Quizá aún puedes disfrutar de ellos o los tuviste muy cerca hasta hace muy poco. Quien más y quien menos atesora momentos y vivencias con sus abuelos. Hasta pueden compartirse rasgos físicos o de carácter, pero su impronta va más allá de lo genético y llega hasta los rincones más profundos de nuestra personalidad adulta.
El peso que tienen los abuelos en la edad adulta comienza a gestarse en la infancia durante la evolución del propio núcleo familiar. "La familia es un sistema vivo, no una foto fija, con distintas etapas evolutivas y el papel de los abuelos tiene su importancia y va cambiando en función del momento evolutivo y del contexto, en el que pueden darse divorcios, enfermedades, demandas profesionales… La edad de los nietos también es importante", explica Cayetana Egusquiza, psicóloga sanitaria y terapeuta familiar sistémica, una rama de la Psicología que dirige su mirada hacia el contexto de las personas y las interacciones con su entorno.
Cada circunstancia en la relación con nuestros abuelos va a determinar la huella que permanezca en nuestra personalidad adulta. "A mí me crio mi abuela", explica Marta, de 55 años. "Iba a dormir a casa de mis padres, pero la mayor parte del día, la comida, la vuelta del colegio, los deberes de la tarde, los hacía en casa de mi abuela. De adolescente, cuando empecé a salir con los amigos, estaba pendiente de la hora de llegada para no molestar a mi abuela. Y creo que siempre he tenido más en cuenta sus consejos que los de mis padres", asegura.
La importancia de la figura de los abuelos, en efecto, cobra importancia cuando la relación comienza a darse en etapas tempranas. "La pareja joven con niños pequeños requiere a menudo del apoyo logístico y emocional de los padres, más aún en tiempos de la mujer incorporada al mercado laboral. Cuando se crea una familia, los cónyuges aportan su universo de valores y creencias, cortesía de sus familias de origen, y al nacer los niños hay que adaptar y ajustar, negociar…", afirma Egusquiza. ¿Se trata de una relación fácil? "El apoyo de los abuelos es muy importante, pero también aparecen a menudo problemas relacionados con los límites, necesarios para que no haya interferencias o roles que se pisan", asegura la psicóloga.
Los conflictos con los papeles que asume cada miembro de la familia también pesan en el desarrollo de la personalidad adulta. "He trabajado muchos años en un Programa de Comisión de Tutela del Menor, y era habitual encontrar abuelos desempeñando el rol parental, criando a los nietos, debido a problemas de adicciones, delincuencia o trastorno mental de los padres. En estos casos los abuelos son la figura imprescindible y de referencia para los nietos", señala esta profesional.
Para Óscar, de 59 años, tener unos abuelos dispuestos a cuidarle supuso su tabla de salvación. "Mis padres se peleaban continuamente y a veces vivían separados, aunque nunca lo hicieron de manera definitiva. Con cada bronca, había una especie de reasignación familiar y yo siempre me quedaba con mis abuelos. Recuerdo que las Navidades estaban llenas de discusiones, pero ellos conseguían que no lo pasáramos tan mal. Les he querido, les he respetado y les he cuidado hasta el final", resume.
El caso de Óscar es un ejemplo claro de cómo hacer positiva una situación mala en origen. "Aunque los psicólogos a menudo trabajamos conflictos relacionados con la separación emocional de las familias de origen (diferenciación), si se consigue gestionar esta situación con éxito, es un regalo contar con el apoyo, la experiencia y la visión del mundo de nuestros mayores", afirma Cayetana Egusquiza.
En opinión de esta psicóloga, la persona y la familia pasa por etapas evolutivas, cada una precedida de su correspondiente crisis, necesaria para ajustarse y adaptarse a la nueva situación. "En nuestra sociedad las familias extensas se mantienen unidas y presentes, lo que es fuente de muchos ajustes y tensiones. Pero tener a los abuelos cerca aporta muchos beneficios a los nietos, ya que son los transmisores de la cultura, los valores, la moral y la historia. Además aportan tiempo, actualmente algo de lo que carecen los padres trabajadores", explica.
Si la relación entre nietos y abuelos es próxima y positiva, este vínculo se prolongará en el tiempo y fomentará en el nieto valores tan necesarios como la empatía, básica cuando lleguemos al momento en el que debamos prestar los cuidados, ayudas o acompañamientos necesarios. Esta relación, a su vez, enriquece la relación paterno-filial y mantiene a los abuelos conectados con la sociedad. Es el caso, por ejemplo, de los nietos que enseñan a sus abuelos a usar el whatsapp, el móvil o a buscar contenidos online. Por poner solo un ejemplo, en el último trimestre de 2019, según el INE, casi el 64% de las personas de entre 65 y 74 años habían utilizado internet para comprar, distraerse o hacer alguna gestión online.
Una buena relación entre abuelos y nietos también proporciona sentimiento de pertenencia, algo fundamental en el desarrollo de la identidad y la autoestima. "Una relación sana con padres, abuelos y el resto de la familia garantiza un sentimiento de pertenencia al grupo que puede marcar la diferencia. Por el contrario, una relación familiar tormentosa y conflictiva, no resuelta y alargada en el tiempo, puede tener consecuencias negativas en nuestro desarrollo", afirma la psicóloga.
La autoestima es la valoración que tenemos de nosotros mismos, basada en una percepción adecuada de nuestras capacidades y de nuestra personalidad. Una autoestima bien ponderada es condición indispensable para una buena salud emocional. Los beneficios de una buena autoimagen son numerosos. Entre ellos, destacan:
Si la empatía, el valor del tiempo y de los valores y el sentimiento de pertenencia son los 'tesoros' que nuestros abuelos nos regalan en la edad adulta, los nietos pueden hacerles otro regalo: volver a ser padres. "Una circunstancia que se está dando es la del abuelo que como padre estuvo ausente, pero ya jubilado puede dedicarse a los nietos como no pudo hacer con sus hijos", asegura Cayetana Egusquiza. Lo mismo sucede con las abuelas, cuando ya han superado la etapa de estar "solas en casa con varios hijos y saturadas con las tareas del hogar y demandas educativas. Ahora pueden disfrutar de una relación más relajada con los nietos. Y ambos, abuelas y abuelos, pueden aportar facetas inexploradas a esta relación", concluye la experta.