Después del año pasado, en el que muchas familias no pudieron juntarse a celebrar las fiestas, recordamos que las reuniones estaban limitadas en número y forma, y apenas se había empezado a vacunar a la población de alto riesgo, este, el panorama se dibuja diferente. Sin grandes restricciones, pese a ómicron y con prácticamente un 80% de la población inmunizada, esta Navidad las casas volverán a llenarse de mesas multitudinarias en las que las familias se volverán a juntar. De acuerdo con el último sondeo del CIS, un 4,8% de los españoles en edad de vacunación no quieren inmunizarse, y más de la mitad no pretenden hacerlo nunca. Esta decisión, totalmente personal, puede suponer un problema en cuanto a lo que las celebraciones navideñas se refiere. Hablamos con la psicóloga Teresa Terol, colaboradora de la comunidad fitness fullmusculo, para que nos explique cuál es la mejor forma de lidiar con los no vacunados y cómo evitar que este tema sea un motivo de disputa permanente que rompa de forma definitiva los lazos afectivos entre familiares.
Seguimos inmersos en una pandemia mundial, es decir, en una situación excepcional con la que no habíamos lidiado hasta ahora, y eso nos lleva a tomar medidas extraordinarias. En la sociedad existen derechos asertivos que son los que se aplican cuando no hay reglas fijadas al respecto de un hecho, como es el de vacunarse o no hacerlo. "Todos tenemos derecho a hacer lo que queramos con nuestro cuerpo y nuestro tiempo y, por tanto, tenemos derecho a no querer juntarnos con alguien que no esté vacunado. Es el derecho asertivo, es decir, el de ser claro, directo y hacer lo que quiera, siempre que la ley lo permita", explica Terol.
El problema que, a veces, que nosotros seamos asertivos no quiere decir que el otro lo vaya a entender. Como hasta el momento la vacunación no es obligatoria, pero juntarse con alguien que no se ha inmunizado puede poner en riesgo la salud del resto de la familia, no juntarse debe ser una opción respetable. "Tanto la persona vacunada como la no vacunada deben entender que el otro tiene derecho a tener su propia opinión porque no hay una ley que lo exija, pero también entra ahí la libertad de no exponerse al riesgo que el otro decidido correr".
Esto no tiene nada que ver con el amor hacia esa persona y de ahí que la manera de comunicar la preferencia de no celebrar juntos las fiestas sea fundamental. Hay que ser claros, directos y sinceros, basándonos en hechos, utilizando fórmulas del tipo: 'yo he decidido no juntarme con personas que no estén vacunadas, pero no contigo, sino en general'. A partir de ahí, existe un segundo paso que es el de hablar de las emociones porque no querer juntarse con alguien no significa que no produzca una enorme pena. "Y esa parte emocional la podemos comunicar, pero no desde el 'bastante me jode a mí'. Hay que intentar expresar la emoción en positivo: ‘No nos podemos juntar porque he decidido no estar sin mascarilla con gente que no se ha vacunado, no es que no quiera estar contigo, es que no puedo'. A partir de ahí, se pueden buscar fórmulas para verse, que impliquen un lugar abierto y con mascarilla", explica la experta.
¿Y qué pasa si soy yo el que no me quiero vacunar? Debemos entender que se trata de un tema sanitario y que la decisión de no ponerse la vacuna puede tener repercusiones que son de vida o muerte, sobre todo si hay población de riesgo a nuestro alrededor. "Cuando un familiar nos dice que prefiere no celebrar las fiestas juntos por este motivo es muy importante diferenciar que no nos ataca a nosotros como persona, que no nos están atacando a nosotros sino a una opinión de las que tenemos y eso nos evitará dolor y nos liberará".
Bien es sabido que las cenas navideñas son el perfecto escenario para acaloradas discusiones de temas sensibles como puede ser la política, la religión y, en esta ocasión, también el coronavirus y la vida que cada uno lleva. "Yo siempre recomiendo evitar conversaciones conflictivas, debemos preguntarnos para qué nos estamos juntando. La respuesta suele ser: para pasar unos bonitos días, para reírnos, para pasarlo bien… es el momento de dejar de lado las opiniones diversas y conflictivas. Si ya se ha tomado la decisión de asumir el riesgo y juntarse, hay que ser consecuente", apunta la psicóloga.
En este tipo de celebraciones las conversaciones no suelen ser de tú a ti, hay varios implicados y eso debe llevarnos a controlar las palabras. "Las críticas siempre se hacen en privado, los halagos en público", aclara Terol. No es necesario hacer una exposición pública,sobre todo, cuando ya has tomado la decisión de que por A o por B vais a cenar juntos. "Si hay una decisión previa, debo entender que lo he elegido yo libremente y que nadie me está obligando. Por lo tanto, no le puedo reprochar al otro el riesgo, porque el riesgo lo estoy corriendo yo, no me lo pone él", concluye.