Mi psicólogo y yo: atreverse a ir a terapia a los 50 y saber elegir profesional
Una de cada cinco personas que acude al terapeuta es upper, una decisión que han tomado más personas durante esta pandemia. ¿Podemos cambiar a esa edad? Cinco pasos para lograrlo
Son variadas las razones que pueden llevar a un upper al diván de un psicólogo. Y el clima sanitario en plena tercera ola o el agotamiento tras casi un año de pandemia se suman a esos otros motivos que normalmente nos animan a hacerlo disparando las solicitudes -las consultas online han aumentado su demanda en un 200%-.
"Lidiar con problemas de salud física, cuidar a un cónyuge con demencia o discapacidad, llorar la muerte de sus seres queridos y manejar conflictos con miembros de la familia", son algunas de las razones habituales que apunta la American Psychological Asociation (APA). Eso hace que, pese a que pacientes de todas las edades acudan a terapia, el grupo formado por los maduros sea el que más crece. Así, según APA, el número de adultos mayores con problemas de salud mental y conductual alcanzará en 2030 en Estados Unidos los 15 millones; casi cuatro veces más que en 1970.
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En España, un 5,4% de la población —alrededor de dos millones y medio de personas— refiere haber acudido al psicólogo, psicoterapeuta o psiquiatra en los últimos doce meses, señala la Encuesta Nacional de Salud 2017 del Ministerio de Sanidad. Un 19,87 de ellos tienen más de 45 años, de acuerdo con la misma fuente; es decir, casi uno de cada cinco.
Las cifras llaman la atención: se tiende a pensar que, a determinada edad, la personalidad ya está férreamente arraigada; que uno es como es y ya no va a cambiar, lo que dificultaría la labor de un terapeuta. Sin embargo, eso no cierto. "Los cambios son posibles durante toda la vida", asegura Pedro Rodríguez, psicólogo clínico. "Fíjate si el cuerpo va cambiando, y la mente, que acabamos muriéndonos. No va a depender tanto de la edad como de la personalidad y la motivación para querer cambiar aquello que esté perturbando a la persona".
Carlos, ingeniero de 52 años, arrastró durante años una tremenda inseguridad en cuestiones sentimentales, incompatible con la estabilidad. Dicha inseguridad se traducía sobre todo en constantes celos infundados, y cuando hace algo más de un año una incipiente relación amenazaba con irse al traste por este problema, se puso en manos de un psicólogo. La experiencia fue positiva. "Había llegado a un punto en que ni yo mismo entendía mi comportamiento", cuenta. "La especialista me hizo ver que todo se debía a una gran inseguridad, que también salpicaba terrenos como el laboral o la interacción social. Me ayudó a reforzar la seguridad en mí mismo, a creer en mí y a pensar que si una persona estaba conmigo era porque quería estarlo". No solo saneó su relación, sino que ahora se desenvuelve con mayor soltura por el mundo.
Ahora bien, psicólogos hay muchos; en concreto, con especialidad sanitaria suman en España 25.857. Tocan a uno por cada 2.000 habitantes, según el INE. Dado que entre el profesional y el paciente se forma un estrecho vínculo tejido por experiencias y sentimientos íntimos —"elegir el terapeuta correcto es como tener una cita", empezaba diciendo un artículo de The New York Times en 2017—, escoger el más adecuado a nuestras necesidades se antoja de vital importancia.
El precio y la cercanía del domicilio pueden ser factores a tener en cuenta, pero básicamente son cinco los aspectos que debemos considerar y que pueden ayudarnos a elegir.
1.- Identifica tu problema
Si te duele la rodilla, no vayas a un médico de digestivo; en el caso de los profesionales de la Psicología ocurre lo mismo. Obviamente, en nada se parece sufrir un trastorno alimenticio a padecer una adicción; tener que superar un fallecimiento a tratar de salvar un matrimonio. Como los profesionales de otras disciplinas, los psicólogos se especializan en diversos terrenos, así que lo mejor es que apuestes por uno que domine el asunto que se trae entre manos.
2.- Pregunta su formación
"Es importante interesarse por qué técnicas utiliza, si está más habituado a trabajar con niños o con mayores, si mantiene una formación continuada… Eso constituye una garantía, de alguna manera. Y, sobre todo, si está colegiado; requisito indispensable para desempeñar la actividad", apunta Pedro Rodríguez.
3.- Busca que haya química
En 2017, el psicólogo belga François Moors hizo un experimento en el que cotejó las reacciones de 75 personas a distintos tipos de psicólogo. Los resultados, publicados en Frontiers in Psychology, confirmaron que un rasgo importante que predecía la satisfacción del paciente era la calidez. También, que el cliente prefería que hubiera sintonía entre su carácter y el del terapeuta. Así, "los clientes dominantes estaban más satisfechos con el psicoterapeuta dominante que con el sumiso, mientras que los clientes sumisos preferían al psicoterapeuta cálido". Moors concluyó que los psicólogos deben ser flexibles "y adaptar sus comportamientos de acuerdo con el perfil interpersonal de sus clientes para aumentar su satisfacción y disminuir los abandonos".
Como añade Rodríguez, "debe haber sintonía que facilite una atmósfera de confianza". Dicho lo cual, matiza: "Como pacientes, debemos estar abiertos a cambiar; a veces no nos gusta un psicólogo porque no nos dice lo que queremos oír. Pero hay que aceptar que estamos ante un profesional preparado que sabe lo que más nos conviene".
4.- Que sepa escuchar
Quien acude a la consulta de un psicólogo es porque tiene problemas y está deseando desahogarse. ¿Debe el especialista, por tanto, hablar más o escuchar más? Pedro Rodríguez aboga por un equilibrio, pero en la primera evaluación se impone el escuchar: "Para conocer a alguien, lo primero es preguntar. Mi actitud siempre ha sido como la de los periodistas: si quieres saber algo de alguien, le entrevistas. Cada cosa que cuenta, inspira una pregunta nueva. Los psicólogos trabajamos con información. Al contrario que otras especialidades, en esta no hay marcadores biológicos para evaluar al paciente. No se le puede hacer una radiografía o un escáner. Trabajamos con la palabra, porque, además, luego tendré que argumentar lo que devuelvo a la persona".
5.- Consulta plazos
¿Quién no tiene un amigo o amiga que lleva diez años acudiendo al gabinete del mismo psicólogo? En muchos casos, las intervenciones son largas, pero de ahí a que se eternicen dista un trecho. Es aconsejable preguntar si la duración aproximada del tratamiento. "En la actualidad, en muchas técnicas se trabaja con plazos, y consideramos que si en esos plazos no se ha resuelto, hay que replantearse si lo estamos haciendo bien", sostiene el experto.