Toca quedarse en casa. Por tu salud, por la de los demás. Las personas de más de 55 años son las que más se pueden ver afectadas por el coronavirus, pero no por el hecho de estar confinados en los hogares tenemos que perder el sentido del humor y la fuerza que nos puede dar la risa en estos días.
Lo estamos viviendo con los cientos de memes que te llegan al teléfono durante el día, pequeños chispazos de risa que, por un momento, nos desconectan de la situación, nos sacan una sonrisa y nos ayudan a seguir hacia adelante. Y esta risa, "la risa del pánico", tiene su explicación.
"El humor es fundamental para sobrevivir, es un componente vital de la función adaptativa. La risa aligera, libianiza y tiene el súperpoder de superar a otras emociones. Si estás triste y estás con un amigo y te da la risa ya entras en el modo y es complicado salir", nos cuenta Irene Megina, directora de la Escuela de Risoterapia de Madrid.
El humor es una actividad comunal, que promueve los vínculos y puede perder algo de fuerza cuando se hace en solitario, por eso es tan importante compartirlo con los demás, porque así se multiplica su efecto y llega a todos los rincones. De ahí la explicación para que, en estos días de confinamiento, todos nos echemos unas risas con la cantidad de este tipo de historias que nos llegan por todos los medios.
"Las hormonas que genera la risa son como un antídoto al miedo. Siempre hay una hormona que hace que otra disminuya. La risa hace que el miedo excesivo baje. Ese miedo excesivo, como hablar en público, que nos bloquea y nos deja sin acción. Hay que salir de ese miedo con la risa", explica Megina.
Por suerte, nuestro país está preparado y hecho para la risa y eso, en estas ocasiones, puede ser positivo, pero con precaución: "Tenemos mucho ingenio para la crítica y la autocrítica, pero la risa te secuestra emocionalmente, y si la risa y el humor es en exceso, de una forma de escapista, nos pueden llevar a evitar la introspección y evitar pensar, asumir y tomar responsabilidad", advierte la risoterapeuta.
Aunque en esta situación no podamos quedar con nadie de manera física para echarnos unas risas, por suerte tenemos a la tecnología de nuestro lado y, por supuesto, la mejor herramienta de todas: nuestro cerebro.
"Si quedas con alguien aunque sea por Skype es más fácil. Se trata de poner el cuerpo a reír. Empiezas a decirte a ti mismo 'aha, ajaja, ahajajaja' y pronto te viene la risa. Cuando empiezas a cogerlo ya puedes entrenarlo tu solo. La risa corporal es una risa que no te evita, que te conecta contigo mismo, es una especie de catarsis liberadora", cuenta Megida.
"Lo básico es empezar a reír sin ganas, sin motivo y sintiendo que lo que estás haciendo es un ejercicio físico. Igual que sales a correr, esto es igual. Vas a hacer músculo. El músculo de la risa. La risa y la actitud positiva se entrenan. Cuanto más se hace, más capacidad hay de hacerlo", concluye.
Ya lo dice nuestro refranero: "al mal tiempo, buena cara". Toca reírse y sed, en la medida de lo posible, felices en esto que nos ha tocado vivir.