El encierro que necesitábamos los Uppers
Ana Bueno, directora de Uppers, nos cuenta cómo está viviendo el confinamiento y reflexiona sobre la necesidad de pasar más tiempo en casa. Antes, durante y después de este virus
Vaya sacudida esta del confinamiento, pero sacudida de las buenas. ¿Creían de verdad que nos íbamos a aburrir? Nos faltan horas en el día. Teletrabajo, telecole, videoconsolas para compensar, turnos en casa para hacer recados, visita a la farmacia, al supermercado y a la gasolinera, que afortunadamente tiene tienda, cocinar al mediodía, cocinar por la noche ¡otra vez!, llamadas de reconocimiento y facetime con los abuelos, lavadoras, conciertos virtuales, grupos de whatsapp escupiendo compulsivamente memes y vídeos (sí, geniales) , aplausos a las 20 horas, a las 21 horas, a las 22 horas, a los sanitarios, a los camioneros, a cajeras y reponedores y la lista de series pendientes que no baja, claro.
Estamos todos en plena fase de exaltación de la amistad compartiendo museos y galerías de arte virtuales, links para seguir clases de zumba o pilates, conciertos de artistas en directo, óperas, charlas de psicólogos, compitiendo por la foto del juego de mesa en familia.
Pues, la verdad, no queremos más recomendaciones. Basta. Nos tapamos lo oídos. Este encierro lo necesitábamos, es justo lo que necesitábamos. Así, entre nosotros. Muchos de nosotros, habíamos llegado a los cincuenta, sí a los cincuenta, sin pasar tantas horas en casa seguidas. Y es nuestro momento.
Disfrutemos de nuestra casa, la hemos construido y amoldado durante años pero siempre pasamos por ella sobrevolando
Disfrutemos de nuestra casa, la hemos construido y amoldado durante años pero siempre pasamos por ella sobrevolando. Toca desgastar sofá, que gusto, con lo que nos costó renovarlo. Nos gustan nuestras casas (y además cotilleamos por Instagram las de los demás… vaya ventana indiscreta tan jugosa). Disfrutamos de hijos y parejas. Por fin, comemos y cenamos juntos. Conversación diaria y frecuente. Al menos de momento…
Además, yo al menos, tengo un presentimiento del que no había hablado hasta ahora: veo a los hijos adolescentes y jóvenes seguros, más seguros que nunca. No piden salir. Saben que están es el mejor lugar y lo acatan con una tranquilidad que nunca hubiera imaginado. El coronavirus también contagia sensatez. Aplauso con cacerolas.
Tengo un presentimiento del que no había hablado hasta ahora: veo a los hijos adolescentes y jóvenes seguros, más seguros que nunca. No piden salir
Hemos descubierto, por cierto, que nos encanta hablar con los vecinos por el balcón. Un placer. Prueben. Y que no hay quien nos quite el aperitivo del domingo. Teleaperitivo. Bravo!!! Mahou y Vermú a saco en Instagram.
Tanto no beso, no abrazo, no contacto, tanto abrazo virtual, tanto aplauso al anochecer, tanta colaboración entre compañeros de trabajo en la distancia, tanta conexión permanente con todos los nuestros nos está cambiando. No hay vuelta atrás. Lo dicho, una sacudida de las buenas.
Así se nos van las horas entre el correo electrónico, el teléfono y las redes sociales. Por eso será que en estos días un par de fantasmas nos acompañan, un par de ideas nos taladran y es divertido buscar respuestas:
¿Cómo hubieran vivido este encierro los que ya no están? Seguro que todos lo hemos pensado. Yo estoy viendo a mi padre, estaría enganchadísimo a las noticias, sería el mayor experto en coronavirus del país, sabría el número de afectados diarios en Cádiz o en Vigo. Sé que no soy la única en pensar en los ausentes. Hoy encontré a una buena amiga de la infancia acordándose de su padre en Facebook y de lo que hubiera disfrutado con memes y genialidades varias.
¿Cómo hubieran vivido este encierro los que ya no están? Seguro que todos lo hemos pensado. Yo estoy viendo a mi padre
¿Y cómo hubiera sido el encierro, el estado de alarma, sin redes sociales? ¿Nos imaginan confinados en los ochenta? Para imaginarlo recurramos a un himno generacional, 'Perdido en mi habitación' (cuidado que si la cantas se instala en el cerebro y se agarra como virus). Fueras o no de Mecano, esta canción nos unía mucho, la tarareábamos lánguidos en las fiestas, no valía sonreír, nos hacía sentirnos jóvenes melancólicos despertando a la vida. Hoy nos ayuda a entender cómo hubiera sido.
¿Y cómo hubiera sido el encierro, el estado de alarma, sin redes sociales? ¿Nos imaginan confinados en los ochenta? Mecano tiene la clave
Un montón de discos revueltos, un televisor, fumar, una cerveza para merendar, no paro de hablar con esa pared, no sé que libro mirar, qué revista ver, la tele se acaba (!!) qué se puede hacer, de tanto pensar, ya no hay nada claro en mi soledad. Pues eso que pensábamos hasta hartarnos y la tele se acababa en la noche.
Vamos a por otra jornada casera. Y por favor, calma. No reenvíeis mensajes de whatsapps de fuentes desconocidas y dudosa fiabilidad. Nuestros medios de comunicación están haciendo un trabajo ejemplar y tenemos decenas de links de artículos interesantísimos y utilísimos para reenviar. Y tiempo para leerlos. Elijan. Larga vida al link.
Tenemos decenas de links de artículos interesantísimos y utilísimos para reenviar. Y tiempo para leerlos. Elijan. Larga vida al link
*Ana Bueno es Directora de Uppers y Directora de contenido nativo digital de Mediaset