Con algún que otro traspiés y sentimientos encontrados. Así vamos superando las fases que nos llevarán a la Nueva Normalidad. Mientras, la gran duda: ¿habrá rebrote de coronavirus en otoño? Todo apunta a que es posible. El propio ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha admitido que puede haber una segunda oleada de menor virulencia a partir de octubre. Se conoce más del virus y, por tanto, podríamos afrontarlo mejor clínicamente. ¿Y desde el punto de vista de la salud emocional? En busca de respuestas, Uppers ha hablado con Juan Díaz Curiel, Doctor en Psicología y psicólogo clínico del Servicio Madrileño de Salud (SERMAS).
En opinión de este experto, la respuesta no sólo es cerebral. "El ser humano es un todo psicosomático, que incluye la interacción de los sistemas inmuno-endocrino-neuro-psico-fisiológicos, aunque efectivamente regulado por el cerebro. Estamos todavía en el periodo de respuesta a la crisis ante la amenaza del Covid-19, y no sabemos con certeza qué cambios se han producido en nuestros mecanismos adaptativos físicos y psicológicos". Para Díaz Curiel lo probable es que el confinamiento haya desencadenado cambios adaptativos, tanto internos como externos. "La vida es una suma de cambios y adaptaciones a las circunstancias. La resiliencia se activa y dará lugar lo más probable a cambios profundos, revolucionarios, en las personas y por ende en la sociedad. Posiblemente muchas cosas cambien y formarán parte del paisaje de nuestro futuro inmediato", explica.
La pregunta sobre si nuestro cerebro está preparado para una hipotética segunda cuarentena no tiene una respuesta fácil: "la capacidad para asumir una segunda pandemia es difícil de contestar. La mayor parte de las personas están viendo la luz al final de túnel y volver a entrar sin salir de él en las mismas condiciones no sería soportable para una gran parte de la población.
Si tuviéramos que hacerlo, el mecanismo sería análogo a lo que ya hemos hecho, básicamente ponerle coto a la incertidumbre. Además, la experiencia sería de gran ayuda. Para Juan Díaz Curiel, "hay que aprender de la experiencia e incorporarla a situaciones futuras. Las reacciones normales de miedo a contagiarse y síntomas de ansiedad, tristeza e insomnio y otros síntomas de índole somático pueden dar lugar a medio plazo a trastornos de estrés postraumático y duelos complicados por la muerte de familiares".
Hasta el momento, el balance emocional de la pandemia y la cuarentena arroja resultados negativos. "La mayor parte de las investigaciones recientes informan de efectos psicológicos negativos, incluidos síntomas de estrés postraumático, confusión e ira. Los factores estresantes incluyeron una mayor duración de la cuarentena, temores de infección, frustración, aburrimiento, suministros inadecuados, información inadecuada, pérdidas financieras y estigma. Algunos investigadores han sugerido efectos duraderos", señala el experto. Entre los colectivos de más riesgos de padecer problemas psicopatológicos se encuentra el personal sanitario, con un porcentaje de contagios en España cercano al 20% del total de contagiados.
Incluso sin rebrote, esta pandemia está moldeando nuestra psyche de una manera que ni siquiera los expertos hoy se atreven a definir. "Sin duda, se están produciendo cambios que necesitarán un tiempo de sedimentación y germinación para ver en que se manifiesta tanto a nivel emocional y comportamental", advierte Juan Díaz Curiel.
Para prevenir los efectos menos deseados (estrés post-traumático, ansiedad, fobias...), este psicólogo recomienda llevar a cabo algunas prácticas que considera esenciales: "hacer ejercicio; apoyarse en la familia o grupos de convivencia, la pareja e hijos; mantener activa la fantasía, 'la loca de la casa', como el recurso interno más valioso de la resiliencia; comunicación con el entorno; participar en actividades solidarias; favorecer actividades de ocio activo, como hacer manualidades, cocina, leer y ver cine, televisión o series".
¿Y para los que viven solos, ese 20% de la población? El experto recomienda "mantener abiertas las redes sociales y familiares, y apoyar a los mayores para que busquen ayuda en redes vecinales y familiares que cubran las necesidades básicas y afectivas".
Otras herramientas útiles para este profesional son la meditación y el mindfulness, muy accesibles virtualmente a través de las redes sociales y con probados efectos positivos.
Para las personas que han sufrido el coronavirus de manera directa, como pacientes, o indirectamente, a través de familiares y amigos, superar la angustia de la enfermedad requiere otros planteamientos. "Hay que diferenciar los distintos niveles de afectación y padecimiento de la enfermedad. Los que han pasado la cuarentena con síntomas leves en sus casas, los ingresados (un 20% de los ingresos han fallecido) o los que han pasado por UCIs y el tiempo en las mismas. La edad y la capacidad de resiliencia de cada persona es distinta", explica Díaz Curiel.
En su opinión, cada uno de estos grupos se verá sometido a distintas dinámicas, pero sí hay algunas consideraciones generales. "Un 30% de los contagiados tendrán consecuencias orgánicas físicas y otras afectaciones psicológicas a corto plazo. Lo importante es que cada uno sea capaz de incorporar la anormalidad sobrevenida como un episodio pasajero e integrarla al resto de situaciones vitales estresantes y conflictivas de nuestras vidas. Superar la angustia a la enfermedad, a la muerte que ha estado tan presente de forma generalizada en la población se conseguirá solo parcialmente y tardará un tiempo". El tiempo que tarde en llegar la vacuna. "Cuando se encuentre una vacuna eficaz y universal las personas volverán a vivir separando el temor al contagio a la enfermedad y a la muerte", señala el psicólogo.
Si se diera un rebrote, al menos tendríamos la experiencia del primer confinamiento. ¿Qué podríamos rescatar? ¿Qué nos haría falta? "Tres cosas esenciales: información veraz, detección precoz de los contagios y aislamiento y cuarentena para las personas contagiadas, y unidad de acción por parte de toda la sociedad", explica Díaz Curiel, para quien la pandemia también es una fuente de aprendizaje: "a nivel emocional, debemos dar gracias a la vida cada día por mantenernos vivos, cada uno en sus circunstancias y aprender que las experiencias compartidas ayudan a sobrellevar gran parte de los problemas a los que nos podemos enfrentar en la vida".
Este psicólogo, que desde el área de Salud Mental del SERMAS está trabajando con muchos de los afectados por el Covid 19, incide en nuestra capacidad como sociedad para activar los 'resortes' que nos permitan superar la crisis. "No lograremos nada sin tener en cuenta que los vínculos de la sociedad se generan por la empatía y que valores como la generosidad, el civismo, el comportamiento ético son necesarios para comprender y actuar los procesos de resiliencia y hacer un relato intersubjetivo personal de la experiencia vivida". Se trata, en definitiva, de repensar un modelo de actuación basado en valores éticos. ¿Cuánto tardaremos en recomponernos? El psicólogo se muestra prudente: "Esto llevará tiempo".