde entonces no se ha movido de su puesto y, cuando le preguntan la razón, se encoge de hombros y no sabe bien qué responder. "Cada vez que he tenido oportunidad de cambio o ascenso, he encontrado una excusa para rechazarla", dice.
Sensación de vértigo
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"No me sentía bien preparado", "me dio pánico", "creí que defraudaría a las personas" o "no era el momento". Son solo algunas de las razones que se dan a sí mismos los profesionales que se ven incapaces de renunciar a su estabilidad por alcanzar objetivos más grandes. Los psicólogos lo conocen como "autoboicot". Algo así le ocurre a Germán. "Siempre he encontrado un motivo para no aceptar el cambio, he sopesado demasiado las cosas o he considerado que no era el momento". Así ha ido dejando pasar el tiempo, en el mismo lugar, pero sin dejar de soñar. "Cuánto más cerca he estado, peor ha sido la sensación es de vértigo", justifica.
No hay peor enemigo que uno mismo
Con esta actitud, se ha negado a sí mismo la posibilidad de prosperar y alcanzar sus metas. A menudo siente que no vale nada, que no va a poder, que es mejor conformarse, que no tiene nada que aportar o que los demás siempre son mejores. Son solo algunos de sus pensamientos recurrentes con los que se va poniendo su propia zancadilla. Y evidentemente, si lleva 30 años haciendo prácticamente lo mismo, nunca podrá esperar que ocurra algo diferente.
Ahora que la generación que llega tiene la edad de sus hijos, le produce sonrojo pensar que asumirán responsabilidades más serias que las suyas y aprovecharán oportunidades que él ha dejado pasar por permanecer siempre en el mismo carril. ¿Cómo puede ser que un cambio positivo produzca esa reacción? Germán lo achaca al miedo a lo desconocido y a salir de su área de confort. Ya desde pequeño, recuerda que nunca se atrevió a levantar la mano en el colegio a pesar de ser el más capaz de resolver cualquier problema. "Más que un problema de timidez lo que tenía era una inseguridad que a mis 50 y muchos no he logrado superar".
Un trastorno con diferentes caras
A Carla Sánchez, cofundadora de The Holistic Concept, una consultoría dedicada al bienestar del empleado y la productividad consciente, todo esto le resulta familiar. "El autosabotaje -dice- es más común de lo que parece y las razones por las que se manifiesta, a menudo de forma inconsciente, son muchas". Unas veces es el el miedo al éxito, otras el desasosiego ante la idea de tener que asumir más responsabilidad. En estas personas se da también, según esta experta, falta de confianza en sí mismas, incluso teniendo la formación adecuada; no querer salir de un cierto estado de comodidad o una falta de ambición que no admitimos.
A veces, al rascar en los motivos que llevan a un trabajador a anquilosarse en un punto, Carla descubre que realmente se siente perdido profesionalmente. "Esto se traduce en no saber bien lo que quieres y, por tanto, no tomas acción". Aunque el autoboicot puede expresarse de mil maneras, encuentra una señal que comparten quienes lo sufren: "cada paso que dan en su vida profesional le aleja cada vez más, en lugar de acercarle al objetivo deseado".
La trampa la coloca el cerebro
Lo que empieza como un gesto acaba convirtiéndose en una rutina muy difícil de romper, como le está ocurriendo a Germán y como describe también Carla: "Por un lado, ponerse la zancadilla a uno mismo puede llegar a convertirse en un hábito. Nuestro cerebro está diseñado para darse la razón a sí mismo. Es un mecanismo de supervivencia que todos tenemos que facilita encontrar excusas o justificación para nuestros actos, aunque nos perjudiquen directa o indirectamente".
Todo esto hace mella en la conciencia y en el ánimo. "A medio y largo plazo, la frustración y la falta de autoconfianza acaban asomando las orejas en forma de depresión, mal humor, pensamiento negativo, ansiedad, reproches a uno mismo u otras emociones difíciles de gestionar y que nos pueden hacer mucho daño, tanto a nivel personal como profesional", explica.
El autosabotaje tiene una salida
Desde The Holistic Concept, nos plantean un método para salir de esta perversa tesitura. "Lo más importante -propone Carla- es detectarlo, admitirlo y tomar conciencia de nuestro comportamiento y sus consecuencias. A partir de ahí, comienza el trabajo de autoconocimiento para encontrar, desde la honestidad, las razones reales que nos llevan a actuar contra nosotros mismos".
Esto, llevado a la práctica, significa hacer uso de técnicas como la meditación, que puede ser una gran herramienta, según explica, "a la hora de ayudarnos a aprender a aceptar las sombras, aumentar la autoestima y encontrar claridad mental en la toma de decisiones". Ella lo relata como un proceso excitante. "Sí, puede que dé un poco de vértigo, pero resultará definitivamente útil para romper el patrón y ganar confianza, sea cual sea el siguiente paso que queramos dar".